Brasil condena a Massa

En una cosa hay un acuerdo total: si un equipo da una orden a un piloto, no le queda otro remedio que cumplirla. Esta premisa, sin embargo, suele ser mal entendida por los aficionados, que ven en este acto de acatamiento una sumisión imperdonable y una manipulación de la competición. Las dos cosas son ciertas. Y las dos se produjeron en el último gran premio, el de Alemania, cuando Ferrari ordenó subliminalmente pero de una forma excesivamente directa a Felipe Massa que cediera el paso a Fernando Alonso, porque el español estaba yendo más rápido que él. Ni el ingeniero de pista del brasileño, Rob Smedley, ni el propio piloto guardaron las formas. Pero ninguno de los dos imaginó las durísimas consecuencias del acto que acababan de realizar.

El asunto siguió coleando ayer en la primera jornada del Gran Premio de Hungría, que se disputará el domingo. Tanto en la conferencia de prensa oficial de la FIA, donde estuvo Felipe Massa y Rubens Barrichello, como en la de Fernando Alonso en el pabellón de Ferrari, el tema central fueron las órdenes de equipo y las reacciones de los pilotos. Y ahí trascendió que las consecuencias de aquel hecho no sólo se limitan a la multa de 80.000 euros que recibió la escudería italiana y lo que pueda ocurrir en el Consejo Mundial, sino que causó también un daño irreparable a la imagen del piloto brasileño. El día en que Massa llegó al circuito que donde hace un año sufrió el peor accidente de su vida, recibió una pregunta que tampoco olvidará. "Después de la última carrera le pregunté si temía por su imagen en Brasil y respondió que no. Pero hemos visto lo que ha ocurrido allí. ¿Qué nos puede decir? La gente dice que usted traicionó a su país?". Su respuesta fue airada. "Quien piense eso, está completamente equivocado. Todo lo que he hecho en mi carrera, lo hice por mi país, porque es lo más importante para mí".

Sin embargo, ni sus palabras ni las de Fernando Alonso cuando afirmó ayer que los pilotos siempre deben hacer "lo mejor para el equipo", sirvieron para paliar la pérdida de imagen que ha sufrido Massa en su propio país. "Su imagen se ha derrumbado", asegura Livio Oricchio, el prestigioso periodista decano de Brasil en la F-1. "La gente creía en él. Era considerado un ganador y miles de aficionados creían en él como futuro campeón. Sin embargo, la forma cómo se dejó adelantar por Alonso acatando las órdenes de equipo no le gustó a nadie. Los mensajes que aparecen en las webs y en las redes de comunicación le tachan de traidor y no aceptan su actuación". En las redes se pide también un boicot contra Shell, Fiat y el Santander.

Ayer, Massa soportó estoicamente las preguntas que le realizaron desde todos los ángulos del problema. Tanto él como Alonso habían sido instruidos de controlar sus respuestas y eludir el tema. Pero cuando le preguntaron a Massa qué haría si en Hungaroring recibía de nuevo un comentario similar, su respuesta fue clara: "Ganaré. Estoy aquí para ganar. Y si algún día debo aceptar que soy el segundo piloto, entonces me iré a casa. Por ahora no lo soy". Alonso se mostró de acuerdo. "Los dos estamos aquí para ganar. Estamos unidos, somos un equipo y esa es la fuerza de Ferrari. Sabemos que siempre hay que hacer lo mejor para el equipo. Por eso, toda esa polémica no me afecta. Si perdiera sólo un 1% de concentración po eso, estaría arreglado, porque en cada carrera surge alguna polémica".

Alonso y Massa hablaron durante la semana e intentaron limar asperezas. No lo consiguieron, la herida es demasiado reciente. Pero ambos tienen ahora claro el objetivo de Ferrari y los dos saben lo que deben hacer, pese a quien pese. "Lo que todos queremos es ganar los dos títulos", zanjó Alonso.