Una pena, o peor, un asco
Con la misma independencia de criterio con la que consideré públicamente un error el nombramiento de la señora Mieras como consellera de Cultura de la Generalitat de Catalunya, dado su absoluto y total desconocimiento del medio cultural, me alegré después de la designación de su sustituto, Ferrán Mascarell, que ya había demostrado, al frente de la Regidoría de Cultura del Ayuntamiento, tener capacidades sobradas para llevar a cabo una gestión cultural meritoria. Baste recordar el incremento de bibliotecas municipales durante su mandato o la celebración de l'Any del Llibre i la Lectura que propició numerosos actos culturales en los que se vieron involucrados escritores, editores, libreros y lectores en una Barcelona que desde el siglo XVI ha sido un potente centro editorial en el mundo hispano y que no puede permitirse dejar de serlo en el futuro.
Aseguran quienes dicen saberlo de primera mano que la nueva coyuntura política prescindirá de Mascarell, que la "Entesa" no le tendrá en cuenta en el nuevo reparto de cargos. ¡Qué lástima! Ferrán Mascarell es una persona inteligente, culta, abierta, dialogante, un gestor bien preparado y con amplitud de miras, con proyectos. Merecería quedarse.
Pero ya se sabe que en política no siempre cuentan los que verdaderamente valen, sino los que tienen un determinado valor de cambio y que a menudo, tanto en los partidos de derechas como en los de izquierdas, mandan mucho más las circunstancias y los intereses que los méritos personales probados y comprobados. Una pena, o peor, un asco.
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