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EN SEGUNDO PLANO | Juicio por el mayor atentado en España

Zouhier apela a Manjón por dos veces

Antonio Jiménez Barca

Llaman a declarar a Rafá Zouhier, acusado de servir de enlace entre los que vendieron los explosivos y los que los colocaron en los trenes. Lleva toda la mañana repasando sus notas, sentado en la esquina donde se coloca siempre, en primera fila, a un palmo del cristal, con el cuerpo hacia delante. Cuando oye su nombre se levanta como propulsado por un muelle y se pone de pie mirando al público, hacia donde se acomodan cada día las víctimas.

Dirigiéndose a ellas, aún desde la pecera blindada, se pone la mano en la oreja, como diciendo "Escuchad lo que tengo que decir". Después sale de la pecera, se sienta en la silla azul, enfrente del micrófono. Lleva una cazadora marrón con inscripciones en inglés. Una de ellas dice "love".

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Antes de comenzar a hablar respira agitadamente tres o cuatro veces. Da la impresión de que está deseando declarar. Cuando el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, le pregunta si se considera culpable o inocente, no lo duda:

-Superinocente.

-El super sobra -le replica el presidente del tribunal, que añade: -No le voy a consentir ni una. A la mínima le mando al calabozo.

-Yo no sé cuál es la mínima.

A lo largo de su declaración, Zouhier invocó en varias ocasiones a las víctimas del atentado. Y dos veces apeló directamente a la presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, Pilar Manjón. En la primera, al contestar una pregunta del fiscal sobre Jamal Ahmidan, El Chino, considerado el jefe operativo de la célula terrorista, encargado de adquirir los explosivos y uno de los suicidas de Leganés. El fiscal le inquirió a Zouhier si tenía el teléfono de El Chino. Zouhier le contestó, atropelladamente, echándose la mano al pecho: "No lo tenía, quiero que se aclare todo, y quiero que lo sepa la señora Manjón".

Ejercicio de cinismo

Algunas de las víctimas se revolvieron entonces en sus asientos ante lo que consideraron un ejercicio de cinismo. Pilar Manjón, que acude cada día y no se pierde ni un minuto de la vista, miraba hacia delante en silencio. Minutos después, Zouhier se permitió responder con ironía a uno de los abogados de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. Y lo quiso arreglar con la frase: "Y le respondo por el respeto a Manjón", aseguró. Ésta siguió en silencio.

A la salida, la presidenta de la asociación se limitó, al principio, a encogerse de hombros ante la alusión personal de Zouhier. Después comentó: "La próxima vez que ese individuo aluda a mí en el juicio espero que el presidente del tribunal le corte. Si no, me levantaré y lo haré yo".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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