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Reportaje:

El polizón de los cartílagos largos

Repatriado un ghanés al que los médicos consideraron mayor de edad por dos radiografías

Daniel Arthur tenía los cartílagos demasiado desarrollados para quedarse en España. Una radiografía de su mano derecha lo envío ayer de vuelta a Ghana, de donde partió junto a su amigo Moustapha Idrisu el pasado día 4. Ambos se colaron entre las semillas de algodón que el buque cargó en el puerto de Thema para transportarlo a una factoría polaca.

Idrisu no soportó la inhalación del aluminio fósfido, el conservante tóxico utilizado por la tripulación para fumigar la carga, y falleció ya durante el primer día de travesía. Arthur, que recibió los cuidados de los marineros durante tres semanas, llegó sano y salvo, y sin embargo su primer destino tras poner pie en tierra firme, el martes a las ocho de la mañana, fue el hospital Juan Canalejo. Con la lección de inmigrante bien aprendida, cuando la policía de aduanas acudió a interrogarlo al puerto coruñés, les comunicó por señas que tenía 17 años. No hablaba español y tampoco portaba documentación oficial. Sólo una mochila y una revista arrugada después de tantos días de navegación.

En la sala de rayos del hospital coruñés se limitó a obedecer las instrucciones del médico. Colocó su brazo en dos posiciones distintas y esperó. Después de analizar detenidamente las sombras de la muñeca y de los dedos pulgar y anular, el traumatólogo determinó que el joven Arthur era mayor de edad. Las pruebas oseométricas, a las que los expertos le otorgan una fiabilidad del 95%, le adjudicaron 19 años. Nadie valoró el margen de error.

No hubo radiografía para medir el grado de maduración de la columna. Con las placas en su poder, el Ministerio del Interior inició ya el martes el procedimiento de extradicción a Ghana. La hipótesis del asilo político tampoco fue contemplada. La naviera del carguero Danica Brown eligió pagar sus pasajes de avión en lugar de embarcarlo para repetir a la inversa el viaje hacia tierras africanas. A las 13 horas de ayer, el joven ghanés deambulaba por la terminal de Lavacolla custodiado por tres agentes de la policía y dos empleados de la aseguradora del barco. No habló con nadie. "Ni periodistas ni oenegés", advertía ayer una funcionaria de policía en los pasillos del aeropuerto.

Bajo el arco del detector de metales, asintió a las instrucciones de los agentes con la mirada extraviada. Alguien le preguntó en castellano si llevaba móvil. Ni se inmutó. Agarró su revista con las páginas manoseadas, se colgó la bolsa al hombro y subió las escaleras. Esta noche, después de tres escalas en Madrid, Senegal y Costa de Marfil, regresará a Accra, la ciudad de donde partió hace 25 días. Los expertos de extranjería están convencidos de que el joven volverá a intentarlo. En el Canalejo se quedan dos radiografiás sin paciente.

El <i>Danica Brown</i>, el barco en el que viajaban los dos polizones ghaneses.
El Danica Brown, el barco en el que viajaban los dos polizones ghaneses.

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