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Entrevista:ANNA TERRÓN | Delegada de la Generalitat en Bruselas

"Debemos europeizar la administración catalana"

Miquel Noguer

La delegada del Gobierno de la Generalitat en Bruselas desde el pasado julio, Anna Terrón (Barcelona, 1962), se ha propuesto que todos los departamentos del Ejecutivo catalán trabajen con un ojo puesto en la capital política de Europa y el otro en Cataluña. Su objetivo: "europeizar" de una vez por todas la administración catalana, simplificar estructuras y agilizar la relación de los consejeros con sus interlocutores europeos.

Pregunta. Además de ser la primera delegada del Gobierno en Bruselas, también es la secretaria general del Patronato Catalán pro Europa. ¿Cómo ve desde ambos miradores la ampliación de la Unión Europea (UE) hacia el este y el proceso de ratificación del tratado constitucional?

"Los fondos de cohesión han acabado, pero hay otras vías para lograr ayuda a la innovación y el desarrollo, ámbitos estratégicos"
"Creo que muy pronto veremos reconocido el catalán en la Unión Europea en los términos que pide la Generalitat"

Respuesta. Recientemente hemos visto la entrada de 10 nuevos países y ello ha cambiado muchas dinámicas de trabajo. El Parlamento ha ganado poder frente al Consejo de Ministros, tradicional órgano de toma de decisiones. La entrada de nuevos países y, en el futuro, la nueva Constitución promoverán el papel del Parlamento como organismo que codecidirá con el Consejo de Ministros, en un abanico cada vez mayor de competencias. Paralelamente a esto, se ha abierto la posibilidad de participación autonómica en los mecanismos de toma de decisión de la UE. Representantes autonómicos han comenzado a participar directamente en el Consejo de Ministros, algo que no se ha hecho gracias a Europa, que ya lo permitía desde hace mucho tiempo, sino al trabajo hecho desde aquí, y en un tiempo récord.

P. ¿La presencia de consejeros autonómicos en estas reuniones tiene más sentido que el puramente simbólico?

R. Su presencia incrementa, y mucho, la transparencia de las decisiones que se toman en el Consejo de Ministros. Hasta ahora era muy fácil para un ministro español regresar de una reunión del Consejo de Ministros con un mal acuerdo para su país y culpar de todo a Bruselas. Ahora, este ministro tiene detrás uno o más consejeros autonómicos que participan en la misma reunión y comprueban cómo se han defendido los intereses de su país en cada encuentro. Muchas excusas ya no valen.

P. ¿La nueva dinámica europea da más protagonismo al Comité de las Regiones, del que forma parte Cataluña?

R. Sí, sin duda. Algunos de los nuevos Estados miembros han regionalizado su administración, en parte, para adaptarse mejor a los criterios que rigen las ayudas europeas. Indudablemente, esta entrada de nuevas regiones está dando un nuevo impulso al comité.

P. Sin embargo, usted cree que donde los deberes no se han hecho suficientemente bien es en Cataluña, cuya administración no está adaptada al funcionamiento de la Unión Europea. ¿Qué ha pasado?

R. La Generalitat tuvo el acierto de crear, ya en 1982, el Patronato Catalán pro Europa, cuando España todavía no se había adherido a las comunidades europeas. El objetivo era iniciar nuestra presencia en la Unión Europea, pero después se olvidó esta voluntad en las políticas de cada día. Lo que observé a mi llegada fue que el Gobierno catalán no dispone de ninguna unidad horizontal que sea el nexo de relación de los diferentes departamentos con la Unión Europea, y esto es precisamente lo que debe ser el Patronato Catalán pro Europa.

P. ¿Qué piensa cambiar para lograr este objetivo?

R. De entrada, ya hemos conseguido que cada departamento nombre a una o más personas como interlocutores con el patronato.

Esto permitirá que todos los cambios legislativos que se producen en Bruselas y que afectan a los diferentes ámbitos del Gobierno se transmitan con la máxima fluidez.

P. ¿Quiere usted decir que los departamentos trabajaban hasta ahora sin tener en cuenta lo que ocurría en Bruselas?

R. Por suerte, no. Sin embargo, el trabajo de cada consejero en esta línea dependía mucho de los contactos personales y de las inquietudes de personas concretas de cada departamento. Es evidente que Agricultura siempre ha trabajado en gran consonancia con Europa, pero esto no ocurría en todos los niveles. Debemos europeizar la administración, pues Europa ya no es un objetivo de política exterior: lo que allí se decide afecta a Cataluña, y debemos aprovecharlo y tenerlo muy en cuenta.

P. También han encontrado duplicidades innecesarias.

R. Es cierto. Algunos departamentos tenían en Barcelona personas que hacían un trabajo que ya estaban haciendo técnicos del Patronato Catalán pro Europa en Bruselas. Hemos puesto fin a esta situación para racionalizar los recursos y tener más eficiencia a partir de ahora.

P. Las administraciones, desde las locales hasta la central, han visto durante muchos años a la Unión Europea como una simple repartidora de fondos y subvenciones. ¿Estamos preparados para afrontar el fin de esta situación?

R. La actitud de nuestras administraciones cambiará por la propia dinámica de la Unión Europea. Los fondos de cohesión han acabado para España; pero hay otras vías, como el proceso de Lisboa, a través de las cuales un país como el nuestro puede beneficiarse de fondos europeos para la innovación y el desarrollo, verdaderos ámbitos estratégicos para el futuro. Si las cosas se hacen bien, seguiremos beneficiándonos de Europa.

P. Lograr el reconocimiento del catalán en la Unión Europea es otro de los encargos que le hizo el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, al nombrarla delegada en Bruselas. ¿Sigue siendo optimista?

R. Pienso como el presidente y creo que muy pronto veremos reconocido el catalán en la Unión Europea en los términos que pide la Generalitat. De momento, el gran avance que hemos hecho es que el propio Gobierno español se presente en Bruselas como el representante de un país que habla cuatro lenguas y no sólo una, y esto, con vistas a buscar apoyos, es muy importante.

Ahora nuestro trabajo se centra más en lograr que el resto de los países europeos comprendan esta nueva postura de España. No pretendemos que los grandes países europeos se erijan en grandes defensores del catalán, simplemente queremos que no lo rechacen. Esto ya sería mucho.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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