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La inflación en la zona euro no encuentra techo: escala al 10,7% en octubre, un nuevo récord

La economía europea se frena: crece solo un 0,2% en el tercer trimestre, pero evita la recesión

Manuel V. Gómez
Automoviles
Un trabajador en una planta de fabricación de automóviles en Francia.SAMEER AL-DOUMY (AFP)

La economía se enfría conforme se acerca el invierno, pero lo está haciendo a un ritmo menor del que se esperaba hace solo unos meses. La Unión Europea y la zona euro crecieron en el tercer trimestre de este año un exiguo 0,2%, lejos del 0,7% y 0,8% marcado en el periodo precedente. En cambio, todavía crece, algo que no estaba nada claro en pleno agosto. Lo que, por el contrario, no dan un respiro son los precios. En octubre han subido un 10,7% en la zona euro, según los datos divulgados este lunes por Eurostat. Se vuelve a romper el máximo anterior y la inflación se adentra en el terreno ignoto de los dos dígitos para el área monetaria única. Por el momento, sigue sin haber noticias de que los aumentos de tipos de interés por el Banco Central Europeo frenen los precios, mientras que la actividad va ralentizándose.

Los nubarrones en la economía europea han sido anunciados desde hace meses, casi desde que Moscú dio la orden de invadir Ucrania. En primavera de este año, en cambio, la actividad todavía mostró cierta resistencia y creció en la zona euro un 4,3%. Pero en el tercer trimestre se ha notado mucho más el desgaste, aunque el PIB no ha llegado a menguar como vaticinaban muchas previsiones en agosto. Es decir, la cacareada recesión no ha empezado en verano. El crecimiento alemán del 0,3%, frente al lúgubre vaticinio del -0,1%, y la resistencia italiana, con un aumento del 0,5%, han sido claves.

Entre los que habían vaticinado el comienzo de la recesión en verano estaba el banco holandés ING, que en un rápido análisis al publicarse el dato ha admitido que se trata de “una sorpresa positiva”. “Esto ha ocurrido a menudo durante la recuperación de la pandemia, ya que el efecto de rebote ha sido más fuerte y ha durado más de lo esperado. Aunque las grietas en la economía de la eurozona son claramente visibles, la economía siguió expandiéndose en el tercer trimestre”, han añadido su economista sénior, Bert Coljin.

Puede que la recesión haya empezado en el último cuarto del año, algo que, con los números conocidos este lunes, puede deducirse de las palabras que pronunció la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, la semana pasada: “Es probable que la actividad económica de la zona del euro se haya ralentizado considerablemente en el tercer trimestre del año, y esperamos un nuevo debilitamiento en lo que queda de año y a principios del próximo”. Servicios de estudios, como el del banco de inversión Goldman Sachs, así lo creen y pronostican que continuará hasta mitad de 2023.

Las encuestas de confianza y sentimiento económico, desde luego, van en la misma línea. La divulgada el viernes por la Comisión Europea arrojaba un claro deterioro del indicador de sentimiento económico, que cayó al nivel que marcaba en noviembre de 2020, en pleno latigazo del coronavirus y con medidas forzosas de detención de actividad para frenar la pandemia. También va a peor, aunque con menos dureza, las expectativas de empleo.

La resistencia del mercado laboral es la que explica, en opinión de los analistas privados y de muchas instituciones públicas, que el batacazo sea menor, si bien, con perspectivas de cierto deterioro en el futuro próximo: “El mercado laboral siguió funcionando bien en el tercer trimestre, y la tasa de desempleo se mantuvo en agosto en el nivel históricamente bajo del 6,6%. Aunque los indicadores a corto plazo sugieren que se siguió creando empleo en el tercer trimestre, el debilitamiento de la economía podría llevar a un desempleo algo mayor en el futuro”, declaró Lagarde, en línea con las respuestas recogidas por el BCE en la encuesta que elabora entre los servicios de previsión y análisis, que apuntan a un desempleo por encima del 7% en la zona euro en 2023.

Para que ese escenario no se convierta en realidad, sería necesario que la inflación cayera pronto y no es esa la perspectiva, lo que mina la confianza de los hogares y les lleva a gastar menos. Un claro ejemplo de cómo el gran aumento generalizado de precios cae en el ánimo de los hogares lo demuestra la encuesta de confianza de la Comisión Europea, tanto en la Unión como en la zona euro se encuentra desde hace meses en mínimos, muy por debajo de los momentos más duros de la reciente pandemia. Ni siquiera la resistencia que está demostrando el mercado laboral en estas circunstancias supone un alivio.

La muestra de que la inflación no da un respiro es la estimación para la zona euro conocida este lunes: un aumento del IPC del 10,7%. La significativa caída española se ha visto desbordada por el movimiento contrario en Alemania, Francia o Italia. En la primera economía europea, siempre tan obsesionada con mantener los precios a raya, la inflación ya crece al 11,6% y en Italia al 12,8%. Las enérgicas subidas de tipos de interés siguen sin tener efecto y, como vino a anunciar Lagarde, con unos precios desbocados, lo más probable es que se aumente la dosis de la terapia que aplica el BCE.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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