“México solo crecerá si pone la igualdad en el centro de la agenda”
El economista de la UNAM, ex jefe de análisis de la Cepal, pide salir de la "trampa del crecimiento" en la que el país norteamericano lleva tres décadas inmerso
Juan Carlos Moreno Brid (Oakland, California, 1953) recibe a EL PAÍS en su despacho de la UNAM, de la que es profesor desde que en 2015 renunciase a su cargo de director adjunto y coordinador del departamento de Investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su sede mexicana. Con el cambio ganó en vistas, dice afable antes de que la cinta de la grabadora empiece a girar: tiene ante sí, día tras día, la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel, uno de los mayores espacios naturales del sur de la Ciudad de México. Entre café y café, la entrevista acaba convirtiéndose en conversación informal sobre economía y política sobre un perenne fondo de música clásica. No hay registro que Moreno Brid no domine, sobre el que no haya leído. No pasan ni cinco minutos sin que este economista, especializado en desarrollo económico y ex investigador en Harvard, señale a su estantería en referencia a tal libro o tal otro. Tiene todos los títulos y autores en la cabeza: no alardea, pero una veintena de citas en casi dos horas de charla así lo demuestran.
Pregunta. ¿Cuál es el mayor reto económico de Andrés Manuel López Obrador?
Respuesta. Sacar a México de la trampa de lento crecimiento en la que está desde hace tres décadas: crecer para igualar e igualar para crecer. No hay manera de optar por uno de los dos. Hay que recuperar el mercado interno y poner la igualdad en el centro de la agenda macroeconómica. El punto es cómo va a hacer López Obrador para tener un México más igualitario: cuatro de cada cinco mexicanos están en situación de pobreza o de vulnerabilidad y los indicadores de pobreza laboral siguen siendo muy altos. Después de 30 años de diagnóstico errado, la tarea es dura.
P. ¿Por qué se ha ignorado la desigualdad?
R. Se creía que con la apertura comercial y el retiro del Estado de la asignación de recursos todo iba a ir bien: que si subían las aguas de nivel, todos los barcos se iban a beneficiar. Y eso se ha demostrado incorrecto. No lo digo yo: lo dice el FMI, el Banco Mundial y hasta la CIA, que cree que el nivel de desigualdad de México atenta contra la estabilidad social. La inequidad no puede ser un tema ajeno a la política económica: si no la atacas no hay manera de crecer.
P. ¿Se ha abusado del modelo exportador, en detrimento del mercado interno?
R. Exportar está bien, pero no puede serlo todo. Desde 1994, salvo China y un par de países más, nadie ha aumentado tanto su cuota exportadora. El problema es que los proveedores locales y el valor agregado son escasos: es un sector altamente extranjero y, aunque no tengo nada en contra de que así sea, lo cierto es que deja poco en México. Hay que voltear al mercado interno, poner la igualdad al centro y pactar una nueva política de desarrollo productivo con los empresarios.
P. ¿Por qué renunció México a tener una política industrial propia?
R. En realidad optó una política de maquila: era exportar por exportar, sin importar si esas exportaciones están llenas de importaciones. Fue exitosa en volvernos una potencia exportadora, pero no se pensó en el valor agregado.
P. El estancamiento de la inversión también ha lastrado el crecimiento.
R. Sí, sin duda: la forma más rápida de no crecer es no invertir. Y en México la inversión es de solo el 22% del PIB, cuando debería ser de alrededor del 25%. En los años ochenta empezó a caer la pública y en este último sexenio ha bajado un 5% anual. Se ha vuelto la válvula de escape para la corrección de las finanzas públicas: políticamente es mucho más fácil recortar inversión que reducir gasto corriente. Las calificadoras lo dicen muy claro: lo que preocupa no es la deuda pública, que está al nivel de otros emergentes, sino lo que se ha hecho con ese dinero.
P. Y, aun así, la deuda ha crecido.
R. Es grave lo que ha pasado desde 2008. Las políticas anticíclicas, expansivas, se han vuelto regla. El Gobierno de [Enrique] Peña Nieto, con la reforma fiscal y el remanente del banco central, tuvo un remanente de ocho puntos del PIB y pese a eso siguió recortando inversión: fuimos más famosos por la refinería y el tren que no se hicieron que por el que sí se hizo. A México le urge renovar sus infraestructuras. Hace años la palabra socavón no existía: sonaba a nombre de ron o de baile [risas]. Ahora, en cambio, los jóvenes saben que es el final de muchas carreteras.
P. Las infraestructuras hay que financiarlas. ¿Necesita México una reforma fiscal?
R. Faltan ingresos, sin duda, y hay margen para subir impuestos. Si López Obrador, con el apoyo que logró en las urnas, no hace una reforma fiscal, ¿cuándo se va a hacer? Pero antes tiene que romper la trampa actual: demostrar que, con la misma recaudación, se pueden hacer cosas. El gran daño que hace la corrupción es que los ciudadanos se preguntan si merece la pena contribuir. Se nos olvida que los impuestos son el precio que paga una sociedad por vivir de manera civilizada: un México moderno pasa por tener un sistema impositivo y de gasto del siglo XXI. ¿Cuáles son las prácticas de la OCDE? Pues esas, calcadas de la A a la Z.
P. Es imposible que el mercado interno tire de la economía si los salarios son bajos. Y los sueldos mexicanos apenas han crecido en las últimas décadas. Parece, de hecho, que ha sido la forma elegida para competir.
R. Sí, y el problema es que, al final, siempre hay alguien dispuesto a trabajar por menos. Es una competencia en la que estás condenado a perder: aun si ganas a corto plazo, lo estás haciendo a costa del bienestar tu población. Por eso hace falta un cambio de modelo de desarrollo, con políticas de desarrollo productivo y una banca de desarrollo importante… La otra senda no nos lleva a ningún lado.
P. El salario mínimo ha quedado muy rezagado. ¿Hay margen al alza?
R. Subirlo de 88 pesos a 110 es factible en el corto plazo y significaría cumplir con la Constitución, no como ahora. Lo que no se puede es subir el salario medio por ley.
P. México es uno de los pocos países del mundo en los que ese salario medio real ha bajado en la última década. ¿Qué se puede hacer para que suba?
R. El Estado tiene que recuperar la función de árbitro en la distribución funcional del ingreso [entre capital y trabajo], de la que abdicó.
P. ¿Le preocupa la incertidumbre en los mercados financieros tras los últimos vaivenes del futuro Gobierno y sus aliados?
R. La certidumbre es importante y va a tener que construir pactos que la garanticen. Las declaraciones de ese estilo no me gustan. Como tampoco me gusta, en el caso del aeropuerto, por ejemplo, decir “que el pueblo decida”. La encuesta que vale fue la elección del 1 de julio, y López Obrador dijo en la campaña que el proyecto no iba. No debería haber sido sorpresa si se hubiese manejado de otra manera: diciendo “ya gané, y ya dije que no iba”. No soy ingeniero para opinar sobre la obra y no sé si cancelarlo fue un error, pero sin duda lo fue la forma cómo se hizo. No me gustan este tipo de consultas: meten más calor que luz. De todas formas, el único que se equivoca es el que no hace nada y estoy seguro de que van a aprender.
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