Bolsas: un juego de expectativas
Las perspectivas de una intensa reducción de los tipos de interés parecen haberse disipado
Tras un mes de abril dominado por la inestabilidad geopolítica y una visión más pesimista sobre la esperada bajada de tipos, mayo está siendo muy positivo para los mercados, alcanzando los principales índices máximos históricos. A pesar del temor de los reguladores, la guerra no consiguió empujar los precios del petróleo como hizo en octubre, manteniéndolos en el intervalo de entre 80 y 90 dólares. El crecimiento del PIB de EE UU se ralentizó en el primer trimestre hasta un 1,6% interanual y el desempleo aumentó ligeramente en abril hasta el 3,9%, por el freno del empleo público principalmente, devolviendo la amenaza de estanflación a primer plano. Por otro lado, como el propio Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), admitió en la última reunión del organismo, que la batalla contra la inflación está siendo más difícil de lo esperado, con un incremento del IPC del 3,4% en abril.
La probabilidad de recesión ha disminuido por cuarto mes consecutivo y las expectativas de una pronta e intensa reducción de tipos, que tanto exaltaron a los mercados a comienzos de este año, parecen haberse disipado. Ahora los inversores esperan tan solo dos bajadas de tipos en 2024 empezando en septiembre. En la eurozona, la inflación parece acercarse a la meta del 2%. La presidenta del BCE, tras la última reunión de abril, asumía que el banco está preparado para la reducción de tipos en junio, si continúan los buenos datos de inflación. El avance cuidadoso de la Fed intensifica la preocupación por una posible debilidad del euro tras una reducción de tipos, lo que amenazaría con un repunte de la inflación.
A pesar de estas preocupaciones, cinco países europeos (Polonia, Hungría, Suiza, Chequia y Suecia) bajaron tipos ante el temor de una mayor ralentización económica.
No obstante, para los mercados, por ser los primeros en aprovecharse de una posible bajada de tipos, cualquier noticia que indique cierta debilidad de la economía es un buen presagio. Los datos de crecimiento de los beneficios empresariales y la expectativa de reducción de los tipos de interés en 2024 han impulsado los índices bursátiles. En Europa, el Eurostoxx 50, el Ibex 35 y el Dax 40 crecen por encima del 12% este año, el FTSE 100 y el CAC 40 suben un 8% y un 7%, respectivamente. En EE UU, el S&P 500 avanza un 12%, el Nasdaq un 11% y el Dow Jones un 6%.
Sin embargo, la política monetaria no es la única variable que define el horizonte para los inversores. Los futuros del índice VIX, medida del “miedo” de los mercados, señalan cierta ansiedad por las elecciones estadounidenses en noviembre y su impacto en la política fiscal. Los mercados esperan un aumento de volatilidad en el período postelectoral. A pesar de que en cuestiones económicas y comerciales ambos candidatos siguen el mismo hilo proteccionista y pro déficit, ciertos resultados despiertan mayor preocupación que el statu quo actual con una presidencia demócrata y un congreso ligeramente republicano. En caso de que los demócratas consigan tanto el Despacho Oval como el Congreso, se teme que el Gobierno apruebe un aumento del impuesto corporativo, ya prometido por Biden durante su discurso a la nación. Por otro lado, Trump defiende unos aranceles aún más drásticos contra la producción china, algo que reforzaría las presiones alcistas sobre la inflación y obligaría a posponer la bajada de tipos.
El oro, activo refugio que ya había comenzado su ruta de aumento el pasado año ante una mayor demanda de los bancos centrales, ha acelerado su subida en 2024, creciendo un 16% desde finales de febrero. Al igual que el VIX, el precio del metal subió de forma súbita tras el ataque iraní del 13 de abril. Los bonos emergentes sorprenden, mientras tanto, con una recuperación en mayo. Precios de carburantes relativamente altos, paquetes de ayuda del FMI y reformas estructurales contribuyen a una mayor rentabilidad de este activo. En este juego de expectativas la parte más difícil de la batalla contra la inflación no será el comienzo, sino el tramo final. Desde marzo de 2022, cuando los bancos centrales comenzaron a subir los tipos, muchas cosas han cambiado, siendo probable que el precio del dinero, aparte de no bajar tan rápido como se esperaba, tampoco llegue tan abajo como se decía.
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