Vivir en una casa de revista
El chalé de Antón García-Abril, un 'hit' en YouTube pero, también, un hogar
Antón García-Abril tiene un fotógrafo japonés en su jardín. Está retratando su casa para la enésima revista de arquitectura. Se llama Hemeroscopium -la casa, no el japonés, y significa "el lugar donde se pone el sol" para los griegos-. Como ha salido en infinidad de publicaciones y programas de arquitectura, cada fin de semana aparecen turistas o estudiantes de arquitectura llamando a su puerta. García-Abril se deja querer. Él también se coló hace años en una casa que admiraba, la de Rem Koolhaas en Burdeos: "Por suerte, los guardas eran españoles y me la enseñaron entera", afirma.
"Yo soy vieja guardia", dice, "creo que la arquitectura hay que verla en vivo, las fotografías son muy mentirosas". Quizá por ello los turistas que llegan hasta Las Rozas atraídos por la fama de Hemeroscopium siempre se llevan una sorpresa: "Vienen pensando que van a encontrar un lugar frío, hostil y pesado y comprueban que es todo lo contrario, una casa confortable, ligera y amable". Tiene razón, en vivo, Hemeroscopium no tiene la frialdad de una casa de revista, se nota la vida: el bebé de la familia ha tomado el salón, la sierra madrileña entra por las enormes cristaleras, hay muebles de Ikea, el patio central invita a la charla. El dueño también ayuda. "No soy nada sesudo, a las visitas prefiero contarles cómo vivo". Nada de rollos técnicos sobre esfuerzos y estructuras helicoidales. "Eso ya lo he escrito un montón de veces, a los que llegan hasta aquí les hablo sobre mi familia y les doy una Coca-Cola". Permite que vivan su casa un rato.
"La arquitectura hay que verla en vivo, las fotos mienten", dice el arquitecto
Hemeroscopium se ensambló en siete días. Antes, García-Abril pasó años "pensándola" y un par de meses prefabricando sus piezas en un taller.
La mejor manera de entender cómo funciona este edificio es imaginar uno de esos juegos de equilibrio en los que hay que colocar palito sobre palito sin que se desmorone la pila. Es lo mismo pero con siete enormes vigas de hormigón pretensado y acero. En YouTube hay un vídeo en el que se intercalan imágenes a cámara rápida del ensamblaje con otras del arquitecto colocando delicadamente con los dedos las piezas de una maqueta. "Son los mismos gestos, pero en la obra, en vez de manos, usamos grúas de 60 metros", explica García-Abril que presume de que el vídeo es un hit. Impresionar, impresiona. Sobre todo la colocación de la pieza final -un bloque de granito de 20 toneladas- en la punta de una de las vigas: es el contrapeso de todo el asunto y cuando cae en su lugar parece magia.
"La suerte de construir tu propia casa es que eres como un científico que se inocula la vacuna que investiga", dice el arquitecto. También que el cliente es "supertolerante" con tus errores: "No me atrae la idea de perfección. Me gusta hasta lo que hago mal, porque me da la ocasión de arreglarlo". Además de las "razones" para hacer un hogar así ("desarrollar una técnica inédita que tiene como consecuencia un espacio inédito") hay "emociones" ("el deseo de experimentar los espacios que has soñado"). A medio camino entre el sueño y la vigilia se encuentra la piscina del tejado. Es una viga de hormigón en forma de U llena de agua que se dispara como una calle olímpica sobre las copas de los árboles. "Facilísima de hacer", zanja el arquitecto.
García-Abril habla claro porque además de arquitecto es divulgador. Lleva desde 1997 escribiendo sobre arquitectura en medios generalistas. "La arquitectura es fácil de comunicar porque es lo único que se aprende en la calle", dice, "es ante todo un relato social, basta con encontrar palabras sencillas". Por ejemplo: "El tinglado del mercado inmobiliario está montado para engañar a la gente: la buena arquitectura es un bien de primera necesidad, no una inversión o algo con lo que especular".
En el agradable patio de su casa la charla fluye: ¿Influencias? "Fisac e Higueras, porque eran libres". ¿Se puede definir la arquitectura? "No". ¿Vendería su casa? "Sería difícil, no por coleccionismo, sino por los vínculos que creas con un lugar donde has sido feliz". Como definición sencilla de arquitectura "un lugar donde ser feliz" no está nada mal.
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