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TECNOLOGÍA
Columna
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Tecnologías que quitan salario

Evitar los efectos negativos de avances como la inteligencia artificial se ha convertido en una cuestión esencial para la democracia

Superordenador Watson de IBM.
Superordenador Watson de IBM.IBM
Andreu Missé

La reciente dimisión de Geofrey Hinton como vicepresidente de Google significó una inquietante alerta. Con su decisión, Hinton, uno de los padres de la inteligencia artificial, lanzó una clara advertencia sobre los riesgos existenciales que puede significar el desarrollo descontrolado de esta nueva herramienta tecnológica.

El Parlamento Europeo ha elaborado un proyecto de reglamento sobre el uso de la inteligencia artificial para impedir los usos perversos de las nuevas tecnologías como la manipulación de la opinión pública, los sistemas de vigilancia masiva o la discriminación de personas. El proyecto legislativo, sobre la base elaborada por la Comisión Europea en 2021, pionero en este ámbito, trata de garantizar el respeto a los derechos fundamentales y más transparencia.

Los avances tecnológicos a través de las sucesivas revoluciones industriales han propiciado un aumento de la productividad que a la larga ha beneficiado al conjunto de la población hasta ahora. Sin embargo, hay relevantes indicios de que la vertiginosa velocidad de implantación de las nuevas tecnologías solo beneficia a una parte de la sociedad.

El profesor de Derecho del trabajo de la Universidad de Valencia, Adrián Todolí Signes, ha estudiado el impacto de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo, que desmitifica muchos tópicos. En Algoritmos productivos y extractivos, (Aranzadi) advierte lúcidamente que “la mayor preocupación de la sociedad no debería ser que un algoritmo te quite tu trabajo, sino que te quite tu salario”. Su investigación se centra no en el trabajo que desaparece sino en el que se queda. Esto es, “en cómo será el trabajo bajo una inteligencia artificial”.

Todolí lucha contra la idea de que la tecnología es neutral. Distingue entre los algoritmos productivos y los extractivos. Por una parte, está la tecnología productiva o creadora de valor. Se refiere, por ejemplo, a los robots industriales y ordenadores, que permiten a los trabajadores realizar sus tareas obteniendo más con el mismo esfuerzo y tiempo.

Por otra parte, están las tecnologías extractivas de valor que incrementan el poder empresarial para exprimir al trabajador toda su energía física y mental. Son tecnologías que no crean más producto, sino que la empresa obtiene más rendimiento solamente a través de que el trabajador use más energía propia. El profesor puntualiza: “este esfuerzo extra, en el fondo, será un coste para sociedad a través de mayor número de accidentes de trabajo, peor salud, física o mental y más rápido envejecimiento”. Alerta sobre los riesgos de deshumanizar el trabajo con determinados usos tecnológicos, (control de tiempos, selección de personal o despidos automatizados). Señala una correlación entre el declive del Derecho del trabajo y la introducción de ordenadores que ha supuesto una reducción de la parte que obtienen los asalariados de la renta generada por la economía. Entre 1970 y 2019 la participación de los trabajadores en la renta nacional en España ha pasado del 62% al 55%. Evitar los efectos negativos de las nuevas tecnologías se ha convertido en una cuestión esencial para la democracia.

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