'Drag queen' a bordo
Félix Álvarez, Felisuco, acaba de estrenar en el madrileño teatro Santa Isabel La cena de los idiotas y aprovecha para contarnos un viaje de luna de miel que él define como "un tanto temerario".
¿Se fue a hacer puenting tras el "sí, quiero"?
No, lo temerario fue que 10 días antes de la boda tuve una angina de pecho. El cardiólogo me recomendó cancelar todo, pero me negué. Así que tras la boda nos fuimos una semana a Punta Cana y otra de crucero por el Caribe.
No sería muy estresante.
Eso creía yo. Pero el día que llegamos a República Dominicana fue muy sufrido.
¿Problemas con el hotel?
Era fantástico pero como iba muy débil y no había pegado ojo en el avión, nada más entrar en el bungaló me derrumbé en la cama. Entonces fue cuando empezó...
¿El qué?
Un ruidito muy molesto, parecido a un zumbido.
¿No sería un mosquito?
No, pero era igualmente molesto. Intenté ignorarlo, pero fue imposible. Miramos por todos lados, y nada, así que llamé a recepción para que viniera alguien de mantenimiento.
¿Lo solucionaron?
Acabé yendo a recepción porque no venía nadie y al final el tipo llegó a las tres horas. ¡Imagínese la mala uva que me entró! Estuvo una hora revisándolo todo; cañerías, aire acondicionado... ¡y nada! Cuando ya nos íbamos a cambiar de habitación, al tipo se le ocurrió levantar mi bolsa de mano. ¡Y resulta que de ahí venía el ruido!
¿Qué era?
¡Mi cepillo de dientes eléctrico, que estaba encendido! ¡Qué vergüenza! No volví a asomar la cara por recepción.
¿Algún ruido en el crucero?
Qué va, fue una gozada. El barco era uno de los que usaban para Vacaciones en el mar -ahí me enteré que aparecían barcos diferentes según el episodio- y nos pusieron en la suite nupcial. A bordo gané un concurso de drag queens, pero luego me quitaron el premio.
¿En serio?
Dijeron que no era justo que yo ganara por ser un profesional del espectáculo. Pero el disfraz no podía estar más improvisado; un tanga de mi mujer y unas hojas de parra artificiales que agarré de no sé dónde.
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