La Tarraco romana recalificó almacenes del puerto para construir el teatro
Un hallazgo arqueológico alumbra la modificación de la ciudad tras la visita de César Augusto
Cuando César Augusto recaló en Tarraco, entre los años 25 y 26 ac, el rol de la ciudad en el contexto del Imperio evolucionó, ganó peso y crecieron sus equipamientos e infraestructuras. El emperador ordenó que esa villa, de clima agradable y abrazada por el mediterráneo, fuese un espejo de la capital, Roma. Impulsó una recalificación urbanística que abarcó toda la ciudad, desde la Part Alta hasta la playa. El puerto era entonces un auténtico punto neurálgico de actividad, pero eso no fue ningún impedimento para que se cumpliera el mandato del soberano: allí donde había almacenes para guardar las mercancías que llegaban con los navíos, debía construirse un teatro. Pan, sí, pero circo, también.
Las excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en la zona de la scaena (espacio escénico) del teatro romano de Tarragona han alumbrado un hallazgo que reafirma la remodelación urbanística que sufrió Tarraco. Los cimientos del teatro esconden almacenes de hasta 7,5 metros de anchura, que eran usados para tareas portuarias y para acumular vino, aceite o cerámica que llegaban por mar desde la península Itálica. "Coinciden con los niveles de circulación del puerto, prácticamente a nivel de playa", señala el arqueólogo Jacinto Sánchez. Los almacenes fueron derrumbados para poder construir el teatro y muchas ánforas sirvieron de material de encofrado. No fue una actuación menor, porque también se derribó un acueducto y fue menester desplazar parte de la infraestructura portuaria a la vera del río Francolí.
La Generalitat ha avanzado que tiene previsto un plan de reordenación del espacio para ampliar las zonas visitables. Pese a su estado de degradación y a haber sufrido una importante destrucción, el teatro romano era parte indispensable del triángulo del espectáculo, junto con el circo y el anfiteatro, y sigue siendo un elemento imprescindible para entender una de las zonas más dinámicas de la ciudad: el puerto y todo el barrio que lo rodeaba.
Se trata de un "espacio privilegiado", según los técnicos. La construcción del teatro se apoyó en el aprovechamiento de la pendiente de roca próxima, un recurso natural que sirvió de base para asentar parte del graderío, y supuso un punto de inflexión para acercar la ciudad al mar.
Las investigaciones sobre el terreno se alargarán hasta fin de mes y la directora del Museo Nacional Arqueológico de Tarragona, Mònica Borrell, ha indicado que a medio plazo “no hay previstas nuevas excavaciones”. La Generalitat, titular del espacio,sí tiene interés en impulsar un proyecto que permita “adecuar el espacio para las visitas”, según Josep Manuel Rueda, director de la Agencia Catalana de Patrimonio Cultural. “No planteamos una gran intervención”, matizó.
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