_
_
_
_
DIETARIO VOLUBLE
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fantasmas en el paseo de Gràcia

1La Universidad de Manchester, muy activa en los últimos tiempos, no para de presentar a la prensa estudios de todo tipo. En uno de ellos han demostrado la importancia en nuestra vida del primer perfume o colonia que entró en contacto con nuestro cuerpo, lo que algunos llaman "la fragancia original" y que por lo visto existe realmente. Es más, según parece, recuperar esa fragancia de la infancia puede ser un factor que nos ayude a estar más seguros de nosotros mismos.

Yo quiero un día ir a la Universidad de Manchester a trabajar en un estudio sobre la importancia en nuestras vidas de la primera calle que recorrimos de forma plenamente consciente. De niño, el paseo de Gràcia -que decían que era el elegante eje tradicional y señorial de la ciudad- me decepcionó mucho precisamente porque acababan mis padres de pasearme por la calle de Muntaner, que me había deslumbrado por el simple hecho de que era la primera calle que veía de una forma plenamente consciente. Mi caso me recuerda al de un amigo que leyó su primer libro (Locus Solus, del gran Raymond Roussel) y le fascinó tanto que ya no quiso leer ningún otro, pues decía que estaba seguro de que ninguno podría superar al primero.

El hecho es que a veces he tenido malas vibraciones en el paseo de Gràcia. Encima, el lugar ahora, por culpa de conocidos fantasmas, ha caído en una importante degradación y es feudo de mazacotes y turistas impresentables. La degradación del paseo es muy visible y rivaliza con el desastre de las Ramblas. ¿A quién se le ocurrió, por ejemplo, olvidarse de Casas y de Rusinyol y cerrar el Café La Puñalada, que era una de las almas del paseo? Los dioses se están vengando, no hay duda.

2

El único fantasma que he tratado a fondo se me aparecía de noche en los largos veranos de La Garriga, cerca de la iglesia de Aiguafreda de Dalt, fundada por la abadesa Emma, hija del conde Guifré el Pelós. Era un fantasma obsesivo que me decía que dormía en un armario de la sacristía y siempre preguntaba lo mismo: "¿No crees que el tiempo es una pérdida de dinero?".

3

Entro con alguna frecuencia en www.miraquehefet.blogspot.com, un dietario digital que escribe un tal Jordi, que aparece en su web con una imagen que no ofrece una pista definitiva sobre él, pues se trata de una foto de cuando era niño y tiene en ella, a causa tal vez de la gorra de marino, la pinta de Pinter cuando le anunciaron que había ganado el Nobel. Acerca de sí mismo indica esto: "¿Datos personales? Básicamente uno: que nunca entiende nada".

Por ser yo uno de los que tampoco entiende nunca nada, me atrajo ese dietario, que se llama Paraguas en llamas, pero a veces también Paraguayos en llamas y otras temeridades. Su sentido del humor es británico, con toques a lo Eduardo Mendoza. El blog va encabezado por una adorable cita del Diario de un hombre superfluo de Ivan S. Turguénev: "Ya sé que estos recuerdos no son alegres ni significativos, pero no tengo otros". Esta frase de los recuerdos insustanciales parece toda una declaración de principios de este blog que tiene la virtud de no ser pretencioso y que practica un tipo de prosa ágil y libre. Se diría que el blogista (no le conozco, pero seguro que, si lee esto, no entenderá nada) parece estar invitándonos a quitarle peso a las cosas y pesadez a las ciudades y a los mazacotes del paseo de Gràcia, como si quisiera recordarnos que a veces la levedad es más un valor que un defecto.

Recientemente, este blog de los paraguas en llamas ha revelado un secreto a voces, un secreto precisamente del paseo de Gràcia. Todo empezó cuando hace unos años Jordi creyó ver a Patricia Highsmith en el aeropuerto de Heathrow en Londres. Al contárselo a un amigo, éste le explico que hacía años que había muerto la escritora. En otra ocasión, en el paseo de Gràcia, vio al celebérrimo John Gielgud, ese veterano actor shakesperiano que casi siempre interpretaba el papel de mayordomo en todo tipo de películas. Dejemos que el propio Jordi complete la historia: "No, no os adelantéis a la anécdota: no es que Gielgud estuviera ya muerto. No, qué va. Cuando le vi, aún vivía. Lo curioso del caso es que, al día siguiente, los periódicos publicaron la noticia de su muerte, a miles de kilómetros de Barcelona, tras una larga y penosa enfermedad que le había mantenido postrado en cama desde hacía meses. También de este caso extraje mi conclusión: los viejos actores shakesperianos pasean por el paseo de Gràcia poco antes de morir".

Todos recordamos a algunos actores shakesperianos a los que se ha visto dar vueltas por el paseo de Gràcia poco antes de morirse. El flagrante caso de George Sanders clama al cielo, por ejemplo. ¿Deberíamos pensar más en los pobres actores shakesperianos que viajan a nuestro paseo y no degradarlo tanto? ¿O más bien está relacionada directamente la degradación del paseo con la famosa presencia ancestral de fantasmas? ¿Era don Santiago Rusinyol un fantasma? ¿No es hora ya de que publiquemos por fin un libro sobre nuestros fantasmas del paseo de Gràcia?

En su dietario, Jordi acaba pidiendo que alguien con más conocimientos y menos indolente que él investigue este tipo de fenómenos raros que siempre ocurren justo a nuestro lado, a veces en el mismísimo paseo de Gràcia. Pues yo le diría que los investigadores de la activa Universidad de Manchester podrían ser los más adecuados para una labor tan fundamental como ésta. No estaría nada mal que nos descubrieran por fin la verdad y sólo la verdad sobre los fantasmas del paseo de Gràcia, y de paso que nos dijeran a qué mazacote tenemos que votar en las próximas elecciones.

Aunque ahora que lo recuerdo, decía Rusinyol, don Santiago: "Quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_