El currículo de Primaria desata una batalla ideológica
La ‘ley Celaá' devuelve a las comunidades el desarrollo del temario y otorga autonomía a los centros para completar las materias, que se han visto encorsetados en su labor los últimos años
Las aguas no se han calmado en el ámbito educativo tras el cambio de ministra en julio, de Isabel Celaá a Pilar Alegría, y la polémica ahora no es ya la escuela concertada, sino el currículo de enseñanzas mínimas que prepara el Gobierno en el marco de la Lomloe (la ley Celaá, de 2020). Esta fija “los objetivos, las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de los aspectos básicos del currículo” ―según el texto de la norma― pero son las comunidades autónomas las que van a complementar y estructurar el temario junto a los claustros de los centros, que tendrán más autonomía de gestión. Pese a que el borrador, en esta fase de tramitación, solo refleja las líneas maestras y los contenidos mínimos, al Gobierno se le acusa desde la derecha de bajar el nivel y de preocuparse de “ocurrencias”, como la introducción en todas las asignaturas de la perspectiva de género ―en Matemáticas, por ejemplo, se trata de atraer a las alumnas a carreras técnicas en el futuro― y el hecho de tener en cuenta los aspectos emocionales que afectan al aprendizaje.
En los últimos tres días, tras conocerse el borrador, se han sucedido las críticas. El líder de Vox, Santiago Abascal, afirmó en Twitter: “¡Apartad vuestras manos de nuestros hijos, chusma totalitaria! Ni matemáticas con perspectiva de género, ni adoctrinamiento en amnesia histórica, ni talleres de sexualidad para preadolescentes, ni ataques a la familia, ni enseñanza en el odio a España”. Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos en el Congreso, se pronunció en la misma red: “El día con el precio de la luz más caro de la historia, el Gobierno sale con que va a dar matemáticas con perspectiva de género en las escuelas. Basta ya de tomarnos el pelo, de destrozar la educación pública y de cortinas de humo para no afrontar los problemas de los españoles”. Mientras, Sandra Moneo, portavoz de Educación del PP, calificaba, en declaraciones a Efe, de “perversidad extraordinaria” el currículo, que, a su juicio “esconde el interés del Gobierno por introducir la ideología en el aula”. Su líder, Pablo Casado, no ha entrado en valoraciones, pero sí se ha comprometido a derogar la ley si gana las elecciones.
El borrador de Educación no especifica en qué curso se estudian las frases subordinadas o cuál debe ser el método para eliminar las faltas de ortografía. “No es cierto que se eliminen la regla de tres u otras enseñanzas. Simplemente no se listan, se agrupan por conceptos, y es al profesorado a quien corresponde la última decisión”, argumenta el Gobierno, tras ser acusado de dejar de enseñar los diptongos o los números romanos y de terminar con los dictados. La Lomloe distribuye de nuevo las competencias entre Administraciones ―como ocurría con la LOE (Ley Orgánica de Educación, 2006)―, de forma que el Estado marca el 50% de las enseñanzas en las autonomías con lengua cooficial y un 60% en el resto. Las autonomías van a elaborar los temarios y la Alta Inspección del ministerio revisará el contenido final de los manuales. Alguna vez este órgano emite un informe, como ocurrió con los libros de texto catalanes tras recibirse denuncias de adoctrinamiento.
Este currículo es más corto, flexible y centrado en las habilidades o competencias que el de la ley Wert (2013) y se distancia mucho de este, que pormenorizaba el contenido al extremo, porque en su modelo reservaba al Gobierno la definición casi completa de las asignaturas troncales, dejando a las comunidades el diseño del resto. No había porcentajes.
Educación, que sacó adelante la ley en confrontación abierta con gran parte de la oposición, recuerda que unos 80 profesores participan en la elaboración del currículo y que volverá a debatirse con las autonomías porque no entra en vigor hasta el curso 2022-2023. Las editoriales, sin embargo, tienen que elaborar los manuales, así que los plazos serán más cortos de los que reconoce el Gobierno.
