La gestión de los bosques es más barata que los incendios
Salvador Milà tiene que lidiar con la sequía en un doble frente: la escasez de agua y los incendios. "No podemos dar por acabada la campaña de incendios. Es posible o, como poco, probable, que en septiembre nos encontremos con una nueva oleada. En 15 días, en cuanto suban las temperaturas y se reaviven los vientos, si no llueve, pueden producirse en cualquier momento".
Para evitarlo hay "que extremar las medidas y la vigilancia". Y añade: "El país tiene que decidir cuánto está dispuesto a invertir en gestión y prevención de bosques. Hablamos de una extensión que es el 60% del territorio".
El plan de política forestal, que Milà presentó ayer al Consell Executiu, "es necesario porque la capacidad de generar recursos en las explotaciones forestales" no es general. "Excepto en determinados puntos del norte, la zona húmeda con alcornoques, en el resto las actividades para mantener el medio en condiciones mínimas de seguridad y eficacia no compensan". Osona, Selva, el Empordà tienen déficit, pero sus bosques permiten la gestión y dan cierto rendimiento porque tiene árboles de alguna calidad. De ahí que muchas zonas tengan su propio plan de gestión".
En cambio, al sur del Llobregat, "el bosque es tan pobre que la riqueza a obtener es mínima. De ahí que se hagan planes para aprovechamiento de biomasa y otros recursos. En cualquier caso, habrá que invertir dinero público. Pero es que lo que se pierde en un incendio forestal o en los cuatro o cinco que ha habido es equivalente al gasto en gestión forestal".
Algo tan obvio no se ha hecho hasta ahora "porque siempre pasa lo mismo que, paradójicamente, es más fácil reaccionar a toro pasado ante la desgracia y hacer una aportación extraordinaria, lo que permite ver el resultado, que un trabajo de hormiguita en el que los resultados no se ven".
"En Cataluña", opina, "empiezan a notarse los resultados comparativamente, por ejemplo, con lo que está pasando en Galicia, y respecto a años anteriores en la propia Cataluña. Se han hecho cosas y se perciben los efectos de los planes de gestión, de los perímetros de protección, de extremar la vigilancia".
"Cualquiera de los últimos incendios hubiera podido quemar miles de hectáreas. Una parte de que no haya sido así se debe, evidentemente, a la existencia de un accidente natural, pero también a la acción rápida, a los cortafuegos y de planes de actuación. Nunca sabremos exactamente lo que hubiera pasado pero al final las estadísticas muestran los efectos de la prevención".
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