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Proyecto a proyecto

Hace más de 200 años, en los albores de la revolución industrial, Adam Smith afirmaba que la riqueza de las naciones dependía de la capacidad de las personas y de su participación en la organización de los procesos productivos. Smith también hablaba de la importancia de los filósofos o de los "hombres dedicados a la especulación", precedente de los actuales científicos e ingenieros. O de lo que más modernamente llamamos personas con talento.

Hoy, con la globalización y la sociedad del conocimiento, la formulación anterior no solamente sigue siendo cierta, sino que su importancia se ha acentuado debido al papel que están desempeñando las tecnologías de la información y de las comunicaciones, junto con la práctica eliminación de los límites al comercio internacional. Hoy, la riqueza de las naciones viene determinada por la capacidad de generar y atraer personas con talento y con gran capacidad de iniciativa.

El capital social está en personas que se conocen y abordan ideas ambiciosas
Hoy, la riqueza de las naciones viene por la capacidad de atraer personas con talento

En este contexto, las ciudades compiten a escala global para llegar a ser nodos de la red y, para ello, necesitan actuar como polos de atracción del talento existente en todo el mundo. La teoría de las tres T de Richard Florida ilustra esta constatación. El gran objetivo de Cataluña es, pues, conseguir que Barcelona y su área metropolitana sean un nodo potente de la economía global. Porque junto a Barcelona, va a estar el conjunto del país y, seguramente, la eurorregión de la que Barcelona es centro neurálgico y gran polo económico y demográfico.

Pero por lo visto durante los últimos años, la mejor manera -si no, la única- de conseguir este objetivo de potenciación de la atractividad de la Barcelona metropolitana es mediante la lógica del proyecto. El verso a verso del poeta deviene en un proyecto a proyecto. Porque el principal activo de la sociedad catalana de hoy es su capacidad de iniciativa y su capital social.

Capacidad de iniciativa que permite que hoy en Cataluña haya una gran cantidad de proyectos innovadores generados desde la iniciativa local, empresarial o personal. Es un capital social que permite que algunos de estos proyectos puedan arrancar y consolidarse a partir de la confianza entre personas concretas, sin necesidad de otras instancias o marcos de referencia.

Se trata de un modelo -o de un no modelo- en el que las personas y la sociedad civil ejercen un papel determinante, desde la responsabilidad individual y con una geometría variable en cada caso. Es cierto que es un sistema algo ineficiente y que a veces se pierden oportunidades por falta de los apoyos necesarios y por la inexistencia de un marco de referencia. Pero, en cualquier caso, tiene algunas ventajas y, por otra parte, como diría el castizo, eso es lo que hay. En estas condiciones, cada proyecto responde a las características de, como decía el recordado Pere Duran Farell, una cierta conspiración cívica.

A veces se trata del equipo dirigente de una empresa que se propone crear una multinacional con base en Cataluña. En otros casos es un rector de universidad que se pone de acuerdo con el presidente de una cámara de comercio para participar conjuntamente en un proyecto. O se trata de un spin off que busca el apoyo de un profesor universitario o del director de un centro de investigación. Puede ser también un alcalde inquieto que contacta con la persona apropiada. En general, se trata de dos o tres personas que se persuaden de que es posible tirar adelante un proyecto ambicioso en el nuevo marco de la economía global basada en el conocimiento. Y todo ello en el marco de una cierta discreción, a la catalana. Me resisto a dar algunos nombres, pues estoy seguro que el lector conoce casos más que suficientes. Les aseguro que, por suerte para el país, hay muchos casos que no aparecen en los periódicos, pero que están ahí.

Ésta es la auténtica riqueza del país. Su capital social basado en personas concretas que se conocen, que se tienen confianza y que se proponen mediante su esfuerzo personal tirar adelante proyectos ambiciosos. Es la auténtica nueva riqueza de las naciones, basada en los proyectos que algunos consiguen concretar con tenacidad. Y como este es el marco en el que, visto lo visto, vuelvo a repetir, nos moveremos en Cataluña durante los próximos años, es mejor adaptarse a la situación y poner en cada caso todo nuestro entusiasmo... proyecto a proyecto.

Miquel Barceló es catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluña.

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