Adam Tooze: “Hasta la próxima crisis no sabremos si estamos suficientemente protegidos”
Británico y europeo de corazón, es autor de 'Crash', uno de los libros del año, en el que reconstruye la debacle financiera de 2008 y sus consecuencias
Adam Tooze, de 51 años, es autor de uno de los libros de 2018: Crash. Cómo una década de crisis financieras ha cambiado el mundo (Ed. Crítica). Su estudio de 750 páginas sobre la caída de Lehman Brothers y el colapso financiero que desencadenó destaca por su claridad entre los que se han publicado sobre el asunto este año, al cumplirse el décimo aniversario de la debacle.
Británico, aunque criado en Alemania, se doctoró en Historia Económica en la prestigiosa London School of Economics y ha impartido clases en las universidades de Cambridge y Yale. Ahora lo hace en la de Columbia en Nueva York. Una curiosidad de su árbol genealógico: es nieto del inglés Arthur Henry Ashford Wynn, comunista y reclutador de espías para la KGB en Oxford. Tooze se incomoda cuando se le pide que profundice en su relación con el ‘agente Scott’. Cuenta que ha pedido a los servicios secretos de Reino Unido y Rusia que le envíen sus archivos con información. Tanto su abuelo como su abuela, que hablaban idiomas y leían diariamente prensa internacional, contribuyeron a que Tooze se reconozca como ciudadano europeo más que británico.
En Crash, primero se zambulle en las causas de la crisis, demostrando lo podridos que estaban los sistemas financieros europeo y estadounidense, y luego continúa detallando las consecuencias del colapso. Tooze atiende en la sede de la Fundación Rafael del Pino en Madrid. Es probablemente una de las personas que, cuando un banco central sube o baja el precio del dinero, mejor entienden lo que se desencadena a continuación. Alto, con un traje impecable, sin corbata y con el pelo un tanto revuelto. En sus respuestas modula continuamente el tono de voz pasando del entusiasmo a la monotonía. Se diría que de este modo da pistas sobre qué preguntas le gustan y cuáles no tanto.
- P. Ser consciente de las consecuencias de cada decisión económica que toma un Gobierno ¿es un don o todo lo contrario?
“Lo que Europa necesita es un Banco Central que funcione con una moneda que sea alternativa al dólar”
- R. No lo tengo claro. Tras estudiar con detenimiento lo ocurrido tras la Primera Guerra Mundial, me empezó a costar pensar en política o economía sin ver las consecuencias de cada cosa, con su duración y su profundidad. Pero eso supone estar dispuesto a leer y leer y querer tener el conocimiento suficiente para contar lo que sucede. Para mí se ha convertido en un estilo de vida. Lo que hago básicamente es filtrar todo lo que he ido leyendo sazonándolo con mis conocimientos en historia económica mundial. Mi formación en macroeconomía me permite alcanzar conclusiones políticas.
- P. ¿Cree que la política europea está más conectada de lo que parece?
- R. Estoy convencido de ello. Si te fijas en cómo se desarrolló la crisis, se ve claramente. Puede que esté en manos de las élites y que no afecte a todos los ciudadanos por igual, pero tanto los lectores de EL PAÍS como los de Le Monde o Financial Times están fijándose en lo que pasa en Cataluña, en Italia con la Liga Norte o en Alemania con las elecciones en Baviera… Todo queda grabado en el sismógrafo de lo que pasa en Europa. No debemos infravalorar el impacto que la historia y la globalización tienen en la forma en que nos relacionamos con el mundo. Puede que no seamos conscientes de ello porque es algo que no elegimos, pero pasa.
- P. ¿Debemos estar tranquilos con los cambios que se han hecho para evitar otro desastre como el de 2008?
- R. A nivel bancario la estructura sigue igual, aunque el riesgo de que caiga un banco ahora es mucho menor y se ha restringido el mercado en el que estas entidades pueden pedir fondos a corto plazo. Técnicamente, estamos más protegidos que hace 10 años.
- P. Pero…
- R. Por un lado Trump ha empezado un plan para reducir las regulaciones bancarias que se pusieron en marcha tras la crisis. Por otro, no sabemos qué puede llegar a pasar. Nos falta información interna de unos 50 bancos estadounidenses y de alrededor de 20 de fuera, así como de las relaciones de cada uno de ellos con los reguladores. Las relaciones pueden ser tensas, o todo lo contrario, como pasa ahora en EE UU. Allí los reguladores tienen las manos atadas, y las últimas pruebas de resistencia a la banca parecen más bien un brindis al sol. Hasta la próxima crisis no sabremos si estamos suficientemente protegidos.
- P. En Madrid y en Barcelona, el mercado inmobiliario está viviendo una subida de precios alarmante; en cambio, en el resto de España los precios ni se acercan.
“Se desconoce pero EE UU aporta una estabilidad financiera increíble a la economía mundial”
- R. La desigualdad es un tema tanto en Europa como en EE UU. Algunas zonas no crecen desde 2008, pero otras sí y mucho. Uno de los problemas actuales es cómo te organizas con países que crecen completamente divididos. Porque el tipo de interés y la política fiscal que funciona para una parte no lo hace para la otra.
- P. ¿Y qué haría si de usted dependiera?
- R. Lo que necesitamos es una UE que funcione, con un Banco Central que funcione con una moneda que sirva de alternativa al dólar. Al final, quien concede liquidez al planeta es la Reserva Federal de Estados Unidos. No lo eligieron pero el hecho es que es la moneda que usan la mayoría de países. Siempre tienen la duda de si sus decisiones acabarán causando efecto rebote en su propia economía, por eso aumentaron tanto el grifo del crédito tras la crisis.
- P. La derecha se está haciendo sitio en todo el planeta. ¿Hacia dónde nos encaminamos?
- R. Tienes que mirar el mapamundi. Lo de Bolsonaro en Brasil es terrible, pero no supone un problema para la economía mundial. Rusia ya sabemos de qué va. Italia sí podría romper el sistema. Es la cuarta economía europea, con una deuda enorme con muchos bancos de la eurozona. Si le bajan la calificación, los europeos perderían el control de la situación. Y en Estados Unidos tenemos a Trump, el mayor riesgo para el planeta. Hasta ahora el sector en el que más ha influido es el comercio, pero por ahí no se desencadenan crisis mundiales. Lo que sí ha hecho es decirle a la Fed que reduzca el crecimiento de los tipos de interés, lo que ayudará al resto del planeta. No parece que Trump, de momento, esté rompiendo la baraja.
- P. ¿Qué buscaba con este libro?
- R. Que Europa y Estados Unidos entiendan su interrelación e interdependencia. Hay momentos en los que el mundo necesita un líder. Estados Unidos, financieramente, aporta una estabilidad increíble a la economía mundial. Ninguna de las dos partes lo suele mencionar y reciben poco reconocimiento por ello, pero la Reserva Federal le dio 2,5 billones de liquidez al sistema bancario europeo y otros 2 billones a los bancos europeos asentados allí. Pero no le interesa contarle esa historia a los estadounidenses, ni los bancos europeos quieren contársela a sus Gobiernos, que a su vez tampoco quieren reconocerlo ante los ciudadanos. Globalización financiera hasta 2008 era un eufemismo para integración entre EE UU y Europa. Y sigue sin haber un marco político que lo articule.
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