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El fin de un tabú británico

El Parlamento de Reino Unido logra aprobar la introducción del carné de identidad tras dos intentos fallidos en casi un siglo

La política británica ha roto uno de sus tabúes históricos al aprobar esta semana el Parlamento la introducción del documento nacional de identidad (DNI) a partir de 2008. Es la tercera vez que los británicos ponen en marcha un sistema de DNI, tras los intentos fallidos en el periodo 1915-1919 y entre 1939 y 1952. El DNI no será obligatorio hasta 2013 -si entonces lo decide así el Parlamento a través de una nueva ley- pero el primer ministro, Tony Blair, consiguió una significativa victoria al lograr que los Comunes apoyaran su propuesta de que quien desee solicitar o renovar un pasaporte esté obligado a obtener un DNI.

La oposición conservadora y liberal consiguió suprimir en la Cámara de los Lores ese vínculo entre DNI y pasaporte por entender que era una manera de introducir la obligatoriedad del carné por la puerta de atrás, pero ha sido recuperado por los Comunes. El documento no será exactamente un DNI porque su posesión no acredita la nacionalidad, como es el caso de España, sino la residencia. Los únicos ciudadanos del Reino Unido que estarán obligados a solicitarlo serán precisamente los extranjeros que lleven más de tres meses residiendo en el país.

Seguridad y poder policial

La introducción del DNI consagra al Nuevo Laborismo como un movimiento que sitúa la seguridad y el poder policial del Estado en primer plano. No es casualidad que haya sido aprobado la misma semana en que los Comunes han dado luz verde también a nueva legislación antiterrorista, la enésima desde que los laboristas llegaron al poder en 1997.

La lucha contra el terrorismo ha sido uno de los argumentos a los que ha apelado Blair para apoyar el DNI, junto a la lucha contra la delincuencia y el control de la inmigración ilegal. El Gobierno argumenta que la introducción de los datos biométricos de cada persona en el DNI y el pasaporte y su almacenamiento en una gigantesca base de datos nacional hará casi imposible falsificar los nuevos documentos y permitirá localizar a quienes residan ilegalmente en el país. Los datos biométricos son una imagen digital del rostro y quizás también de la huella dactilar y el iris de los ojos que permite identificar a una persona a través, por ejemplo, de la distancia que separa los ojos o la que separa los ojos de las orejas. Pero quienes se oponen argumentan que los datos que se acumularán en cada DNI y en los ordenadores del Estado pueden ir mucho más allá y violar la intimidad de las personas. Y, sobre todo, cuestionan la confidencialidad de las bases de datos.

La experiencia de la introducción del DNI durante las dos grandes guerras del siglo XX constituye una advertencia sobre la posibilidad de que el tercer intento pueda también acabar fracasando. El primero fracasó porque su objetivo sólo era conseguir un censo de los varones en edad militar, según el trabajo publicado en noviembre de 2005 en la revista History & Policy por Jon Agar, profesor de Historia de la Universidad de Cambridge. Al no tener ninguna utilidad práctica para los ciudadanos, éstos dejaron de renovar la cartilla, cuyos datos se guardaban localmente. Y la cartilla se suprimió al acabar la guerra.

Segundo intento

El segundo intento corrigió esos errores. Los datos se acumularon a nivel nacional y la posesión del carné debidamente actualizado servía de cartilla de racionamiento durante la guerra y la posguerra. Pero se empezó a utilizar también para otras cosas. La policía empezó a solicitarlo de manera rutinaria y, tras la denuncia en 1950 de un ciudadano que se negó a enseñarlo tras una infracción de tráfico de carácter menor, la justicia dictaminó que el ciudadano tenía razón y la creciente impopularidad del DNI obligó a suprimirlo en 1952.

Según el profesor Agar, los nuevos DNI parecen inspirarse más en el primer modelo que en el segundo porque existe el peligro de que acabe utilizándose para funciones que vayan más allá de las que ahora han impulsado a su aprobación y porque los argumentos del Gobierno en su favor no consiguen que la población sienta la necesidad de disponer del DNI. Quizás, por eso Blair lo ha ligado al pasaporte, un documento imprescindible para poder viajar.

Tony Blair habla en los Comunes en 2004, flanqueado por Jack Straw (izquierda) y Gordon Brown.
Tony Blair habla en los Comunes en 2004, flanqueado por Jack Straw (izquierda) y Gordon Brown.ASSOCIATED PRESS

Buena semana para Blair

La pasada fue una buena semana para Tony Blair. Empezó con la aprobación del DNI con las enmiendas promovidas por el Gobierno y siguió con la aprobación, con un respaldo muy superior al que se esperaba, de la prohibición de fumar en lugares públicos, que probablemente entrará en vigor a principios de 2007. El miércoles, los Comunes le dieron la tercera alegría al aprobar nuevas medidas antiterroristas incorporando también las enmiendas gubernamentales.

En las votaciones sobre el DNI y la ley antiterrorista los diputados laboristas rebeldes fueron bastante menos de lo que se esperaba. Los analistas lo interpretan como una consecuencia de la emergencia del Partido Conservador en los sondeos desde la elección de David Cameron como líder y un efecto colateral también de la derrota contra pronóstico del Partido Laborista en uno de sus feudos en Escocia a manos de los liberales demócratas, la semana anterior. El escenario político británico ha cambiado en unos meses y la cuarta victoria laborista ya no está asegurada.

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