Improvisador contumaz
La cuestión era si Omar Sosa es un músico de jazz o no lo es y, no siéndolo, qué pintaba en un festival como Complujazz. Bastó un primer tema para despejar cualquier duda. Consistió éste en una larga improvisación que los integrantes del cuarteto interpretaron a pecho descubierto: el encuentro entre la free form y la clave cubana nos condujo a miles de kilómetros de distancia de la world music, versión posmoderna de los coros y danzas del franquismo.
Omar Sosa incluye en su menú ingredientes diversos y los combina como movido por lo que parece un impulso casual. En su relación elástica con la materia sonora, el cubano se toma todas las libertades que le permite su cualidad de improvisador contumaz. Y es que la música del pianista, tan distinta sobre la escena que en disco, es el proceso antes que un resultado. Poco que ver con la escuela cubana de pianistas de jazz. Sosa, músico de frase breve y contundente, se mira en Herbie Hancock y en Eddie Palmieri, en Don Cherry y Wayne Shorter y en Randy Weston, de cuyos african rhythms toma su alimento espiritual. Mención especial para Luis Depestre, saxofonista espléndido y muy suyo, y Angá Díaz, quien tampoco es un percusionista al uso exactamente. A su cargo estuvo lo que, por la izquierda, era un conjunto de tumbadoras y, por la derecha, una batería al uso. El bajista Childo Tomas, mozambiqueño él, resultó ser una réplica de Richard Bona: tan melódico y blandito como éste.
Omar Sosa Quartet
Omar Sosa, piano; Luis Depestre, saxos soprano, alto y tenor; Childo Tomas, bajo; Miguel Angá Díaz, percusión. Madrid. Real Jardín Botánico Alfonso XIII. Jueves 23 de junio.
Babelia
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