Debate sobre debate
Mucha política 2.0 y mucho asesor (los modernos se hacen llamar spin doctor, que viste más), pero, al final, los clásicos siempre triunfan. Y en el debate de ayer, pese a las corbatas que parecían cortinas y manteles y los gestos ensayados para que saliera el perfil bueno, lo importante fueron las palabras, como en la antigua Grecia. Ni Twitter se libró de los clásicos, aunque como buena herramienta moderna dejó atrás a los griegos y se quedó en la tradición asamblearia de los setenta, en ese tópico que reza que antes de debatir, camaradas, hay que debatir sobre cómo se debate para que el debate sea respetuoso. Una duda existencial para un domingo por la tarde: ¿con qué hashtag [etiqueta de seguimiento] se seguía el debate? Trascendental.
Hubo tres propuestas. La que triunfó, por fácil y rápida, fue el acrónimo de elecciones 2010, léase #e10. Su brevedad convenció: en el fragor de la batalla, concentró el 0,12% del tráfico mundial en Twitter. Algunos no se conformaron y quisieron enfatizar que era el primer debate con Ciutadans para utilizar #debata6. La idea gustó, pero se quedó en segundo lugar. También se propuso modular el hashtag #28N, el básico para seguir las elecciones en Twitter. Pero claro, quedaba largo, y #debat28N apenas tuvo repercusión. ¿Sirvió de algo la discusión? No. Al final, cada uno hizo lo que le vino en gana. Twitter sacó humo: el escuadrón cibernético de cada partido embruteció la red social con propaganda, pero de vez en cuando hubo espacio para el comentario apartidista. Las corbatas de Montilla y Mas (un punto para los spin doctor), los cortes del moderador, y sobre todo, el guirigay que formaron los candidatos, alzaron el debate a Trending Topic. Y con un hashtag u otro, lo importante, al final, fueron las palabras.
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