España saca músculo emprendedor

La ley de start-ups aprobada en diciembre de 2022, la primera de Europa para el apoyo específico al ecosistema emprendedor, es una señal de madurez de la sociedad española que ha entendido lo que significan estas empresas emergentes, las ha valorado, y ha atraído más inversión hacia ellas. Lo decía el miércoles Jordi García Brustenga en el foro organizado por EL PAÍS y Santander Construyendo el futuro: el impulso a la colaboración y el emprendimiento en España, y lo hacía en calidad de director de Fomento del Ecosistema Emprendedor en la empresa estatal de acompañamiento a start-ups Enisa. Ese mismo día, García Brustenga era nombrado director general de Estrategia Industrial y de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio de Industria y Turismo. “Además de los incentivos fiscales, la ley otorga una base institucional, define al ecosistema emprendedor, lo defiende y promueve”, insistió.

“Se ha hecho un buen trabajo con esta ley, que ha sido de consenso y está haciendo mucho para posicionar a España como país emprendedor”, terció Carlos Mateo Enseñat, presidente de la Asociación Española de Start-ups, aludiendo a la nueva marca SpainUpNation, nacida para promocionar la apuesta. Y apelando a la colaboración público-privada, “fundamental si queremos resolver los retos de una transformación sostenible y digital, y una economía más competitiva”, reflexionaba Mateo Enseñat.

“Hay una proliferación de incubadoras, lanzaderas y cada vez más fondos de venture capital [capital riesgo]. Hemos conseguido crear polos de atracción de talento, pero muy enfocados a grandes capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga. La asignatura pendiente sigue siendo la territorialidad”, intervino Diego Tomás, cofundador y CEO de Genion, empresa de acompañamiento de start-ups con el foco puesto en ciudades medianas y pequeñas.

Actores necesarios

En Enisa tienen muy estudiado que los ecosistemas emprendedores son locales, florecen en los entornos urbanos y se nutren de unos 34 tipos de agentes colaboradores, entre cámaras de comercio, centros tecnológicos, agencias locales y regionales... “Algunos hubs, como Barcelona o Madrid, tienen a todos esos actores; de hecho, el 70% de lo que damos es a Madrid y Barcelona”, reveló García Brustenga. “¿Cómo hacer para que al resto de ciudades, que tienen 28, 30, 17 de esos actores necesarios, lleguen las oportunidades? Generando redes de agentes facilitadores que expliquen, acerquen y compartan ejemplos entre unos sitios y otros”, detalló. “Polinizadores”, los llamó. “El 70% de la población vive en ciudades de menos de 200.000 habitantes”, recordó Diego Tomás.

Hubo menciones al emprendimiento rural, a veces bajo la figura de cooperativa, y a menudo orientado al autoempleo. Y ejemplos de empresas emergentes tecnológicas, léase el caso de la multipremiada Nax (agricultura de precisión satelital), conviviendo con actividades de perfil más local. “Es muy enriquecedor”, comentó Tomás. Ya en la presentación del foro, Carlos de Vega, subdirector de Información de Prisa Vídeo, había ensalzado las bondades de la mezcla y el intercambio de ideas. Lo había hecho, en realidad, para subrayar lo apropiado que resultaba celebrar un foro de emprendimiento en uno de los Work Café Santander que el banco tiene solo en España, y que De Vega definió como instrumentos colaborativos, de encuentro, en los que las experiencias se pueden intercambiar como vasos comunicantes. En concreto, Construyendo el futuro: el impulso a la colaboración y el emprendimiento en España se desarrolló en el que está ubicado en pleno Paseo de Recoletos de Madrid.

Donde surge la magia

Diego Tomás mencionó, como otro caso de éxito, el espacio de trabajo colaborativo Hubitat en la localidad alicantina de Mutxamel (de menos de 30.000 habitantes); es de titularidad pública y gestión privada, en manos de Genion. “En el coworking de Mutxamel se desarrollan más de 130 proyectos en un clima de colaboración fabuloso”, destacó. A su juicio, para que en este tipo de entornos “ocurran cosas” hace falta, para empezar, una administración pública proactiva.

Y menos burocracia que, lamentó Tomás, es un impedimento a la innovación. “Entre que surge la idea hasta que se consigue ejecutar pueden pasar años; tenemos mucho campo de mejora”, afirmó. Y abogó por tejer redes y comunidades estables, más allá de los ciclos políticos, que sean laboratorios de innovación y generen un ambiente de colaboración propicio” para que “surja la magia” y el talento se quede en ese territorio y no tenga que emigrar a una gran ciudad.

Los tres ponentes de la primera mesa redonda del foro organizado por EL PAÍS y Santander, titulada La colaboración como clave del emprendimiento, coincidieron en que se ha avanzado bastante, sí, pero que aún queda mucho trabajo por hacer. En cuestiones de burocracia o territorialidad, ya mencionadas. “Las brechas territoriales se están reduciendo; hay muchas iniciativas de comunidades autónomas y ayuntamientos que están apostando de verdad por el emprendimiento y la innovación”, matizó Mateo Enseñat. Canarias, Málaga. Lo que sigue sin solventarse, y se mostró preocupado por ello, es la patata caliente de la diversidad de género. “Menos del 20% de start-ups están lideradas por mujeres”, desveló. En este punto sacó a colación los Women Start-up Awards, unos premios que organiza su asociación, con el apoyo de Enisa y Santander, para “reconocer, visibilizar y promover el talento de las emprendedoras”.

Carencias a corregir

Los expertos detectaron, asimismo, carencias en la formación. “La educación es clave, para generar emprendedores y el talento que necesitan en sus equipos para desarrollar sus proyectos”, incidió Mateo Enseñat, señalando como asignatura pendiente (nunca mejor dicho) una mayor alineación del sector formativo con el empresarial y sus necesidades: perfiles profesionales más demandados, sectores al alza. “Reduciría otro de los grandes problemas de nuestro país: el paro”, defendió. “Creo que al mundo educativo, tanto universidades como Formación Profesional, quizás menos las escuelas de negocio, le falta empuje y coordinación, no porque no lo estén haciendo bien sino por la necesidad de una política de coordinación. Por eso es importante la ley, para ordenarlo todo”, manifestó Jordi García Brustenga.

De nuevo, la ley, que incorpora la figura de las start-ups de estudiantes, contempla visados para que extranjeros extracomunitarios puedan emprender en España —desde mayo al día del foro, Enisa llevaba emitidos 1.200 informes para visados—, o beneficios fiscales para atraer a los europeos y lograr que regresen los españoles por el mundo.

“La ley nos obliga, aunque no hacía falta, a promocionar el ecosistema”, y trae consigo la creación de un Foro Nacional de Empresas Emergentes para hacerle el seguimiento y garantizar su gobernanza, según detalló García Brustenga, que apeló al Santander —”Cuento con el Santander”, repitió varias veces— para crear un gran caldo de cultivo de colaboración, innovación y emprendimiento. Nadando en él deberían estar, junto a las start-ups, las grandes empresas, el sector financiero y tecnológico, las administraciones estatal, regional y local, así como los centros formativos y tecnológicos.

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