Los nuevos experimentos de Zara: realidad aumentada y cajeros de paquetes
La compañía prueba nuevas tecnologías para que se mezclen más los servicios de venta en tienda física e Internet
¿Cuánto dinero gana Zara con la vena por Internet? Las cifras oficiales son un misterio, y la compañía insiste en que así sea. En parte, justifica, porque cada vez es más complicado separar el negocio de las tiendas del de Internet. Compras que se hacen en casa y se recogen en la tienda. Visitas en la tienda que acaban en pedidos online. Inditex, propietario de Zara y de cadenas como Massimo Dutti o Bershka, quiere que los dos negocios se mezclen todavía más y está probando nuevas tecnologías para conseguirlo. Los últimos experimentos los protagonizan la realidad aumentada y los cajeros de entrega de paquetes.
El escaparate de la tienda de Zara parece vacío. Sobre un fondo blanco, unas letras grandes negras invitan a comprar: “Shop the look” pone. Visto a través del móvil, la imagen es bien distinta. Con una aplicación de Zara instalada, apuntando con la cámara del teléfono, de golpe aparecen en escena dos modelos. Las mujeres, a tamaño real, bailan y pasean por el escaparate con la última ropa de la compañía. En realidad no están ahí. Son producto de la realidad aumentada, la misma tecnología que causó furor con el videojuego de Pokemon, que permitía ver y cazar monstruitos por las calles a través del teléfono.
El escaparate donde ahora aparecen las modelos está en una tienda piloto que tiene Inditex en Arteixo, en la sede central de la compañía de origen gallego. La usan para hacer pruebas sin clientes. Pero el experimento de la realidad aumentada saltará a las tiendas normales pronto. A partir del 18 de abril la compañía lo va a poner en funcionamiento en 120 grandes comercios de Zara de todo el mundo. Además de en los escaparates, la tecnología estará disponible dentro de las tiendas, en peanas en las que, al apuntar con el teléfono, aparecen mujeres y hombres, como si fueran maniquíes vivientes. También lo aplicarán a las cajas de los pedidos online que mandan a casa: si se apunta sobre ellas con el móvil, aparece encima una mujer con ropa de Zara que se pasea por la superficie.
Para poder ver estos escaparates y maniquíes hace falta instalar en el móvil una aplicación, que lanzarán en abril y se llama Zara Ar. La idea es que, si pinchas sobre la imagen cuando aparecen los modelos en escena, el teléfono entra directamente en la web de compra y permite adquirir las prendas que llevan puestas. En las tiendas, explica Inditex, habrá wifi para poder descargar la aplicación y conectarse a Internet para verlo sin gastar datos del contrato del teléfono.
Cajeros para recoger pedidos
No es la única prueba piloto que la compañía tiene en marcha para estrechar lazos entre la tienda física y la digital. En A Coruña, dentro del centro comercial Marineda, la tienda de Zara tiene algo de momento único: una especie de cajero en el que se pueden recoger los paquetes que se han pedido online. Rodeado de paneles metálicos, una pantalla grande pide un código. El cliente que ha comprado por Internet lo introduce y se abre una trampilla en la que aparece su paquete. Parece sencillo, pero la tecnología está escondida detrás.
La parte de atrás de ese cajero, tras una pared, está llena de torres metálicas y bandejas. Tiene capacidad para almacenar 700 paquetes, y el cliente tiene 30 días para recoger cuando compra algo. Las bandejas suben y bajan hasta colocarse en la trampilla y soltar la caja. Desde que se instaló, entregan cerca de 600 paquetes a la semana en esta tienda. Solo está en este local gallego, pero la idea es ir colocando cajeros en otras. En mayo está previsto que una Zara de Londres también cuente con dos, aunque con mayor capacidad: habrá dos terminales y cada una de ellas, tendrá capacidad para almacenar 1.200 paquetes.
La cuestión, explica la empresa, es que ha crecido el número de clientes que compra en la web y recoge en tienda (ese tipo de entrega no tiene gastos de envío), y sin estos cajeros, son los dependientes quienes tienen que acudir al almacén, guardar los pedidos y entregarlos en caja, después de que el cliente haga cola. De momento, los cajeros son una prueba piloto con la que parecen satisfechos para aligerar el embudo.
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