¿Dejar para mañana el aprovechamiento compartido del conocimiento?
El aprovechamiento compartido del conocimiento es una utopía, o un vago concepto de la comunidad internacional? Creemos sinceramente que ni lo uno, ni lo otro. Unos cuantos ejemplos serán más elocuentes que una docena de análisis. En 1965, Singapur era un país de economía subdesarrollada, donde proliferaban las barriadas miserables. Desde entonces, los poderes públicos aplicaron de forma resuelta una serie de políticas encaminadas a invertir en la educación, mejorar la capacitación técnica, incrementar la productividad y atraer a las empresas industriales con alto valor añadido. Hoy en día, el producto interior bruto de este país supera al de muchas naciones del hemisferio norte.
Una economía basada en el aprovechamiento compartido y la difusión del conocimiento, constituye una baza muy apreciable para los países emergentes y el bienestar de sus poblaciones. Por ejemplo, el Estado indio de Kerala, pese a su pobreza, posee hoy en día un nivel de desarrollo humano que se acerca al de los países del hemisferio norte. En efecto, la esperanza de vida de sus habitantes es de 73 años y el índice de escolarización es superior al 90%. Este Estado ha contribuido en gran medida a hacer que India sea la octava nación del mundo por el número de sus publicaciones científicas.
En 1971, varios miles de emigrantes se asentaron en un terreno llano desértico, situado a unos 20 kilómetros de Lima, y crearon Villa El Salvador. Basándose en sus propias fuerzas, crearon centros docentes y una serie de asociaciones. Su intrépida acción en pro de un desarrollo de carácter participativo y comunitario se apoyó en las mujeres, y tuvo por resultado la transformación de esta barriada miserable en una ciudad bien organizada, a la que se reconoció en 1983 la categoría de municipio. En 1987, Villa El Salvador creó su propia universidad. Hoy en día, el 98% de los niños están escolarizados y el índice de analfabetismo de la población adulta se cifra en un 4,5%, esto es, el porcentaje más bajo de todo Perú. La ciudad tiene ahora 400.000 habitantes y 15.000 de ellos son estudiantes. El municipio ha instalado centros para que los vecinos puedan acceder a medios informatizados y expresar su parecer sobre los temas que son objeto de discusión en la comunidad.
El aprovechamiento compartido del conocimiento es, por consiguiente, un potente impulsor de la lucha contra la pobreza. También es, en nuestros días, el factor clave de la producción de riquezas. Se suele citar a Finlandia como ejemplo de esto. Tras la grave crisis económica padecida después del desmoronamiento de la Unión Soviética, este país ha llegado a invertir cerca del 4% de su producto interior bruto en la investigación y ha logrado que su sistema educativo se sitúe a la cabeza de los existentes en los países industrializados de la OCDE. Además, las diferencias de resultados entre los estudiantes, así como entre los centros docentes, son sorprendentemente mínimas, lo cual demuestra que la equidad puede ir perfectamente a la par con el éxito en la adquisición de conocimientos y los logros económicos.
Estos ejemplos distan mucho de ser una excepción. En todas las regiones del mundo, hay una serie de países que están inventando nuevas modalidades de desarrollo basadas en el conocimiento y la inteligencia. En el futuro, las posibilidades de desarrollo de una sociedad determinada dependerán menos de sus riquezas naturales que de su capacidad para crear conocimientos, difundirlos y utilizarlos. ¿Será el siglo XXI testigo del auge de sociedades del conocimiento compartido? Al ser el conocimiento un bien público al que todos deben tener acceso, una sociedad basada en él tendría que ser una sociedad sin excluidos. No obstante, el aprovechamiento compartido del conocimiento no podría reducirse a una mera partición de éste o al intercambio de un recurso raro que tratarán de disputarse entre sí las naciones, las sociedades y las personas.
En las sociedades en red, la creatividad y las posibilidades de intercambio o aprovechamiento compartido se multiplican. Estas sociedades crean un contexto especialmente propicio al conocimiento, la innovación, la formación y la investigación. Las nuevas formas de sociabilidad en red que se están desarrollando por conducto de Internet no son jerárquicas, sino horizontales. De ahí que constituyan un acicate para la cooperación, como lo demuestra el ejemplo del "colaboratorio" en el ámbito de la investigación, o el de los programas de "fuente abierta" en el campo de la informática.
El surgimiento de las sociedades en red, así como la correspondiente disminución de los costos de transacción que conlleva, estimulan el auge de nuevas formas de organización productiva basadas en el intercambio y la colaboración dentro de una misma comunidad de aprovechamiento compartido. Este aspecto reviste una importancia esencial frente a las tentaciones de desencadenar la guerra económica. En efecto, estas prácticas de nuevo tipo permiten albergar la esperanza de que sabremos encontrar un justo equilibrio entre la protección de los derechos de propiedad intelectual -imprescindible para impulsar la innovación- y la promoción de los conocimientos de dominio público.
El aprovechamiento compartido del conocimiento no debe limitarse a la creación de nuevos conocimientos, la promoción de los conocimientos de dominio público, o la reducción de la "brecha cognitiva". Ha de suponer un acceso universal al conocimiento, así como una participación activa de todos. Por tanto, será la clave de las democracias del mañana, que han de basarse en un espacio público de nuevo tipo en el que tendrán lugar verdaderos encuentros y debates con una participación de la sociedad civil, permitiendo así tratar los problemas de la sociedad con una óptica prospectiva. Los actuales "foros híbridos" y las conferencias de ciudadanos ya están prefigurando ese aprovechamiento compartido, por lo menos en algunos aspectos.
Es evidente que el aprovechamiento compartido del conocimiento tropieza con obstáculos. Éstos, al igual que las soluciones que proponemos, se analizan en el Informe Mundial de la Unesco Hacia las sociedades del conocimiento, publicado hace unos meses bajo la dirección de Jérôme Bindé. La sesión de los Coloquios del Siglo XXI, celebrada recientemente en la Unesco y centrada precisamente en este tema, ha permitido aprehender mejor los factores principales que frenan ese aprovechamiento: la polarización, la "brecha digital", la "brecha cognitiva" -más grave aún- y la desigualdad entre hombres y mujeres. Para superar esos obstáculos, las sociedades tienen que invertir masivamente en la educación para todos a lo largo de toda la vida, así como en la investigación, el "infodesarrollo" y el fomento de "sociedades del aprendizaje", respetando más y mejor la diversidad de las culturas cognitivas y los conocimientos locales, tradicionales y autóctonos. El aprovechamiento compartido del conocimiento no se podrá seguir aplazando indefinidamente para mañana porque, lejos de constituir un problema, representa una solución. En efecto, no entraña una división del conocimiento, sino que lo acrecienta y multiplica.
Koichiro Matsuura es director general de la Unesco. © Unesco.
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