La Costa del Sol, una guarida para los narcos
Más de 50 bandas internacionales tienen su base en la provincia de Málaga gracias a su clima y buenas conexiones
Al entrar al piso, la sorpresa fue mayúscula. Había tanto dinero en efectivo que los agentes se vieron obligados a bajar a un comercio cercano a comprar más contadoras de billetes. La escena, que se prolongó hasta la madrugada, ocurrió en una vivienda de Marbella usada por una organización de narcotraficantes desmantelada horas antes por la Policía Nacional. La suma total rondó el millón de euros. Y deja a las claras la boyante economía que manejan las más de medio centenar de bandas que tienen su base en la Costa del Sol. Lo gastan en villas de lujo, hoteles, viajes, restaurantes, vehículos de alta gama, inversiones inmobiliarias y grandes medidas de seguridad. También en criptomonedas, apuestas millonarias y fondos de inversión. O en ropa de marca que ni siquiera se preocupan de lavar. Su filosofía es usar y tirar. “Tienen tanto poder adquisitivo que prefieren estrenar una y otra vez”, cuentan fuentes policiales. Hay bandas que ganan más de un millón de euros semanales.
Las organizaciones criminales han encontrado en la Costa del Sol lo mismo que buscan millones de turistas: temperaturas que rondan los 20 grados todo el año, 300 días de sol, lujo y urbanizaciones donde el anonimato es la norma. También un aeropuerto con 107 conexiones internacionales, buenas carreteras, AVE y una rápida conexión con el puerto de Algeciras. Todo, a un paso de África y a otro de un paraíso fiscal llamado Gibraltar. “Son condiciones que gustan tanto a los buenos como a los malos. Y éstos saben elegir bien dónde asentarse para disfrutar de su fortuna”, explica José Manuel Rando, jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) y la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional en Málaga.
Según el Ministerio del Interior, hasta 113 grupos de crimen organizado actuaron en Málaga en 2018 (último dato disponible). La cifra no ha dejado de crecer desde 2013, cuando eran 72. El tráfico de hachís, cocaína y marihuana son sus principales negocios, aunque el tabaco también está entre sus preferidos. Fuentes policiales subrayan que las ganancias del narcotráfico “son enormes” y que el litoral malagueño se ha convertido en un lugar donde se hacen y gastan las fortunas. Difícil encontrar en España otro lugar con tanta oferta de lujo, concesionarios de alta gama o tiendas de grandes marcas. La crisis sanitaria ha paralizado el negocio porque la distribución de la mercancía ha sido mucho más arriesgada ante la ausencia de movilidad de personas y vehículos, pero la demanda sigue. “Han tenido casi todo guardado y paralizado, pero en cuanto puedan moverse, los beneficios volverán rápido”, cuentan fuentes policiales, que creen que los delincuentes “se adaptarán a los nuevos tiempos para seguir ganando dinero, porque siempre lo han hecho”. La incertidumbre es saber cómo lo harán.
Por ahora, los narcos blanquean su dinero de distintas maneras. La clásica ha sido el sector inmobiliario, que siempre necesitó de cómplices en la política local, además de testaferros y sociedades en paraísos fiscales. Para ello siempre han utilizado abogados y notarios, que facilitan la compraventa de locales comerciales o mansiones. De todo ello hay, y mucho, en Marbella y alrededores, como demostraron casos sonados como Malaya o Ballena Blanca. Sin embargo, los especialistas aseguran que las organizaciones están virando hacia otro tipo de opciones para el blanqueo de capitales. Una de las alternativas son las casas de apuestas, que permiten legalizar grandes cantidades de dinero, sobre todo a través del juego relacionado con las categorías inferiores del mundo del fútbol. Ahí, precisamente, está otra forma de blanquear: introducir millones de euros en fondos de inversión para adquirir jugadores profesionales y generar ganancias millonarias.
Sicarios
Otra alternativa en auge son las criptomonedas, cuyo mercado carece de regulación. “El mundo virtual se come al real”, cuenta el inspector jefe Marcos Romarís, responsable de la sección de Delincuencia Financiera y Blanqueo de Capitales de la UDEV-UDEF en Málaga, quien subraya que el rastro que deja ese dinero es muy difícil de seguir: “El capital de las organizaciones criminales está en bancos de cualquier parte del mundo, invierten en monedas virtuales y adquieren propiedades a través de sociedades fiscales”, afirma para insistir en las nuevas dificultades a las que se enfrentan los agentes. “Pero nuestros equipos son de Champions League, están muy preparados y el patrimonio siempre deja rastro para pillar a los malos”, insiste. La policía, junto a jueces y fiscales, asegura ejercer de contención contra el crimen organizado.
Las bandas asentadas en la Costa del Sol tienen composición internacional. Frente a antiguas estructuras con miembros de un solo país, ahora son multiculturales. “El crisol de nacionalidades nunca ha sido tan variado”, cuenta otro experimentado agente de policía. Rusos, británicos, colombianos, italianos, marroquíes, españoles… hasta 60 nacionalidades distintas integran los grupos de narcotraficantes que actúan en Málaga. Son organizaciones flexibles, capaces de adaptarse a la presión policial buscando nuevas rutas o fórmulas para alijar hachís o cocaína, como demuestran las aprehensiones de droga a lo largo de todo el litoral andaluz. Basta una cala con salida rápida a una carretera para alijar. Los coches de alta gama, las guarderías o los equipos de seguridad se subcontratan. Hay negocio para todos.
Según las cifras del Gobierno, las fuerzas de seguridad se incautaron el año pasado de 51 toneladas de estupefacientes en Málaga. En 2018, fueron 81 toneladas. El descenso se achaca a la mayor presión policial y, por tanto, la creciente dificultad para traficar. Policía Nacional y Guardia Civil detuvieron el año pasado a 4.016 personas relacionadas con el tráfico de drogas (en 2018 fueron 3.691). De ellos, 462 fueron arrestadas por miembros de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) que desmanteló a 46 grupos. Aun así, el mercado siempre está abastecido. “Hay muchas bandas, unas sustituyen a otras: el dinero es muy apetecible”, insiste un agente policial, que asegura que son tantas organizaciones que el trozo de pastel es cada vez menor. Cualquier fallo se paga caro. Ello explica la presencia de bandas de sicarios procedentes de Suecia, las bombas, las muertes a balazos —Kalashnikov incluidos— en los ruidosos ajustes de cuentas ocurridos en el otoño pasado en la Costa del Sol. Es la huella sangrienta que siempre lleva impreso el dinero del narcotráfico.
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