Más insultos que propuestas entre los candidatos presidenciales de Ecuador
Discursos populistas del conservador Noboa y el izquierdista Correa
Ni siquiera en la última oportunidad que tenían para hablar a sus votantes los candidatos a la presidencia de Ecuador, el conservador Álvaro Noboa y el izquierdista Rafael Correa, fueron capaces de moderar sus discursos populistas. A tan sólo 24 horas de la segunda y definitiva cita electoral, ambos cerraron sus campañas con más insultos que propuestas concretas. Las posiciones son antagónicas.
Un ejemplo es la relación con EE UU, principal socio comercial e inversor de Ecuador: mientras el izquierdista Rafael Correa mantiene una actitud muy desafiante, el conservador Álvaro Noboa una que se interpreta como servil.
Más que políticos, Noboa y Correa parecían el jueves por la noche dos personajes de la prensa rosa, explotando las miserias del rival en un plató de televisión. La diferencia es que se insultaban casi a la misma hora desde ciudades distintas. Desde Quito, su plaza fuerte, el candidato izquierdista acusó a su rival de querer "comprar" la presidencia del país con "sus chequeras". Noboa, cuyo imperio familiar tuvo origen en las plantaciones bananeras, es propietario de 110 empresas. "Explotador laboral", "millonario engreído", fueron otros de los calificativos que Correa propinó a su competidor frente a miles de sus seguidores en la capital ecuatoriana.
Después del acto en Quito, Correa hizo un último y apresurado discurso en la provincia costeña de Manabí para intentar recortar la enorme distancia en votos que en esa zona le sacó su contrincante en la primera vuelta. Tanto en Quito como en Manabí, Correa insistió mucho en la posibilidad de que haya fraude en las elecciones de mañana. Pidió a los votantes que llevaran su propio bolígrafo para marcar la papeleta y que "vigilaran muy bien su voto", porque hay "corruptos que intentan crear un ambiente de empate técnico para luego modificar los resultados".
En Manabí, lugar al que Correa acudió tres veces en 10 días, está Manta, la localidad donde los militares estadounidenses ocupan una base desde 1999. El acuerdo por el que se cedió la instalación caduca en 2009 y Correa no quiere renovarlo. La permanencia o salida de los militares estadounidenses no sólo es una cuestión de seguridad (se supone que están allí para evitar que el conflicto colombiano se extienda a Ecuador y para luchar contra el narcotráfico), sino también económica.
Donde hay militares extranjeros hay empleo indirecto y dinero que circula. Por eso, aunque el sentimiento antiamericano es muy grande en Ecuador, los votantes no están tan seguros de que los gringos deban irse, y Noboa ha explotado esta duda.
La cuestión de la base de Manta, no obstante, no es lo único que separa a los candidatos en torno a su propuesta de relación con Washington. Correa tampoco quiere calificar de terrorista a la guerrilla colombiana, ni oír sobre la posibilidad de que Ecuador pierda su neutralidad frente al Plan Colombia, concebido hace siete años por los ex presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton para acabar con la guerrilla y los carteles de la droga.
No sólo no se ha logrado el objetivo, sino que el conflicto ha empeorado y esporádicamente se extiende al territorio ecuatoriano. Aparte de esto, Correa también pretende revisar los contratos de las petroleras, aunque no únicamente de las norteamericanas, y se opone tajantemente a un tratado de libre comercio con EE UU.
Noboa aprovechó este discurso para tachar de "comunista" a su rival, en el cierre de su campaña en Guayaquil, su bastión electoral. Con una Biblia en la mano, y arrodillado rogando el voto, el candidato conservador destacó los "fallos psicológicos y morales que ha tenido toda su vida" y el hecho de que su esposa sería una mejor primera dama que la de su rival, porque era mucho más "popular". Noboa dijo que Correa eliminaría la dolarización de la economía, algo que asusta a mucha gente, puesto que es generalizada la opinión de que la adopción del dólar como moneda en 2000 trajo estabilidad económica al país.
Para el mediodía de ayer en Ecuador, la campaña ya se había esfumado de la conversación de bares y centros comerciales, dando paso a los comentarios y las apuestas sobre el clásico que en unas horas más iban a disputar el Nacional de Quito frente al Barcelona de Guayaquil en la liguilla del fútbol ecuatoriano, y de lo guapa que era la nueva reina de belleza quiteña.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.