"Vamos a reconvertir la citricultura"
Muy en su nuevo papel, la responsable agraria de la Generalitat insiste en ver la botella medio llena. Pero llega al sector agrario en un momento de gran desánimo por una falta de rentabilidad que está poniendo a muchos agricultores entre la espada y la pared. Directora del Ivex (Instituto Valenciano de Exportación) durante cinco años, Hernández recuerda que fue el sector citrícola el que abrió las puertas a la exportación valenciana. El potencial y la vocación existen, pero deben actualizarse, "adaptarse a las técnicas del marketing internacional actual". Cree que es el momento de repensar y adaptar el sector.
Pregunta. Asume el cargo en el momento más bajo para el campo. ¿Qué se hace mal?
"También las denominaciones de origen tienen que modernizarse"
"Necesitamos un nuevo impulso, repensar nuestra citricultura"
"El Plan Millorar es la mejor plataforma de nuestras iniciativas"
"Vamos a hacer un esfuerzo en internacionalizar las empresas"
"La ley del minifundismo no salió bien pero hay otras ideas"
"El campo valenciano necesita savia joven y renovación"
Respuesta. Disiento. Acepto que es el momento más bajo en cuanto a campaña citrícola, pero el sector agroalimentario es mucho más que la citricultura. Es cierto que la campaña citrícola ha creado desánimo porque no ha habido precio en el campo. Pero también es cierto que nuestros indicadores agroalimentarios son referentes mundiales. Aunque el campo está en reestructuración al igual que en las demás economías occidentales. El sector será lo que todos queramos. Habrá menos superficie cultivable y menos agricultores, pero al final tendremos un sector potente y equilibrado entre demanda y oferta. La demanda de alimentos crece y tenemos que estar preparados.
P. El sector citrícola valenciano está en una encrucijada y mientras baja la superficie de cultivo, crece en otras zonas.
R. Tenemos la producción citrícola de más calidad y más dinámica del mundo. La naranja es, además, la fruta más consumida y valorada, y cada año aumenta su consumo. Lo que no tenemos que hacer es dormirnos y pensar que como ya lo hemos hecho muy bien a lo largo de los años, está todo resuelto. Necesitamos un nuevo impulso, repensar de nuevo cómo tiene que ser nuestra citricultura. El problema fundamental no es de sobreproducción sino de excesiva oferta en un momento determinado del año. Si somos capaces de trasladar ese exceso de oferta de finales de noviembre, diciembre y enero a abril, mayo y junio, cubrimos toda una campaña, no nos desplaza el producto de otras citriculturas y cubrimos los mercados internacionales. Tenemos que planificar pensando en una campaña larga que abarque el mayor número de meses.
P. Un gran problema del campo es el envejecimiento de sus profesionales. ¿Cree que afecta a ideas y estructuras?
R. Todas las actividades socioeconómicas necesitan de la sabiduría y experiencia de la gente mayor, pero también de la savia joven, renovación y mirar al futuro con ilusión y esperanza. Es necesario insistir en programas de incorporación de jóvenes. Pero no nos engañemos, esto se hará en la medida en la que esta actividad les ofrezca similares niveles de bienestar que otras ocupaciones. La gente joven no puede ni debe renunciar a la cómoda vida actual.
P. ¿Qué debe hacer el sector que nadie puede hacer por él?
R. Las medidas políticas deben crean estructuras y entornos favorables al desarrollo de la actividad, pero sin ninguna duda las decisiones deben ser de carácter empresarial. Nosotros tendremos que hablar de la citricultura, de las variedades que deberían estar a partir de ahora implantándose, pero la decisión es de ellos. Los dirigentes deben crear ese clima de proyección de futuro, de renovación, de repensar cómo queremos nuestro sector y ponerse a hacerlo.
P. El Libro Blanco, los foros agrarios, el Plan Millorar. Tres iniciativas en pocos años que el campo ha criticado como buenas intenciones que quedan en papel mojado. ¿Faltan ideas y sobran planes?
R. Me ciño al Plan Millorar. No vamos a definir ningún otro. El Millorar está recién elaborado y es una excelente plataforma de partida para poner en marcha muchas medidas y actuaciones. Es fruto del consenso mayor que nunca se ha producido en el sector agrario. Algunas medidas ya están en marcha, otras las pondremos a partir de los próximos presupuestos, siempre dentro del rediseño continuo de las soluciones que se aplican, que no son intocables. Vamos a poner en marcha medidas como el plan de reconversión varietal para la citricultura. El IVIA ha puesto a disposición de los viveristas cuatro nuevas variedades, mandarinas tardías de excelente calidad. El año próximo crearemos un plan que permita apoyar económicamente a las explotaciones que incorporen estas variedades.
P. ¿Alguna iniciativa nueva?
R. Haremos un esfuerzo importante en internacionalización, no solo de productos, sino de empresas y, en consecuencia, del sector agroalimentario. Esto se materializará en la creación de la Agencia Valenciana de Exportación de Productos Hortofrutícolas.
P. Una parte del sector critica que falta presupuesto
R. Un presupuesto que crece un 2,4% y que sube ininterrumpidamente desde 1995 es fácil de defender. En materia de pesca sube en más de un 15% y en ganadería, un 4,7%. El 14% va dirigido a investigación, fundamental para aportar conocimiento. La otra gran área, que consume un 25% o 26% del presupuesto, son los programas de apoyo directo al agricultor para el mantenimiento de la renta. Son programas de reconversión varietal, de incorporación de jóvenes, de jubilación anticipada.
P. Un gran lastre del campo es la falta de concentración de la oferta. La ley del minifundismo no tuvo eco. ¿La modificará?
R. La ley del minifundismo, no salió bien. Ahora se están ensayando otro tipo de ideas que permitan agrupar la oferta. El cultivo en común se está demostrando muy interesante, pero requiere de un esfuerzo de los líderes sindicales, agrarios, de las propias cooperativas.
P. Menciona el cooperativismo. Con excepciones, no parecen haber tirado de ese carro.
R. Las cooperativas son estructuras que han vertebrado el mundo agrario de nuestra comunidad. Podríamos decir lo mismo que de las denominaciones de origen (DO), de los agricultores o de la Administración: es la hora de adaptar las estructuras cooperativas a la realidad económica.
P. En el campo de la internacionalización hubo un intento de crear una marca paraguas de vino para el mercado exterior.
R. Es una vieja aspiración crear marcas que amparen todos los productos de calidad que la tierra dé. No renuncio a ser capaz de trasladar al sector la necesidad de trabajar con una marca que realmente pueda identificar todos los productos de la tierra y tenemos que ser generosos porque hay marcas que tienen más repercusión que otras y al final uno lo que busca es notoriedad, presencia y peso en los mercados exteriores. La política comercial de las denominaciones de origen, desde el punto de vista del control de la calidad y de la producción, es esencial, pero desde el punto de vista de la comercialización exterior no es suficiente.
P. ¿Cree que las DO deben modernizarse?
R. Todos debemos modernizarnos, también las DO.
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