37 horas a cuatro metros bajo tierra
Desalojados los 'ocupas' de Sevilla
"La desproporción que parece el túnel es proporcional a la cantidad de trabajo, cariño, ilusión y ganas que hemos metido en Casas Viejas". Así explicaba Beatriz, portavoz de los colectivos antisistema que ocupaban desde hace cinco años este edificio del barrio de la Macarena, en el centro de Sevilla, su oposición al desalojo ordenado por el juez. La policía cercó el inmueble el jueves y desalojó a cuatro personas mientras en la calle se registraban enfrentamientos con simpatizantes de los colectivos afectados. Pero dos okupas permanecieron hasta anoche encadenados en un túnel a cuatro metros de profundidad.
Los encadenados estaban sujetos por un mosquetón al final de un tubo
Los encerrados disponían de cámara y micrófono
Iván Díaz, profesor de la facultad de Geografía e Historia de Sevilla, de 28 años, aguantó casi 36 horas, hasta las 19.30 de ayer. Su compañero de protesta, Agustín, carpintero y albañil, aguantó una hora y media más.
La asamblea del centro social diseñó y cavó durante un año el túnel. "Saben lo que hacen, son adultos y gente muy formada", dijo Diego Cañamero, líder del Sindicato de Obreros del Campo que, desde el jueves por la noche, ejercía como mediador a petición del colectivo.
Beatriz, compañera de los jóvenes, explicó que el zulo es un pequeño habitáculo donde caben tumbados, con escasa movilidad al tener todo el brazo dentro de un tubo metálico. "Allí hace mucha humedad pero nada de frío, al revés, hace calor".
La policía ya sabía el jueves que los dos ocupas podían desencadenarse solos. El anclaje era sólo un mosquetón, un dispositivo de cierre parecido a un eslabón que no precisa candado y que se usa en montañismo, barcos o como llaveros. Los Grupos de Operaciones Especiales de la policía (Goes) y los artificieros (Tedax) lo averiguaron con una cámara de fibra óptica.
Pero forzar su liberación era difícil porque en el habitáculo, que tenía algunas zonas de sólo medio metro cuadrado, no cabían dos personas. Además, los jóvenes, aunque no ofrecieron una respuesta violenta, sí dificultaban cualquier intento de liberación. Se decidió entoces introducir un dispositivo articulado con una pequeña navaja en la punta para poder manipular el cierre. Los dos jóvenes volvieron a resistirse. Entonces fueron inmovilizados por las piernas. Iván Díaz, el más joven se liberó solo finalmente. Al otro hubo que soltarlo.
Los encerrados disponían de cámara y micrófono, por lo que la policía sospecha que pudieron usarlos para estar en contacto con otros compañeros.
Iván salió a las 19.30 y lo hizo en camilla, directo a una ambulancia que esperaba en la puerta del inmueble.
Poco tardó en correr la voz y decenas de simpatizantes se agolparon en los alrededores del centro con vítores, aplausos, pitos y silbidos. "Está bien, ha salido mareadito, con sensación de claustrofobia. Y es que ahí había mucha humedad. Menos mal que es ya de noche; que si no, no aguanta" contestó un bombero a un vecino que se interesó por su estado.
Iván Díaz fue trasladado al hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde comprobaron que se encontraba en buen estado. De inmediato cambió de destino, las dependencias del Cuerpo Nacional de Policía.
Los comentarios sobre el compañero de protesta eran que Agustín estaba "más fuerte moralmente" y "resistía más". Pero Agustín fue desalojado a las 20.45. Le dio tiempo a saludar con los brazos antes de recorrer el mismo itinerario que su compañero.
El zulo estaba bien construido y denota mucha dedicación y la intervención de alguien "con conocimientos en la materia". Uno de los momentos de más peligro se registró cuando en el habitáculo sólo quedaron 18,8 puntos de oxígeno, ocho décimas más del nivel entre la vida y la muerte, según la policía.
"En esas situaciones, lo fundamental es el agua, el oxígeno y el frío", explicó Lucía Ortega, médico de familia con un máster en emergencias que trabaja en el 061 de Sevilla y que fue consultada por este periódico sobre las condiciones en las que habían pasado las horas de protesta Iván Díaz y Agustín. "En un derrumbe, cuando una persona carece de agua o alimentos, se desestiman las opciones de rescate a las 48 o 70 horas; pero con agua y oxígeno se puede sobrevivir hasta una semana", precisó.
El foro de Casas Viejas convocó dos manifestaciones para hoy, a las 12.00 y 18.00. La salida está prevista en la Plaza del Pumarejo (anexa al centro Casas Viejas) y terminará en la Plaza Nueva, frente al Ayuntamiento.
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