Sharon se debate entre la vida y la muerte
Inmersos de lleno en los dos frentes abiertos (Líbano y franja de Gaza), los israelíes se fijaron ayer, de reojo y por unos minutos, en el hospital Tel Hashomer, cerca de Tel Aviv, donde la situación del ex primer ministro Ariel Sharon ha empeorado gravemente en las últimas horas. El tejido cerebral deteriorado y dificultades en las funciones renales llevaron ayer a los responsables médicos a trasladarle urgentemente a la unidad de cuidados intensivos.
Sharon está siendo tratado con antibióticos tras detectarle en la sangre una infección de origen bacteriano. "Su estado se mantiene crítico pero estable", afirmaron los portavoces ante los rumores que le daban por muerto.
El ex primer ministro israelí, de 78 años, lleva inconsciente desde el pasado 4 de enero, cuando padeció una hemorragia cerebral masiva. Tras numerosas operaciones, los cirujanos del hospital Hadassa de Jerusalén lograron evitar su fallecimiento, reconociendo que las posibilidades de una recuperación eran prácticamente nulas. "Sharon sigue en estado vegetativo, no reacciona y está más en las manos de su familia", afirmó uno de los doctores de Hadassa.
En mayo fue trasladado al departamento de rehabilitación respiratoria de Tel Hashomer. Un especialista de este hospital reconoció ayer que "la vida del ex primer ministro corre serio e inminente peligro. Si no se le trata con diálisis podría fallecer en pocos días".
En el entorno de Sharon se intenta mantener el optimismo. "La situación es preocupante, pero sus dos hijos, Guilad y Omri, le protegen y albergan aún esperanzas de que su estado mejore y vuelva a su habitación en la unidad de rehabilitación", confiesa un allegado al fundador de Kadima, el partido del primer ministro, Ehud Olmert.
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