Más allá de proclamas partidistas, hay consenso de los expertos y los políticos en que los temarios en España son demasiado largos. Lo advirtió Andreas Schleicher, coordinador del Informe PISA en EL PAÍS: “El futuro en España debería pasar por enseñar menos cosas, pero de forma más profunda, generando más compresión”. Y continuó: “Apilar muchos contenidos de física y química por sí solo no va a resultarte de gran ayuda. La cuestión es: ¿puedes pensar como un científico, diseñar un experimento?”.
Vicent Mañes, director de la federación que agrupa a los directores de Primaria, cree que la polémica es “humo, no tiene calado”. “Lo importante es que el currículo no sea un catálogo de contenidos que los niños tengan que aprender, sino que a través de estos se trabajen las competencias [orales, de resolución de problemas o trabajo en equipo]”. Mañes cree que en Primaria no es difícil el tránsito porque muchos centros trabajaban ya por proyectos, pero “en Secundaria es donde les ha pillado a contrapié porque los contenidos están muy compartimentados en asignaturas”.
Raimundo de los Reyes, presidente de la federación que engloba a los directores de Secundaria, sostiene que España sale mal parada en las pruebas estandarizadas, como PISA, porque “se enseña de una forma muy desfasada”. Por eso apoya esta apuesta por las competencias que se plasma en el borrador del currículum y no entiende la controversia: “Estamos en un tiempo de debate cuando ni hay temario. Veo detrás unos intereses que no son pedagógicos”, afirma. De los Reyes cree que el profesorado de cada centro debe hacer un diagnóstico de su alumnado para adaptar los contenidos. “Si pertenecen a familias con pocos recursos tendrás que priorizar el acceso a las tecnologías. No se trata de una relación de contenidos, sino de adquirir competencias”.
Agrupación de materias
Ramón Izquierdo, secretario estatal de acción sindical de ANPE, un sindicato docente muy crítico con el Gobierno, reconoce que sobre el papel el Ejecutivo otorga a los centros más libertad para hacer aportaciones al currículum ―”es una concepción más abierta”―, pero teme cómo se va a concretar ―”¿cómo se agruparán las materias por ámbitos?”, se pregunta― y pone en duda que haya medios materiales para llevar a cabo la nueva docencia. A su juicio será una “medida pedagógica cosmética” si no das los medios económicos y profesionales suficientes para, por ejemplo, en un centro de una zona deprimida haya la posibilidad de dividir al alumnado en dos grupos para trabajar de forma personalizada por proyectos fusionando asignaturas. El sindicalista cree que el texto aún está verde y que al Consejo Escolar del Estado llegará una versión más elaborada. Aspira a que antes se reúnan con su sindicato.
Izquierdo relata que desde hace 30 años se trabaja de forma transversal el derecho a la paz o la igualdad de género, lo que no comparte es que el borrador de currículo proponga hablar de mujeres matemáticas en esa asignatura. Reclama potestad para decidir cómo abordar la igualdad en una u otra materia. A ANPE le preocupa sobre todo la redacción que se hará de la asignatura de Valores Cívicos y Éticos. “Creemos que el desarrollo debe ser objetivo. Tratar los principios constitucionales o los derechos humanos, valores socialmente reconocidos para formar a los ciudadanos del futuro, sin entrar en valoraciones morales”.
Ante la lluvia de críticas, el Gobierno ha elaborado un documento interno, al que ha accedido EL PAÍS, en el que se defiende. Respecto a la enseñanza de las matemáticas con perspectiva de género, Educación recuerda que PISA “concluye que en un diferencial elevado, los chicos obtienen mejores resultados que las chicas”, por lo que hay que “convencer a las chicas que son capaces de responder a las exigencias de las matemáticas. Es lo que en pedagogía se denomina formación emocional”. Actualmente, existe una brecha enorme en las carreras técnicas: en las ingenierías apenas el 29% de los alumnos son mujeres. Y el Ejecutivo insiste en que su decreto parte del documento Bases para la elaboración de un currículo de matemáticas en educación no universitaria redactado por el Comité Español de Matemáticas (CEMat). Este texto, generalista, tampoco cita los números romanos.
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