Encantados de conocerse
El Congreso de los Diputados ha demostrado que un viejo refrán ha quedado obsoleto. Según se pudo comprobar en las primeras audiencias para que sus señorías evaluasen la idoneidad de los candidatos propuestos para el Consejo General del Poder Judicial, ya no es preciso fallecer para recibir las más sonoras alabanzas; basta con ser nombrado para dirigir el órgano de gobierno de los jueces. Falta por saber si esta capacidad para generar elogios de la que antes sólo gozaban los tránsitos a la otra vida se extenderá a todos los órganos del Estado, y no sólo a los cubiertos por el pacto sobre la justicia. Porque si esta repentina capacidad de las instituciones para generar melaza se revelase general, los ciudadanos tendrán ocasión de gozar de un espectáculo en los antípodas de esa crispación que tanto les ha abochornado durante tantos años, aunque con efectos no menos sonrojantes. Basta imaginar lo que sería cualquier toma de posesión, por no hablar de la inauguración de una legislatura.
Los participantes en los juicios de idoneidad de los vocales del CGPJ se han mostrado encantados de haberse conocido. Unos, los diputados, de haberse conocido a sí mismos, porque, sin duda, estiman que han realizado un excelente trabajo al elegir el nuevo Consejo. Otros, los vocales examinados, de hacerlo entre ellos, porque hasta ahora no podían siquiera imaginar que compartirían tarea con hombres y mujeres depositarios de tantas y tan grandes virtudes.
Una satisfacción como la que albergó el Congreso demuestra hasta qué punto España ya no es lo que era. Atrás quedaron aquellos tiempos cicateros de la envidia, de no reconocer a nadie ningún mérito. Ahora es todo lo contrario, la generosidad se ha impuesto de tal modo que se reconocen sobre todo los méritos que no se tienen. Si tanto han cambiado las cosas, el Parlamento deberá sacar hasta las últimas consecuencias y ordenar que se reinterprete el refranero. "Líbrenos Dios del día de las alabanzas" no deberá referirse a partir de este momento a esa hora fatal que nos ha de llegar a todos, sino a la empalagosa jornada en que un cargo cualquiera es designado por consenso.
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