La banca europea se lanza a despidos masivos pese a la recuperación
Las entidades financieras europeas precinden de 173.000 trabajadores en lo que va de año
Europa cruzó el Rubicón de la crisis, pese a las cicatrices y desafíos por delante, hace más de dos años. Los peores meses, aquellos en los que se desayunaba un día sí y otro también con la quiebra de una gran entidad financiera, una aseguradora o una inmobiliaria, suenan ya lejanos. Y, sin embargo, el reguero de despidos en el sector bancario de la eurozona, lejos de secarse, se ha avivado en los últimos meses. Con unos márgenes cada vez más estrechos y un modelo de negocio entre interrogantes, la banca europea ha optado inequívocamente por salir del callejón reestructurando sus plantillas.
Los años dorados de la todopoderosa banca europea parecen haber quedado atrás. El golpe no es letal, pero sí suficiente como para obligarles a replantearse su actividad en muchas divisiones, sobre todo en banca de inversión. Y en este replanteamiento general, los despidos juegan un rol fundamental: los gastos de personal suponen el 60% de los costes totales de la industria. En lo que va de año, seis gigantes —HSBC, Deutsche Bank, Barclays, Unicredit, RBS y Standard Chartered— han anunciado 145.000 despidos repartidos por prácticamente todas sus divisiones. Si se tienen en cuenta el resto de bancos del sector, la cifra aumenta hasta los 173.000 en 11 meses, por encima de los 74.000 despidos registrados el año pasado.
¿Qué hay detrás de estos fuertes recortes? La media docena de analistas consultados coinciden en tres causas: el entorno de tipos bajos, que penaliza el negocio clásico de la banca —la concesión de crédito—; las duras exigencias de capital de Basilea III, que tratan de purgar los excesos que llevaron a la Gran Recesión y la menor necesidad de personal por el cierre de sucursales físicas.
Desacoplamiento España-UE
El sector financiero español lleva años de adelanto al del resto de la UE en los recortes de plantilla. Las causas de esta diferencia en los tiempos del ajuste hay que buscarlas en las fusiones masivas de cajas de ahorros en problemas, en el cierre de sucursales y en la profundidad de la crisis económica, mucho mayor en el sur que en el norte del Viejo Continente.
Entre 2008 y 2014, el número de empleados de entidades de crédito se redujo un 25%, al pasar de 278.000 empleados en el año en el que estalló la crisis financiera a los 208.000 del año pasado, según los datos del Banco de España. A diferencia de lo ocurrido en el resto de Europa, esta tendencia se ha frenado en los últimos meses: en lo que va de año y entre los grandes bancos nacionales solo CaixaBank ha anunciado despidos.
Sin embargo, la estabilización no es definitiva. “Parte del proceso de racionalización ya está hecho, pero el foco sigue puesto en la reducción de costes y el personal seguirá siento una de las principales áreas”, apunta Jesús Martínez, de la agencia estadounidense de calificación de riesgos S&P.
“La necesidad de capital lleva a desprenderse de los activos menos rentables o los que más consumen”, apunta Jesús Martínez, responsable de rating del sector financiero en S&P. “Por una cuestión del ciclo económico, los bancos estadounidenses emprendieron antes este proceso de reestructuración y a los europeos les toca ahora”, asevera. La perspectiva de evolución de los tipos de interés sustenta su teoría: mientras EE UU se prepara para la primera subida en casi una década, un hecho que debería relanzar a la gran banca americana, el Banco Central Europeo (BCE) no encarecerá el dinero hasta que los fantasmas de la deflación y del estancamiento hayan desaparecido. Algo, por ahora, lejano.
Gregorio Gil de Rozas, responsable de previsión social de la consultora de recursos humanos Towers Watson, tiene contacto directo con varias entidades financieras y constata la “preocupación” imperante en un sector que no termina de dar con la tecla de su nuevo modelo de negocio. “No lo tienen claro, pero están seguros de que lo que tienen no les sirve y de que necesitan perfiles de trabajadores digitales, desde expertos en sistemas informáticos hasta community managers”.
“El problema de fondo es que la banca europea no está logrando rentabilidades suficientes”, añade por teléfono Manuel Romera, director del sector financiero de la escuela de negocios IE. “Dado que el personal es su mayor partida de gasto, no es extraño que los recortes empiecen por ahí”, expone.
Endurecimiento “excesivo”
“2015 debería haber sido un año bueno en Europa, pero la tendencia es la que es: con los tipos por los suelos y los requisitos de capital, el mismo negocio que antes era rentable ahora no lo es”, añade Javier Santoma, profesor de dirección financiera de IESE, que también alude al efecto arrastre. “Es más fácil explicar los despidos a los sindicatos cuando tu competencia también está despidiendo”. Ambos profesores no dudan en tildar de “excesivo” el endurecimiento de la regulación.
No lo ve igual, Oliver Roethig, de UNI Europa, una confederación de sindicatos del sector, que quita hierro a la cuestión regulatoria —“ahí no está el problema”— y tacha de “simplistas” las soluciones aportadas hasta ahora por las cúpulas directivas. “Se escudan en los problemas de su negocio para echar trabajadores, pero la solución pasa por volver a los orígenes: deben poner a sus clientes en primer lugar”, subraya. “La banca era rentable, el problema ha sido la especulación”, sentencia.
Al entorno adverso hay que sumar dos hechos: las dificultades de los emergentes, donde las entidades europeas y, muy especialmente, las británicas tienen importantes intereses, y un entorno de desconfianza generalizada en la UE, cuyo mayor síntoma es el dinero aparcado por las entidades en el BCE, en máximos de casi dos años. Pocos se atreven a vaticinar el futuro de un sector tan impredecible, pero casi todos tienen claro que el control de costes, leitmotiv último de los despidos, ha llegado para quedarse. “Será un proceso largo. Las reestructuraciones de plantilla no terminarán este año”, zanja Romera.
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