La economía española creció un 1,1% en el segundo trimestre pese a la guerra y la inflación
El PIB se acelera entre abril y junio por el tirón del consumo interno y la normalización de la actividad turística
La economía española creció un 1,1% trimestral entre abril y junio, según el avance publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de un incremento muy robusto del producto interior bruto, sobre todo si se tiene en cuenta el contexto de guerra en Ucrania y la crisis energética, con una inflación disparada, una elevada incertidumbre y una desaceleración europea y global. Es más: mientras que en Estados Unidos ya se han registrado dos trimestres en negativo y en Europa se esperan datos bastante malos, la actividad en España se acelera con fuerza frente al 0,2% que se contabilizó en el primer trimestre de 2022. Entonces el consumo nacional se vio muy lastrado en el arranque del año por la última oleada de la variante ómicron, la huelga de transportistas, los problemas de suministro y la inflación rampante.
Ahora, entre abril y junio, a pesar de la merma que supone la inflación para el consumidor, la normalización de las actividades turísticas y de la hostelería ha dado un fuerte impulso a la economía, tal y como se aprecia en las cifras de llegadas de turistas y de pernoctaciones nacionales y foráneas. El consumo de los hogares pasa de haberse hundido un sorprendente 2% en el primer trimestre a dispararse un 3,2% trimestral en el segundo. El empleo sigue exhibiendo un comportamiento bueno, con un incremento del 0,4% trimestral en las horas trabajadas. Y pese a la incertidumbre, la inversión mantiene su dinamismo propulsada en buena medida por la licitación de los fondos europeos. Estos son los primeros datos de PIB conocidos desde que se anunció la dimisión del presidente del INE, Juan Manuel Rodríguez Poo, quien todavía permanece en la institución a la espera de sustituto.
El Ministerio de Economía afirma en una nota: “Los datos presentados hoy por el INE ponen de manifiesto la solidez de la economía española en un contexto marcado por la incertidumbre por la guerra de Rusia en Ucrania y las consecuencias económicas globales, así como la eficacia de las medidas de política económica para reducir los efectos de la inflación y sostener las rentas de las familias y el tejido productivo”.
El fuerte crecimiento registrado obligaría incluso a revisar algo al alza el crecimiento esperado para este año. Sin embargo, a medida que se avanza en el 2022 se vislumbra una segunda mitad de año muy complicada, en la que los cortes del suministro energético ruso ya están afectando muy seriamente a las economías más dependientes como Alemania. El avance del PMI de julio de la zona euro, un indicador adelantado de la actividad, se sitúa en la zona recesiva por primera vez desde febrero de 2021. En España, los datos de compras de tarjetas del BBVA apuntan una desaceleración en junio y julio. El impacto de la elevada inflación en las compras de los consumidores y los costes de las empresas, la persistencia de los cuellos de botella y la extraordinaria incertidumbre están ensombreciendo las perspectivas para la segunda mitad de 2022, una vez se acabe el fuerte impulso que traerá durante el periodo estival la recuperación del turismo y de servicios como la hostelería.
En tasa anual, el PIB crece un 6,3% y se queda todavía a un 2,5% de recobrar los niveles prepandemia. “El resultado del PIB ha sido algo mayor de lo que se pronosticaba. Los motores del crecimiento han sido los que se preveían con un importante protagonismo del consumo privado, el turismo internacional y, en mayor medida de lo esperado, la inversión en construcción”, explica María Jesús Fernández, analista de Funcas.
Destaca la resistencia de la inversión, que avanza un 2,2 trimestral y recupera ahora los niveles precrisis. La de vivienda y construcción se dispara un 7,8%. La de otros edificios y construcciones, un 13,7%, la mayor tasa de la serie histórica exceptuando el rebote del confinamiento. La explicación solo puede radicar en que por fin están entrando las adjudicaciones de contratos por los fondos europeos en la economía.
Por su parte, el consumo público resta un 0,5% trimestral tras haber crecido mucho por la covid. Mientras que las importaciones aumentan un 4,6%, las exportaciones suben un 1,6%. En consecuencia, el sector exterior está drenando actividad a pesar de la importante recuperación del turismo. Las ventas de bienes y servicios no turísticos al extranjero han perdido fuelle en el trimestre después de haber evolucionado muy bien en los anteriores. No obstante, el INE explica que no ha podido disponer de la información del comercio exterior de mercancías de junio y, por lo tanto, hay más probabilidades de que estos datos se puedan someter a revisión.
Las ventas a no residentes, esto es el turismo, cuadruplican las de hace un año y ya superan las cotas previas a la pandemia. En gran medida estos números explican que la economía española esté aguantando mejor que el resto de europeas en medio de la crisis energética. La industria resiste a pesar de las circunstancias, repuntando un 0,8%. Transporte, comercio y hostelería crecen con vigor pero algo menos de lo esperado, un 1,8%. Y despegan con fuerza las actividades de ocio, un 11,6%.
La productividad por hora trabajada, que había vuelto a ceder en el primer trimestre, se eleva ahora un 2,5% interanual. El consumo de los hogares y la productividad vuelven por unos caminos más coherentes con lo que se estaba observando en el resto de la economía. Por ejemplo, pese a haberse restablecido la ocupación previa a la covid y tocar niveles de 2008, el consumo de las familias aún se encuentra un 5,3% por debajo de finales de 2019. Y esa discrepancia hace decir a algunos analistas que el INE podría estar teniendo dificultades a la hora de captar los cambios en el consumo privado tras la pandemia.
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