"Espero que la idea no se quede en saco roto"

"Estoy muy contenta" y "me parece muy bien" son las frases que repetía una y otra vez Pilar Elías, viuda del simpatizante de UCD Ramón Baglietto, asesinado por ETA en 1980, cuando ayer por la mañana se enteró de que el alto comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo había solicitado que los jueces impongan penas de alejamiento para que los terroristas no puedan vivir, trabajar o incluso acercarse a sus víctimas o a las familias de éstas durante los 10 años siguientes a que salgan de la cárcel.

Pilar confiesa que no sabía que existía la posibilidad de que los tribunales dictaran esa condena. Cuando a principios de 2004 el asesino de su esposo, Kandido Azpiazu, después de salir de prisión, abrió una cristalería debajo de su casa, en Azkoitia (Guipúzcoa), ella empezó a "moverse" en el partido en el que milita actualmente y es concejala, el PP. Pero cuando ese grupo llegó a la oposición, se quedó "paralizada" y aguantó "con lo que tenía". Ahora está "muy satisfecha" de haber contado a este periódico a principios de mes el infierno que vive cada día. "Me he alegrado en el alma de que mi caso haya tocado la fibra a alguien y de que se haga algo para que no le pase a nadie más. Más vale tarde que nunca", explicó en una conversación telefónica.

A Pilar le gustaría que los jueces aplicaran cuanto antes las penas de alejamiento para que la idea "no quede en saco roto". Es consciente de que en su caso hay muy pocas esperanzas porque en la sentencia del etarra que mató a su marido no se impuso ese tipo de la condena. Está resignada a que se seguirán cruzando "miradas que, como ha dicho él, matan. La última fue ayer [por el miércoles]". "Pero no tengo miedo", afirmó.