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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Avance lento, pero seguro

En contra de la opinión muy extendida por la que al comenzar 2012 se dudaba de la supervivencia de la Unión Monetaria Europea y del euro como su moneda común, los acontecimientos durante el último trimestre de 2012 han señalado una fortaleza mayor de lo esperado y algunos pasos positivos, aunque ciertamente demasiado lentos, hacia lo que se ha venido en llamar una verdadera Unión Monetaria Europea.

En el Consejo Europeo del 12 de octubre, Alemania consiguió retrasar la puesta en marcha del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y expuso serias dificultades para avanzar en el Mecanismo Único de Supervisión Bancaria, conocido en inglés como SSM (Single Supervisory Mechanism). A pesar de ello, el último Consejo Europeo de los días 13 y 14 de diciembre ha acordado una hoja de ruta para el avance de la Unión Económica y Monetaria con un calendario vinculante para las próximas etapas, partiendo de una integración más estrecha y de una mayor solidaridad para los Estados miembros.

Las palabras suenan bien, pero el ritmo de los logros concretos de los acuerdos es demasiado lento, y el camino se encuentra siempre con los escollos que se derivan de los diferentes intereses de los países miembros y, en especial, de aquellos que se consideran más legitimados por sus logros frente a la crisis. Por eso se adoptan algunos acuerdos que son importantes, como el de establecer la supervisión bancaria única, pero se introducen variantes dentro de la norma, precisamente por exigencia de alguno de ellos, como la limitación de la supervisión del BCE a aquellas entidades que tengan un tamaño superior al considerado propio de los bancos sistémicos —de los 30.000 millones de euros en activos—, dejando fuera un elevado número de cajas de ahorro alemanas que serán supervisadas por su banco central (Bundesbank).

En lo referente a la Unión Monetaria, queda decidido que el nuevo mecanismo de supervisión entrará en funcionamiento posiblemente el 1 de marzo de 2014 o 12 meses después de la entrada en vigor de la legislación pertinente. Este avance en la creación del SSM es importante porque su funcionamiento es una condición necesaria para que el MEDE pueda contribuir directamente a la recapitalización bancaria. Pero los plazos van a depender de la celeridad con la que trabajen los legisladores. De hecho, las conclusiones del Consejo se limitan a pedir a los legisladores que lleguen rápidamente a un acuerdo para hacer posible su aplicación lo antes posible.

El avance conseguido ha sido importante. No ha ocurrido lo mismo con las decisiones relativas al refuerzo del mercado único, especialmente al crecimiento económico y a los mecanismos de solidaridad.

Por otra parte, la supervisión es únicamente el primer escalón para alcanzar una unión bancaria. Todavía faltan pasos decisivos. Como puso de relieve el FMI en su último informe, la unión bancaria europea debe estar asentada sobre cuatro pilares: supervisión común, regulación armonizada, un sistema paneuropeo de garantía de depósitos y un régimen paneuropeo de resolución con mecanismos comunes de apoyo. En la propia definición del Consejo, los pasos inmediatamente siguientes serán un mecanismo de resolución común para los Estados miembros que participen en el SSM y una directiva común para el esquema de los depósitos de garantía. Quedan, por tanto, establecidas como tareas pendientes para el Consejo de marzo de 2013. La primera será acordar un marco operativo legal que incluya la definición de activos heredados que permita al MEDE recapitalizar directamente a los bancos. El Consejo considera que es obligado romper el círculo vicioso existente actualmente entre los bancos y los Estados que dificulta la financiación de las economías. En segundo lugar, cuando se cuente efectivamente con el SSM, hará falta un mecanismo único de resolución con los poderes e instrumentos necesarios para actuar. El Consejo insta a acelerar los trabajos sobre la propuesta de directiva de rescate y la resolución de las entidades bancarias, así como la directiva sobre el sistema de garantía de depósitos.

Aunque el avance conseguido en la creación de una unión bancaria ha sido importante, no ha ocurrido lo mismo con las decisiones relativas al refuerzo del mercado único, especialmente al crecimiento económico y a los mecanismos de solidaridad. El Consejo considera que una verdadera Unión Económica y Monetaria tiene como objetivo asegurar el bienestar económico y social y alcanzar una estabilidad y una prosperidad sostenidas en los Estados miembros, y resalta que, siempre respetando lo acordado en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, se debe encontrar un equilibrio entre las necesidades de inversión pública productiva y la estabilidad presupuestaria. Pero a pesar de esta convicción, en el Consejo de diciembre se han retrasado todas las decisiones sobre la coordinación de las políticas económicas en la zona euro que podrían llevar a conseguir esos objetivos.

Las decisiones se posponen, reflejando la dificultad de conseguir algunos acuerdos. No obstante, se han comprometido a presentar propuestas concretas en el Consejo Europeo de junio de 2013 para establecer para la UEM y/o para el conjunto de la Unión Europea un calendario concreto sobre la coordinación de las reformas que los Estados miembros piensen introducir en sus políticas económicas; la dimensión social de la UE y la UEM; la normativa sobre la firma de acuerdos contractuales entre los países de la UEM o de la UE y las instituciones europeas, y los mecanismos de solidaridad que sustenten los esfuerzos que hagan los países miembros adoptando acuerdos contractuales a favor de la competitividad y el crecimiento.

El Consejo también se ha comprometido a presentar en marzo de 2013 sus puntos de vista sobre las medidas incluidas por la Comisión en su estudio Prospectiva anual de crecimiento. Insta a que el estudio de la Comisión durante el próximo semestre se siga centrando en los cinco puntos ya establecidos: proseguir un saneamiento presupuestario favorecedor del crecimiento; restablecer la normalidad en la concesión de crédito en la economía; promover el crecimiento y la competitividad; atajar el desempleo y las consecuencias sociales de la crisis, y modernizar la Administración Pública.

En los ámbitos europeos existe la convicción de que la consolidación del mercado único puede contribuir en gran medida al crecimiento y al empleo de la UE. También parece afianzarse la voluntad de sostener el euro y avanzar hacia una verdadera unión monetaria. Sin embargo, los discrepantes intereses de los países miembros y sus necesidades de respuesta ante la crisis financiera llevan a una lentitud excesiva en la toma de decisiones. Al establecer como prioridad inamovible la reducción del déficit público de los países de la UEM inmersos en una situación de déficit excesivo, a través de aumentos de impuestos y recortes presupuestarios de clara incidencia social, se ha conseguido una profundización de la crisis. Únicamente las reformas estructurales iniciadas pueden servir de soporte para un crecimiento estable en el futuro. Si mejora la credibilidad de los mercados se reducirá el pago de intereses, facilitando la consecución de los objetivos del déficit y aliviando la crisis de deuda soberana de los países periféricos.

En el caso de España, cuando a través de la reforma financiera, ya muy avanzada, se restablezca la credibilidad en el sistema financiero español y haya crédito disponible para las empresas, se podrá esperar un crecimiento de la actividad y la creación de empleo en el sector privado. Por el contrario, el sector público tendrá que intensificar sus reformas con una reducción del tamaño de las Administraciones, eliminación de las entidades improductivas y de las duplicidades existentes entre las diversas Administraciones, lo que llevará, necesariamente, a una reducción del empleo público y a un aumento del paro.

Carmen Alcaide es analista y expresidenta del Instituto Nacional de Estadística (INE).

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