Para irritación de creyentes y ateos
El título de este libro puede resultar engañoso por varios motivos. En primer lugar, porque no se refiere a la religión en general sino solamente al cristianismo: este abuso es demasiado frecuente, confundir "la" religión, con "mi" o "nuestra" religión, como si todas las demás fuesen más o menos lo mismo. En segundo lugar, el futuro del que habla no pretende establecer líneas de evolución dentro de la sociología de las creencias religiosas sino una interpretación filosófica a partir de la cual dejará de tener sentido la distinción actual entre teístas y ateos, entre los partidarios de una cosmovisión religiosa del mundo y los de la perspectiva científica. Es decir, no hace conjeturas sobre el devenir probable de la fe cristiana tal como la practican sus creyentes sino una relectura teórica de su contenido a la luz de Nietzsche, Heidegger, Dewey y Derrida. En tercer lugar, el contenido de la obra va más allá de la religión o las religiones para ofrecer transversalmente una excelente introducción al núcleo del punto de vista filosófico llamado "posmoderno". En una palabra, sus páginas ofrecen mucho menos, pero también bastante más de lo que podría deducirse del rótulo.
EL FUTURO DE LA RELIGIÓN
Richard Rorty y Gianni Vattimo
Compilado por Santiago Zabala
Traducción de Teresa Oñate
Paidós. Barcelona, 2006
127 páginas. 9 euros
Richard Rorty y Gianni Vatti
mo son, sin duda, dos de los filósofos actuales más destacados e influyentes. Cada uno de ellos contribuye a este libro con un ensayo individual (el de Rorty se titula Anticlericalismo y ateísmo, el de Vattimo La edad de la interpretación), seguido de un diálogo entre ambos titulado ¿Cuál es el futuro de la religión después de la metafísica?, en el que la palabra religión debe tomarse en el sentido restringido antes indicado. El diálogo está moderado (mejor dicho: estimulado) por Santiago Zabala, autor también de la muy interesante introducción de la obra e inspirador general de ella. La edición española, que sigue a la italiana e inglesa, ha tenido la suerte de contar con el cuidado de la traductora Teresa Oñate, que ha compulsado las anteriores, conservando las notas de la inglesa, y ha vertido los textos de manera especialmente límpida y sin ninguna floritura caprichosa (lo que tratándose de una obra de este género es especialmente digno de agradecimiento).
Cada uno de los dos pensadores tienen su propio bagaje y estilo intelectual (agnóstico y pragmático el de Rorty, católico y gadameriano el de Vattimo), pero ambos comparten una serie de puntos esenciales en su aproximación al tema que les ocupa. Fundamentalmente, la renuncia a las pretensiones metafísicas y apodícticas de fundar la religión: el cristianismo no aspira ni ostenta una verdad entendida como conformidad con algo objetivo exterior al consenso coherente humano, sino que propone una interpretación de nuestra existencia intersubjetiva basada en la caridad (un inteligente refuerzo de este punto de vista puede hallarse también en el libro Por qué soy cristiano, de José Antonio Marina, editorial Anagrama). En el campo intelectual, adquiere hegemonía el dictamen nietzscheano que inaugura la teoría hermenéutica: no hay hechos, sino interpretaciones; en el terreno propiamente piadoso, lo específico de la religión no es fundar una poderosa cosmología monolítica sino impulsarnos al amor en su abierto pluralismo. La misión de la religión no es ayudarnos a conocer de manera más objetiva, sino a actuar en caritativa ayuda de nuestras subjetividades hermanas.
Para Vattimo, no es la herme
néutica según Gadamer la que nos permite interpretar de la adecuada manera no metafísica el mensaje cristiano, sino que el mensaje cristiano es la auténtica inspiración de lo que hoy llamamos hermenéutica, tras Nietzsche y Heidegger. Gracias precisamente al cristianismo podemos ya ser ateos... ¡sin dejar de ser religiosos!
Este breve libro irritará por igual a muchos creyentes y a la mayoría de los ateos, dicho sea en su favor. Su lectura deja una impresión de buena conciencia ilustrada, característica del mundo más desarrollado pero quizá no suficientemente consciente de lo que el afán religioso sacia en otras latitudes o frente a una desesperación que su serenidad ignora. Porque hay quien requiere de su Dios no explicaciones del universo ni recomendaciones de amor al prójimo sino salvación. ¡Ah, la salvación, ésa es la noción menos posmoderna de todas! Porque se refiere a un hecho imposible, no a la posibilidad de cualquier interpretación.
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