Viraje socialdemócrata
Los socialdemócratas alemanes han dado un golpe de timón reformista moderado con vistas a las elecciones federales, previstas para septiembre de 2009. Todo ello con un doble objetivo: frenar el derrumbe con respecto a los cristianodemócratas (actualmente, la ventaja a favor de la CDU de la canciller Angela Merkel es de 15 puntos) y controlar la sangría de votantes desilusionados del SPD que se han ido a la izquierda, la heterogénea plataforma que lidera el ex socialdemócrata Oskar Lafontaine con los antiguos comunistas de la Alemania del Este.
El terremoto es de gran calado, pero no está claro que satisfaga a los militantes más de izquierdas ni cierre la división existente en el partido, aunque quizá atraiga voto de la clase media. Franz-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores, será el candidato en 2009 y el presidente del SPD, Kurt Beck, será relevado por su antecesor, Franz Müntefering, el ex ministro de Trabajo, que decidió en 2007 abandonar temporalmente la política. Beck es un hombre sin carisma, que se ha caracterizado por los vaivenes de su coqueteo con la izquierda radical y que al final ha desorientado a todos.
En la operación se observa la influencia de Gerhard Schröder. Tanto Steinmeier, que no tiene acta de diputado, como Müntefering son muy leales al ex canciller, que se retiró tras la derrota en las elecciones de 2005. Fueron ellos quienes perfilaron la Agenda 2010, el conjunto de medidas de recorte social que en 2003 los socialdemócratas impulsaron desde el poder para reactivar la economía y frenar el desempleo. Esas iniciativas comenzaron a dar frutos en la revitalización económica, pero provocaron chispas en el SPD. El protagonismo que a partir de ahora desempeñará Steinmeier quizás cause fricciones en el Gobierno de coalición con el CDU. Merkel ha reaccionado con preocupación. En cualquier caso, la canciller no tiene intención de reeditar la fórmula si gana las elecciones de 2009.
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