Contar un cuento
Las obras de arte deberían ofrecernos visiones del mundo de tal manera que el arte fuera reflejo del espíritu de la época en que se ha creado. Pero, los artistas de las últimas generaciones, alejándose de cualquier responsabilidad con su época o con el mundo, sólo responden a sus propios instintos o inventan sus historias particulares, no llegando a ser las obras más que reflejos de su pequeño microcosmos. Clara Carvajal (Madrid, 1970), en ésta su primera exposición individual, ha escrito una breve y esquemática narración que le sirve de referente para generar unas obras en madera de ciprés que ilustran un cuento onírico inventado por ella. Surgen así unas obras con aspecto de bolsas, escaleras o ventanas cuya única justificación estriba en que forman parte del atrezo de la supuesta escena en la que se desarrolla el cuento. Planteada así la exposición, lo de menos no es la mayor o menor habilidad que posea la artista para ejecutar estas piezas de madera sino su carácter sugerente.
CLARA CARVAJAL.
Galería Rafael Pérez Hernando Orellana, 18. Madrid
Hasta el 31 de mayo
Las menciones que se ofrecen como influencias artísticas en los textos del catálogo, citando a escultores como Richard Deacon o Tony Cragg, que son investigadores natos en las cualidades de la materia y en la ambivalencia de las apariencias formales, se desvanecen como referentes del trabajo de Clara Carvajal cuando se muestra el hilo narrativo que sirve para justificar sus obras y se percibe la debilidad de la trama seudosurrealista en que se basa. Ciertamente, la recuperación de la capacidad narrativa en las artes plásticas de la posmodernidad es un reto aún por conquistar. En este sentido es perfectamente pertinente urdir una historia y ofrecer imágenes o construcciones escénicas de ella. Cabe recordar al respecto que el éxito del trabajo de Juan Muñoz no radica en los aspectos materiales o formales de sus obras sino en las alusiones narrativas que éstas provocan en los espectadores. Pero, cuando se compara la eficacia de la pintura de historia con las incursiones narrativas de los jóvenes artistas actuales, se hace evidente la enorme cesura cultural que separa el arte del pasado de las apetencias y caprichos plásticos del presente.
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