Empleo y paro en 2005
Al hacer en esta columna, hace dos domingos, un somero balance económico de 2005, señalaba, como uno de los activos más importantes, la creación de empleo y la disminución de la tasa de paro. El pasado viernes conocimos los datos de la EPA del cuarto trimestre, con lo que ya podemos hacer un análisis más detallado para el conjunto del año de la evolución del mercado laboral. Si tuviéramos que resumir en una palabra lo más característico del mismo, ésta palabra debería ser dinamismo.
Comenzando por la oferta de trabajo (personas que trabajan o buscan trabajo), en 2005 hubo en media 20.885.875 activos, un 3,2% más que en 2004. Este crecimiento, aunque ligeramente menor que el de los tres años precedentes, sigue siendo el más alto de la UE, y se explica por la inmigración y por la imparable incorporación de la mujer al mercado laboral. Teniendo en cuenta que la población en edad de trabajar (16-64 años) avanza a mucho menor ritmo (un 1,8%), la tasa de actividad de este grupo de edad ha seguido aumentando rápidamente. De un 59% en 1995 hemos pasado a casi el 70% en 2005, con lo que estamos a unas pocas décimas de la media de la UE, cuando en 1995 estábamos a más de ocho puntos.
El patrón de crecimiento español, si bien genera desequilibrios, también es intensivo en empleo
De la cifra señalada de activos, un 90,8% estuvieron ocupados y el 9,2% restante, parados. El número de ocupados aumentó un 4,8% en media anual, frente al 3,9% en 2004 (gráfico izquierdo). El crecimiento del empleo es espectacular (en la UE es inferior al 1% anual), pero suscita algunas dudas. La principal, es que el PIB creció en 2005 en torno al 3,4%, con lo que se hace difícil admitir un aumento del empleo del 4,8%, pues ello supondría una fuerte caída de la productividad. De hecho, el propio INE, en la contabilidad nacional, estima un crecimiento de los ocupados del 3,3% para los tres primeros trimestres del año (gráfico central). Por otro lado, el número de ocupados estimado por esta última estadística es ya inferior al de la EPA, lo que tendría que ser al revés, pues la EPA deja fuera de su ámbito de investigación algunos colectivos importantes. Todo ello parece indicar, por tanto, que la EPA sobreestima el crecimiento del empleo, lo que estaría relacionado con la sobreestimación del crecimiento de la población que resulta de los padrones municipales, como ponen de manifiesto los demógrafos. Ello no es óbice para concluir que el patrón de crecimiento de la economía española, si bien genera desequilibrios, también es intensivo en empleo, lo que no está mal para un país donde uno de los principales problemas es el paro. Eso sí, el empleo que se crea es sobre todo a tiempo parcial y temporal (la tasa de temporalidad ha aumentado del 31,6% en 2004 al 33,3% en 2005), lo que evoca la necesidad de cambios importantes en la normativa del mercado laboral.
Como consecuencia del mayor ritmo de crecimiento de los ocupados respecto de los activos, los parados se redujeron notablemente, un 10,4% en media anual. La tasa de paro bajó del 10,5% en 2004, según los datos ajustados de cambios metodológicos, al 9,2% en 2005. Aquí también encontramos inconsistencias estadísticas, esta vez con el paro registrado, pues como se ve en el gráfico derecho, éste cae muchísimo menos. La diferencia obedece a los distintos conceptos y metodologías de las dos estadísticas, que deberían ser corregidas, pues, de otra manera, la información se convierte en desinformación, además de crear dudas innecesarias sobre la fiabilidad de las estadísticas.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.