Propiedad intelectual
Rodríguez Ibarra demuestra, además de una cierta frivolidad, un desconocimiento preocupante de lo que escribe sobre los derechos de autor. Dice, por ejemplo, que él ha querido comprar una sola canción y le obligaban a comprar el disco entero. Desde hace tiempo, cualquier persona puede descargarse la canción que quiera, salvo muy raras excepciones.
Afirma que la propiedad intelectual es discutible e "incluso se puede negar desde una concepción de izquierdas". De acuerdo. Pero, ¿por qué no negamos desde la izquierda la propiedad económica? O sea, yo estoy de acuerdo en que todo sea gratis: la música, la poesía, pero el vino también y el jamón y los automóviles.
Argumenta que él puede mirar una obra de arte cuantas veces quiera sin pagar nada. Se equivoca de nuevo. Alguien ha pagado por ello. El artista ha cedido esos derechos al Ayuntamiento, al museo o a Perico el de los palotes, normalmente a cambio de un dinero que le hace falta, por cierto, para comprar naranjas, adquirir un traje o comprar el hierro o el mármol de su siguiente obra.
Lo que hace Rodríguez Ibarra es negar la profesión de músico, de escritor, de artista. Según él, los artistas hacen un trabajo improductivo por el que no merece la pena pagar. Deben vivir del aire o con el sistema que él propone. Hay que reconocerle que tiene guasa para proponer una casilla en la declaración de la renta y que el ciudadano decida si quiere que se pague a los artistas. Con el mismo criterio, añadamos otra para los políticos.
En fin, soy un pequeño, pequeñísimo autor. No vivo de ello, pero cuando cobro por mis obras siento que se reconoce mi trabajo y mi contribución -humilde- a la cultura. Uno de mis hijos se dedica a hacer música y el muy descarado pretende vivir de ello.
Tengo muchas críticas hacia el sistema impuesto por la SGAE. Creo que es verdad que se ha llegado a un afán recaudatorio que roza la avaricia. Pero debatamos un sistema más justo, que compatibilice el derecho de los ciudadanos a acceder a la cultura con el de los autores a que sea valorado su trabajo y su escaso o abundante talento. Desde la seriedad y el rigor. Lo demás es demagogia barata.
Por cierto, digo yo que el señor Rodríguez Ibarra, consecuente con sus tesis, habrá rechazado el pago de sus artículos, ya que como él dice -y dice verdad-, son producto de miles de reflexiones y artículos de otros autores.
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