Todo el empleo creado en el tercer trimestre es de trabajadores extranjeros y de doble nacionalidad
De julio a septiembre se generaron 77.000 puestos de ocupados con doble nacionalidad y 73.000 de extranjeros. Los españoles no solo no aportaron, sino que retrocedieron en 12.000 puestos
El incremento del número de trabajadores que se produjo en España en el tercer trimestre del año se adscribe exclusivamente a los empleados extranjeros y de doble nacionalidad. De los 138.000 nuevos empleos creados entre julio, agosto y septiembre, 77.000 son de trabajadores con doble nacionalidad y 73.000 de extranjeros. Estas dos cifras en realidad suman 150.000, lo que quiere decir que los nacidos en nuestro país restaron en el mercado laboral durante este periodo. En el tercer trimestre, según la Encuesta de Población Activa que elabora el INE, había 12.000 empleados españoles menos que en el segundo.
Este fenómeno no es nuevo, e incluso empieza a dibujar un patrón reconocible. En el segundo trimestre de este año (de abril a junio) los españoles aportaron 198.000 empleos respecto al trimestre anterior, frente a los 107.000 de los empleados con doble nacionalidad y los 130.000 de los extranjeros. El primer trimestre (de enero a marzo, el peor para el mercado laboral) volvió a caracterizarse por un retroceso del empleo de españoles (-123.000) y un mejor desempeño de extranjeros (-33.000) y aquellos con doble nacionalidad (+16.000). Y en el último del año pasado (de octubre a diciembre de 2023, con lo que completamos 12 meses), solo avanzó la ocupación laboral extranjera, con 11.000 empleados más, frente al retroceso de 37.000 de los trabajadores con doble nacionalidad y los 30.000 españoles.
Como se observa en el siguiente gráfico, la dinámica fue parecida en el resto de trimestres de 2023 y de 2022.
El trimestre en el que se observa de forma más clara el desfase entre el empleo de los españoles y el de extranjeros y trabajadores con doble nacionalidad es el tercero, justo el que aborda la EPA publicada este viernes. Entonces, sobre todo en julio y agosto, toma fuerza el turismo, un sector en el que hay más extranjeros que en el promedio de la economía. En hostelería, según los datos de la Seguridad Social (que, a diferencia del INE, no desagrega a aquellos con doble nacionalidad), el 27% de los trabajadores son de origen extranjero, mientras que en el total de la afiliación representan en torno al 13,5%. Es un sector muy precario, con las jornadas pactadas más largas y retribuciones bajísimas.
A la vez, el tercer trimestre se caracteriza por el hundimiento de la ocupación en la educación, un sector que apenas emplea a extranjeros (solo son en torno a un 5% de esos afiliados). Esto se complementa con los despidos en el resto de la economía derivados de las vacaciones: como en julio y agosto se detiene la actividad en tantos municipios, algunas empresas de todo tipo de sectores aprovechan para no renovar o rescindir contratos.
En el último año, tomando como referencia el tercer trimestre, España ha creado 377.000 empleos. De ellos, el 48% corresponde a trabajadores extranjeros, el 43% a empleados con doble nacionalidad y solo el 9% restante a empleados españoles. El año pasado la diferencia fue menor: de los 701.000 empleos creados, el 50% eran de extranjeros, el 16% de trabajadores con doble nacionalidad y 34% de españoles. El último año en que se crearon más puestos de trabajo de españoles que de los otros dos grupos fue 2021, aún en los rescoldos de la pandemia: entonces se generaron 666.000 empleos de españoles, 156.000 de extranjeros y 104.000 de ciudadanos con doble nacionalidad.
Antes, durante la salida de la Gran Recesión que empezó en 2008, los españoles siempre aportaron más empleos. Desde el estallido de la crisis inmobiliaria el único año diferente fue 2019, a las puertas de la pandemia. Y antes, mientras se hinchaba la burbuja, los españoles casi siempre aportaron más empleo, con la excepción de 2007. Entonces se crearon 306.000 puestos para españoles, 333.000 para extranjeros y 24.000 con doble nacionalidad. Este último grupo, entonces escuálido, ahora es fundamental, ya que con el paso del tiempo cada vez más obtienen la nacionalidad española.
Con estos datos, el peso de los extranjeros y los empleados con doble nacionalidad en el total del empleo es cada vez mayor. Hoy los españoles son el 79,4% de la fuerza laboral del país, de la que también forma parte un 5,5% con doble nacionalidad y un 15,1% de extranjeros. En 2019, hace solo un lustro, los españoles eran el 84,3%, aquellos con doble nacionalidad el 3,5% y los extranjeros el 12,2%. En el primer dato disponible, de 2008, los primeros eran el 85,2%, los segundos el 0,9% y los terceros, el 13,9%.
Las mujeres inmigrantes son el colectivo que sufre los peores salarios medios de la economía: ingresaron 13.401 euros brutos de media en 2022, según los datos de la Agencia Tributaria. Son unos 3.500 menos que la media que cobraron los trabajadores extranjeros, 16.950 euros. Los mejor retribuidos son los empleados españoles (26.488 euros), seguidos de las españolas (21.033 euros). Mujeres y hombres extranjeros también salen peor parados en temporalidad o parcialidad, entre otras variables laborales.
Los inmigrantes ni quitan el empleo a los españoles, ni hacen que sus sueldos sean menores
La inmigración se ha convertido en la principal preocupación de los españoles, según el Centro de Investigaciones Sociológicas. Apunta en una dirección parecida una encuesta reciente elaborada por el Instituto 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER: el 57% cree que hay “demasiados” inmigrantes en España y el 75% los asocia a conceptos negativos. Sin embargo, al ser preguntados por la experiencia personal con ellos, los votantes de todos los partidos la juzgan de forma positiva. Un estudio que publicó hace dos semanas la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ahonda en esta dicotomía. Subraya el caudal de evidencia científica que sostiene que la inmigración, en general, no resulta perjudicial ni para los trabajadores locales ni para los servicios públicos.
“A pesar del aumento en la visibilidad mediática y el debate público, el análisis sugiere que muchas de las preocupaciones sobre el impacto de la inmigración en el empleo, los salarios y los servicios públicos están influenciadas por percepciones erróneas y desinformación”, reflexiona Raquel Carrasco, profesora en el Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora de Fedea, autora del estudio Algunas reflexiones sobre el fenómeno de la inmigración en España: Percepción social versus efectos reales. “No hay evidencia que respalde la afirmación de que la llegada de inmigrantes perjudique las oportunidades de empleo de los nativos”, dice Carrasco, que también descarta que perjudiquen a los salarios de los empleados españoles.
En la misma línea, Carrasco subraya la evidencia empírica de que “los inmigrantes, en particular los hombres, tienden a tener periodos de desempleo más cortos que los trabajadores nativos”. Considera que esto “puede estar relacionado con la necesidad económica más acuciante que enfrentan los inmigrantes para encontrar empleo, lo que les lleva a aceptar ofertas laborales con mayor rapidez, a menudo en sectores de baja cualificación o con contratos temporales”.
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