Slim abre las puertas de América a la constructora FCC
La compañía gana su primer contrato en Latinoamérica en asociación con el Grupo Carso
El magnate mexicano Carlos Slim está poniendo en marcha su inversión en Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) tan rápido como puede. Un año después de que comenzara a comprar acciones y acordase emprender proyectos en conjunto con su propia constructora, Carso, el conglomerado ha logrado su primer contrato en América Latina: ambas empresas construirán codo con codo un gasoducto de 630 kilómetros en el norte de México que empezará a funcionar en 2017.
Slim ha elevado su participación en FCC en el último año —hasta convertirse en el socio mayoritario—; se ha hecho con el control de la firma española con el consentimiento de Esther Koplowitz, heredera y presidenta de la empresa; y ha dado un golpe final este año al presentar una oferta pública de adquisición de acciones (opa) sobre el 100% del capital de la constructora con sede en Barcelona. Antes de emprender este ambicioso plan, el magnate mexicano de 76 años prometió utilizar su influencia en América Latina para que FCC obtuviese buenos contratos del otro lado del Atlántico.
México ha comenzado una frenética construcción de gasoductos a lo largo y ancho del país. La reforma energética de 2013 ha abierto la puerta a la comercialización de gas natural y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) —la empresa estatal de energía eléctrica— se ha encargado poner como prioridad la construcción de nuevas infraestructuras. Allí es donde Carso y FCC entran en acción.
Colombia y México
El gasoducto de cuya construcción se harán cargo irá desde Samalayuca (Chihuahua) hasta Sásabe (Sonora), una región desértica y con una red de transporte de gas limitada. El consorcio presentó un presupuesto de 250 millones de dólares para la construcción de este proyecto.
FCC ya había trabajado por su cuenta en América Latina, pero sus proyectos no habían sido tan ambiciosos como lo son ahora, de la mano de Carso. El año pasado, la firma española construyó la torre de control del aeropuerto El Dorado de Bogotá (Colombia), por un valor de 50 millones de dólares, y ha incluido en su cartera de pedidos un buen número de proyectos de obra pública en aquel país. En 2015 también logró la licitación para construir la segunda línea del metro de Panamá de la mano de la brasileña Odebrecht y la francesa Alstom.
Mientras Slim termina de configurar su dominio en FCC, la firma ya ha puesto el ojo en más proyectos latinoamericanos. Por un lado está la construcción de cuatro hospitales en Chile, que podría reportar ingresos de casi 700 millones de dólares para la constructora española. Y en la mira está la construcción de las pistas del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México, el proyecto más ambicioso de infraestructura del Gobierno de Enrique Peña Nieto, en el que Slim ya ha mostrado interés.
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