La tienda de las segundas oportunidades
Éxito de clientes en la apertura del local que vende objetos hechos por reclusos y les da trabajo
Alexandre tiene 19 años y se ha pasado los últimos tres en un centro de reeducación de menores de Madrid porque dedicó su adolescencia a la mala vida. "Allí me han enseñado a respetar a los demás, a ser responsable". Su estancia en el internado también le ha insuflado ilusión. Porque a Alexandre le brillan los ojos cuando atiende a los clientes de Asombra, la primera tienda de España dedicada a vender artículos elaborados por los presos de las cárceles españolas y los menores de los centros de reinserción de la Comunidad de Madrid. Este joven ruso es uno de los cuatro internos que ayer comenzaron a trabajar como dependientes del establecimiento, ubicado en el número 24 de la calle León, en pleno centro de Madrid.
El barrio de las Letras está poblado de comercios, pero ayer ninguno estaba tan repleto como el local de Asombra. "Esto es una locura", exclamaba el personal de la tienda, que no acertaba a precisar cuánto dinero había entrado en la caja registradora apenas dos horas después de la apertura. "¡Pero si está todo tirado de precio!", comentó una mujer que husmeaba en las estanterías. Abanicos, juguetes, obras de arte, carpetas y cuadernos, souvenirs del Real Madrid y del Atleti y hasta instrumentos musicales. Desde dos euros hasta 130, en Asombra se pueden adquirir infinidad de cosas. Todas hechas a mano. Todas creadas por personas que viven entre rejas.
Los primeros en pasar por caja fueron la directora general de Prisiones, Mercedes Gallizo, y el consejero madrileño de Interior, Alfredo Prada. Gallizo compró una figura de una menina realizada en barro, mientras que Prada escogió un álbum de fotos que regalará a su jefe de gabinete para que puede colocar los primeros retratos de su hijo recién nacido. Por la tarde, los clientes tampoco dieron tregua a los dependientes. Una mujer se gastó unos 400 euros entre juguetes y un cuadro elaborado con hilo que reproduce una pintura de Roy Lichtenstein. Pero los artículos más solicitados fueron los abanicos pintados a mano por las internas de la cárcel de mujeres de Huelva.
Gallizo, que avanzó que Prisiones se plantea abrir más tiendas como Asombra en otras ciudades, destacó que el proyecto pretende "mostrar a la sociedad que quienes cumplen condenas son personas con sueños e ilusiones" que, como agregó el consejero, "merecen una segunda oportunidad". Alexandre, que está en libertad vigilada, ya ha comenzado a comprobar que atender a los clientes de Asombra le estimula más que delinquir. Antes, como confiesa con la mirada esquiva, sólo pensaba en trazar un plan para fugarse del centro de menores. Ahora se estruja el cerebro preguntándose qué negocio le gustaría montar cuando sea libre.
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