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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Extremos a evitar

En Estados Unidos, los sectores del comercio, además de los banqueros y los agentes bursátiles de Wall Street, están terriblemente confusos este otoño. No tienen claro si dentro de seis meses la economía va a entrar en una recesión o si las subidas de precios y salarios inducidas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) provocarán una vuelta de la inflación persistente.

Los expertos de Wall Street ni siquiera saben qué pedir. Unos rezan para que los datos de producción y trabajo de octubre se sitúen por debajo de los niveles de julio. ¿Por qué? Para que la Reserva Federal baje el tipo de interés, lo cual facilitaría lo suficiente los créditos como para hacer subir los precios de bonos y acciones. Otros ruegan que la segunda mitad de 2006 disfrute de un crecimiento anual del PIB superior al 2,5%. ¿Por qué? Para que se inflen las tasas de beneficios y los precios de las acciones en Wall Street.

Si el crecimiento real estadounidense cae por debajo del 2% anual, la Reserva Federal tomará medidas para invertir esa tendencia

Sí, sería agradable tener ciertos conocimientos sobre el futuro. ¿Siempre es agradable? Recuerdo épocas de depresión en las que todo taxista y todo peluquero esperaba, y con razón, que el desempleo y las quiebras empeoraran. Y recuerdo también la temible estanflación de los años setenta, una época agitada por la oferta en la que las perspectivas racionales eran firmemente favorables a un empeoramiento de la inflación futura. ¿Era este tipo de certidumbre una certidumbre feliz?

Hoy en día, Estados Unidos posee la mejor Reserva Federal de todos los tiempos. Actualmente, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón disponen de una información mejor y más puntual que en el pasado. La historia económica reciente demuestra lo favorables que han sido estos cambios para los altibajos económicos mundiales.

Entonces, ¿por qué los directivos de la Reserva Federal no pueden aliviar nuestra incertidumbre? Su presidente, Ben Bernanke, asumía el cargo en febrero, y prometió establecer una política de credibilidad más abierta. Pero ni siquiera Bernanke puede compartir con nosotros un secreto que él tampoco conoce todavía. Debido a la simultaneidad de la inflación de la OPEP y cierto estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense, ahora vivimos en un estado mixto de estanflación: inflación unida a cierto grado de descenso de la producción.

La estanflación ya se había producido antes. Dos sacudidas explosivas del petróleo de la OPEP en la década de 1970 conmocionaron a la economía mundial del momento. Pero debo insistir en que la estanflación de 2006 es muchísimo más débil que la de 1973 a 1979. En los años setenta se produjeron tres recesiones. Ahora, todo apunta a que no se dará una recesión en el periodo de 2006 y 2007. Podría ocurrir, puesto que la economía no es una ciencia exacta. Sin embargo, los extranjeros que se sienten, y con razón, dependientes de la locomotora estadounidense actuarían con imprudencia si consideraran una mala probabilidad del 10% como si fuera una mala probabilidad del 50% o el 75%.

Habiendo contemplado en mi larga vida académica los extremos patrones del ciclo empresarial de la primera mitad del siglo XX, ¿por qué soy ahora más confiado y optimista?

1. Si el crecimiento real estadounidense cae por debajo del 2% anual, la Reserva Federal tomará medidas para invertir esa tendencia.

2. Si el Índice de Precios al Consumo, básicos y no básicos, se acelera por encima del 3% anual, la Reserva Federal actuará para restringir el crédito.

3. En este momento, cuando el presidente Bush está enredado en inevitables aumentos explosivos del gasto militar contra los disidentes de Irak y Afganistán y contra el terrorismo mundial, una debilidad recesiva continuada parece especialmente improbable.

4. Vivimos en la época (1980-2006) cuya historia ha registrado más ciclos económicos controlados. Las recesiones ya no son tan duraderas y profundas como antes. Ya no existen unos sindicatos estadounidenses fuertes que amenacen con la estanflación como antes, incluso ante un desempleo creciente.

En resumen, no esperen que suceda lo peor. Y actúen con celeridad para compensar y alejar del crecimiento sostenible cualquier patología en aceleración.

Es posible que el siglo XXI sorprenda a sus propios contemporáneos.

© 2006, Paul A. Samuelson.

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