La idea de Madrid para cambiar la Selectividad que ha acabado por no defender ni el Ejecutivo regional
Los responsables educativos entierran la propuesta para establecer una doble prueba de la Evau
La propuesta de establecer una doble prueba de Selectividad, propuesta por la Comunidad de Madrid, ha quedado completamente descartada este miércoles en la Conferencia Sectorial de Educación, el organismo que reúne a los responsables educativos del Gobierno y las comunidades autónomas, según han señalado a EL PAÍS fuentes presentes en la misma. La idea consistía en que, además de los exámenes que organiza cada Ejecutivo autonómico, se celebrara otra prueba para aquellos alumnos que quisieran estudiar la carrera en una comunidad diferente a la suya. Es decir, una Selectividad b que fuera común para el conjunto del país. La Comunidad de Madrid envió la propuesta al Ministerio de Educación y pidió que se incluyera en el orden del día de la sesión de este miércoles. La frialdad con la que fue recibida fue, sin embargo, tan amplia, que finalmente ni siquiera Madrid la ha defendido. En lugar de ello ha abogado, como las otras cuatro autonomías gobernadas por el PP, por una sola prueba para todo el país, otra idea de difícil aplicación (ningún Gobierno, independientemente de su color, la ha aplicado), aunque más clásica, que ha sido rechazada por los consejeros de Educación de las 12 comunidades que no están en manos de los populares.
Los responsables educativos de Madrid han decidido no dar la batalla por su propuesta de la doble prueba conscientes de que la opinión general, tanto autonómica como del Ministerio de Educación y de los sindicatos docentes, era que se trataba de un planteamiento a la vez complicado y poco útil para alcanzar el fin que se afirmaba perseguir, que era reforzar la igualdad de oportunidades de los estudiantes. Por un lado, los currículos del Bachillerato son distintos entre territorios ―legalmente cada uno puede fijar la mitad de los contenidos, aunque en la práctica la diferencia es menor―, y diseñar dicha prueba única sería complejo, y también lo sería evitar que el resultado no fuera más favorable para el alumnado de unas comunidades que para el de otras. Y por otro, el esfuerzo logístico de la doble prueba tampoco daría como fruto un gran avance en la creación de un modelo más equitativo, ya que los estudiantes seguirían compitiendo por plazas en las mismas universidades habiéndose presentado a pruebas distintas. Incluso introduciría una variable nueva, y es que dos chavales del mismo territorio que se matricularan en una universidad de su comunidad podrían haber realizado pruebas diferentes, ya que la propuesta de Madrid contemplaba que aquellos que antes de presentarse no tuvieran claro si solicitarían una plaza en su territorio o en otro, se examinasen de la Selectividad b, y que ello les sirviera tanto si se marchaban como si decidían quedarse.
El hecho de que los exámenes de la Selectividad sean distintos en cada autonomía (los redactan especialistas de las universidades locales, en colaboración con docentes de secundaria) y que la calificación obtenida permita acceder después a carreras de toda España da lugar regularmente a un debate sobre la conveniencia de un modelo de examen único, que el PP solo ha abanderado cuando ha estado en la oposición en el Gobierno central. “La dificultad del examen no puede depender del lugar donde viva el estudiante”, ha señalado este miércoles el partido en un comunicado, en el que adelantaba que no apoyará la reforma de la Selectividad si no se atiende su petición.
El 60% de la nota de la parte general de la Evau, sin embargo, no procede de los exámenes de la Selectividad, sino de las calificaciones obtenidas en el Bachillerato, lo que supone que la mayor diferencia en las notas de los chavales no procede de la comunidad en la que estudian, sino del centro educativo al que asisten. La escuela concertada pone, por ejemplo, 6,6 puntos porcentuales más de sobresalientes que la pública, y la privada pura, nueve. Y el PP nunca ha planteado una revisión de la falta de equidad generada por el centro en el que estudian los alumnos.
Prueba más homogénea
El Ministerio de Educación también aspira a hacer una Selectividad más homogénea entre territorios, aunque por otra vía. El documento que el Gobierno presentó este verano sentando las bases de cómo será la nueva Evau ―una prueba adaptada a la actual ley educativa, la Lomloe, y por tanto a un sistema de aprendizaje más competencial y menos memorístico― incluía la previsión de crear “grupos de trabajo con representación de las distintas administraciones, universidades e institutos o agencias de evaluación (autonómicos)” con el fin de fijar “un marco común de diseño de la prueba así como de su corrección”. Para evitar las disparidades dentro de las propias comunidades autónomas, que casi todos los años generan alguna polémica, el documento adelantó que cada ejercicio de la nueva Selectividad deberá estar respaldado por una “guía de codificación” con las respuestas correctas.
La nueva Selectividad la estrenará en junio de 2024 el alumnado que ahora estudia primero de Bachillerato, según los planes del ministerio. Y la transformación de la Evau se completará en la prueba que se realice en junio de 2027 (aunque este miércoles País Vasco, Cataluña y alguna comunidad gobernada por los socialistas han propuesto alargar el periodo de transición un año más, hasta 2028, una cuestión que será debatida en los próximos meses). Los detalles del cambio están siendo ahora discutidos por técnicos de ordenación y evaluación del ministerio y las diferentes comunidades. El calendario previsto contempla que en la primera mitad de 2023 se presenten modelos de los exámenes y de sus criterios de calificación, que se realicen pruebas piloto y un ensayo con una muestra de alumnos. El objetivo es que al inicio del curso que viene, los estudiantes que entonces estén en segundo de Bachillerato y sus profesores tengan claro cómo será los exámenes de acceso a la Universidad que se celebrarán cuando concluyan las clases.
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