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¿Por qué Bilbao se ha convertido en la capital de la rebelión de los pensionistas?

Como cada lunes, los jubilados han salido hoy a la calle. Es el mismo colectivo que luchó durante la reconversión industrial de los 70 y los 80

Manifestación en el centro de Bilbao por una subida de las pensiones mayorVídeo: MIGUEL TOÑA (EFE)
Pedro Gorospe

Han convertido a Bilbao en la capital de la protesta. Da igual que llueva o truene, cada lunes y en cada cita que convocan a través de su red de asociaciones, miles de jubilados se movilizan para reclamar al Gobierno y a la oposición unas pensiones justas. Son un ejército, en Bilbao y en el resto de España, y han dejado de lado las diferencias ideológicas, para luchar por lo que les une: los derechos laborales y sociales que lograron con mucho esfuerzo en el pasado. Pero en Bilbao la lucha no decae.

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De hecho, este lunes 26 de marzo, han vuelto a concentrarse allí y en Vitoria un nutrido grupo de pensionistas, pese a que el clima no acompaña. La imagen de decenas de miles de pensionistas de Bizkaia desafiando algunos días los avisos naranja de nieve, granizo y viento que ha dado la vuelta al mundo no es un hecho esporádico.

¿Por qué? “Nos movilizamos por la dignidad, por la supervivencia y por el futuro, y lo hacemos sin banderas”, explica el portavoz de Nagusiak, la Asociación Vizcaína por unas pensiones Dignas, José Ramón Landaluce. No importa ser ni derechas ni de izquierdas, ni nacionalistas ni constitucionalistas ni independentistas, y han dejado a un lado eso de considerarse español o vasco, o más de uno que de otro. Son pensionistas y comparten la "enorme desgracia" de ver cómo les cuesta llegar a fin de mes, y la preocupación de que con decisiones como la de implantar el factor de sostenibilidad el próximo enero, o la desvinculación del IPC como un mecanismo de actualización, cada día que pasa pierden poder adquisitivo.

“¿Te parece poco para estar unido? Rechazamos el uso de símbolos políticos. Nadie deja de salir a la calle porque no le guste una u otra sigla”, subraya el miembro de Nagusiak, una de las 138 asociaciones de pensionistas que agrupan a 52.000. Ofrecen una respuesta transversal a lo que consideran una "agresión a todos los pensionistas".

En muchos casos comparten además un pasado de lucha en los astilleros de Bilbao o en las grandes siderurgias públicas de Bizkaia que en los años 70 y 80 sufrieron las grandes reconversiones industriales. Los conflictos interminables en Euskaduna, o Altos Hornos siguen todavía en la memoria y en las retinas de miles de vizcaínos. “El recuerdo de aquellos años muy difíciles para miles y miles de trabajadores vascos sigue fresco. Tienen muy presente que lograron lo que lograron gracias a la lucha en las calles”, explica Raúl Arza, el secretario general de UGT Euskadi, la fuerza sindical que junto a CC OO protagonizó varios lustros de manifestaciones, huelgas y, al final acuerdos que blindaron las condiciones de muchos operarios.

Las movilizaciones en el País Vasco no solo han sido más numerosas que en otras partes de España en materia de pensiones. También la manifestación por el Día de la Mujer dejó en Bilbao imágenes espectaculares de masiva afluencia.

Mayor nivel de vida

Curiosamente en Bilbao los jubilados disfrutan de una pensión media superior a la del resto de España, pero eso no les desmoviliza. Responden que el nivel de vida también es más alto y que no solo luchan por ellos, sino por sus hijos y nietos muchos de los cuales dependen, curiosamente, de sus pensiones, pese a tener cada vez, menos euros para ellos. La pensión media en Euskadi se elevaba a 1.155,6 euros en enero, frente a los 930,27 de la media en el conjunto de España. En parte, el pasado industrial lo explica: con carreras de cotización más largas y mejor remuneradas se acumula mayor pensión que en otros sectores como el agrícola.

Pero en el caso de las pensiones de jubilación, las diferencias entre hombre y mujeres han añadido un factor extra de movilización en Euskadi. Si la pensión media de jubilación en los hombres es de 1.576 euros, la de las mujeres es de 915,61, la friolera de 661 euros menos, según datos de febrero de 2018. “Después de 31 años trabajando y en vez de cuidar de mí, tengo que ayudar yo a uno de mis hijos y a dos nietos”, lamenta Esther Ortiz. Su pensión es pequeña y el Gobierno vasco la complementa a través de la Renta de Garantía de Ingresos para llegar a las 787,51 euros a los que tiene derecho, como es el caso, si la unidad convivencial es de una persona. En Euskadi hay 15.729 pensionistas que complementan su pensión con la RGI, de las que 10.227 son mujeres y 5.052 hombres.

Un colectivo movilizado

Los pensionistas de Bizkaia creen que el despertar en Bilbao ha tenido mucho que ver con el hartazgo que les ha producido la evolución de los acontecimientos. “El comentario general es que la gente está harta”, asegura Luis Jiménez, el portavoz de una de las asociaciones del Movimiento de Pensionistas de Bizkaia. “Estamos hartos de que nos digan que nos hacen un favor subiendo el 0,25% en un contexto en el que las grandes empresas de luz, o automoción ganan miles de millones, en el que la economía crece al 3%, en un contexto en el que muchos ejecutivos de banca saneada con nuestro dinero cobran salarios y bonus enormes, en medio de una corrupción insoportable, y a nosotros nos cambian las reglas de juego en medio del partido pero, eso si, nos hacen un favor con el 0,25% de subida”, recita cabreado, Jiménez.

Las asociaciones de jubilados -Euskadi tiene dos millones de habitantes, un censo electoral de 1,7 millones y 547.676 pensionistas- tienen muy claro que “esto no va a parar”. Les cuesta llegar a las concentraciones. Algunos van con el taca taca. Arrastran sus dolores pese a la humedad de la Ría de Bilbao. No les importa. Tampoco que, como ya sucedió en el pasado, los beneficios que se logren con su incomodidad y sus manifestaciones, tienen más de futuro que el que ellos van a disfrutar.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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