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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

El confidente Cartagena rectifica ante el tribunal todas sus declaraciones sumariales

Afirma que vio a El Tunecino reunido con miembros de la UCIE un año antes de los atentados

El macrojuicio del 11-M tuvo ayer una jornada sorprendente. El confidente policial y testigo protegido conocido como Cartagena rectificó completamente sus declaraciones sumariales, aseguró que había sido amenazado por varios policías y proporcionó una nueva historia que nunca antes había contado, a pesar de sus numerosas declaraciones en tres juzgados de la Audiencia Nacional. Cartagena afirmó que vio a Serhane el Tunecino, jefe de la célula autora de los atentados del 11-M, reunido con varios agentes de la Unidad Central de Inteligencia Exterior (UCIE) un año antes de la matanza.

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La noticia bomba proporcionada por el confidente fue que sobre principios de 2003 estaba comiendo un bocadillo en Atocha y vio pasar en moto a Serhane el Tunecino con Said Berraj. Agregó que aunque ya no colaboraba con la UCIE decidió seguirles en su propia moto y presenció como entraban en un restaurante de Madrid. Precisó que entró en la cafetería un poco después y vio ya sentado en una mesa a El Tunecino con uno de los inspectores de la UCIE con los que él solía reunirse.

A pesar de señalar que ya no colaboraba con la UCIE, afirmó que volvió a reunirse con sus controladores y les preguntó si Serhane colaboraba con algún servicio, insinuando que estaba a sus órdenes. Cartagena puntualiza que la pregunta no les gustó y le ordenaron que se fuera de Madrid por su propia seguridad.

La historia no se sostiene, no sólo por la dificultad de seguir a una moto en marcha cuando el perseguidor está parado comiendo un bocadillo, sino porque Cartagena señala que en esas fechas, enero de 2003, ya no colaboraba con la UCIE, cuando sus confidencias en octubre de 2004, siete meses después de los atentados, permitieron la detención de 32 islamistas que pretendían volar la Audiencia Nacional en la Operación Nova.

Posible venganza

Mucho más probable es que la nueva versión obedezca a una venganza contra la unidad policial que no le ha cubierto de los ataques de algunos medios de comunicación. Hay que tener en cuenta que Cartagena informó sobre el fundamentalismo de Serhane el Tunecino y de Mustafá Maimouni con anterioridad al 11-M y que con posterioridad facilitó las claves de las detenciones de la Operación Nova. Sin embargo, su nombre, alias y otros datos identificativos fueron publicados en la portada de El Mundo, por lo que todos los denunciados y los amigos de los implicados en el 11-M que están en libertad saben quién es. El miedo es libre.

Ayer precisamente se resistía a entrar en la sala. El presidente del tribunal tuvo que obligarle a sentarse. Lo primero que dijo es que antes tenía miedo y que todo lo que declaró en el pasado fue por tener miedo a los policías de la UCIE y miedo de los jueces Garzón y Del Olmo, pero que ahora ya no tiene miedo de nada. Eso sí, a las preguntas de si conocía a algunos procesados que están en la pecera, no conocía a ninguno, pero si por casualidad conocía a alguno, decía que no tenía ninguna vinculación con los atentados. Pero sin miedo, porque el tercer psiquiatra pagado por el Estado le ha liberado del miedo. O eso dijo, porque ha cambiado de identidad, de teléfono, de correo electrónico y nadie sabe dónde vive.

Como no todo podía ser mentira, sí ratificó que Serhane el Tunecino era el líder espiritual del grupo y que Mustafá Maimouni, preso en Marruecos como autor de los atentados de Casablanca, era más un coordinador o un organizador del grupo.

Ahí fue donde dijo también que había avisado de que El Tunecino buscaba mártires. Aseguró que había informado a la UCIE de que El Tunecino había dicho que no había necesidad de ir Afganistán a hacer la yihad, sino que quería mártires en Francia o en España. Y en una reunión, Serhane preguntó a los presentes si estaban dispuestos a ser mártires y todos levantaron la mano, incluso él.

Cartagena había declarado ante el juez Garzón que Mohamed Achraf, el líder de la Operación Nova, había conocido en los calabozos de la Audiencia Nacional al etarra Juan José Rego Vidal, que había intentado atentar contra el Rey en Palma de Mallorca. El testigo dijo que éste le había proporcionado al islamista teléfonos de etarras, aunque no conste que se haya producido ningún contacto telefónico.

La venganza se concretó cuando el confidente dio los nombres de los policías que supuestamente le extorsionaban, que en realidad eran sus controladores: Guillermo Moreno y Antonio Jesús Parrilla. Este último fue quien acudió a Asturias a detener a Emilio Suárez Trashorras y está en libertad bajo fianza tras ser acusado de revelación de secretos a El Mundo sobre una mafia policial que supuestamente traficaba con explosivos, un caso que se intentó vincular al 11-M. Parrilla ya no trabaja en la UCIE y, tras pagar una fianza gracias a una cuestación de aquel diario, está en libertad, apartado del servicio. El tribunal decidirá si ordena proceder contra Cartagena por falso testimonio.

Abogados y miembros de la acusación particular, ayer durante el juicio del 11-M.
Abogados y miembros de la acusación particular, ayer durante el juicio del 11-M.EFE

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