Los jacintos que casi ahogan al lago Victoria
Generalmente, cuando el hombre toca algo de la cadena evolutiva, la jode. Ejemplos tenemos a montón: especies introducidas de manera inconsciente que acaban con las especies nativas, desastres ecológicos, etc, etc.La zona de los Grandes Lagos del África ecuatorial no quedó al margen de esta obsesión del ser humano por jugar a Creador. Por un lado está el caso de la perca del Nilo , una especie original de otras cuencas africanas que se introdujo de manera artificial en el Victoria en la década de los 60. El resultado: como no tiene predadores y es muy voraz se ha hecho la dueña del lago, llega a alcanzar 200 kilos y ha acabado con cerca de 300 especies de peces autóctonas.Otro caso es el jacinto de agua , una bella y vigorosa planta acuática que llegó al lago accidentalmente por esporas que el viento trajo desde jardines privados, donde es muy apreciada como planta ornamental.El resultado: las masas incontroladas de jacintos llegaron a colmatar grandes zonas del lago Victoria, en especial el golfo de Kisumu, en Kenia, hasta el punto de inutilizar la flota pesquera. Fue un duro golpe para la economía local. A base de decenas de millones de dólares y árduos trabajos de extracción mecánica se logró reducir la superficie de la plaga y permitir el movimiento de los barcos.Aún así, el otro día cuando sobrevolaba el lago en avión pude ver grandes y alargadas islas de jacintos del Nilo que viajan a la deriva, como redes vegetales en busca de incautas barcas de pescadores.Pero una cosa es lo que dice la ciencia y otra lo que ocurre de verdad sobre el terreno. Hablo con pescadores de Kisumu y me dicen que el jacinto es bueno y es malo. Es malo por lo ya dicho, pero es bueno porque sus tallos y hojas son aprovechables para diversos cometidos y porque entre sus raíces se crea un ambiente pobre en oxígeno que espanta a la perca del Nilo y permite vivir allí a especies de pececillos que de otra manera serían devorados por ésta. Y de la perca, ¡qué decir! Ha causado un desastre ecológico pero ha generado un enorme negocio pesquero en los tres países ribereños. Buena parte del mero que supuestamente comemos en Europa es perca traída del lago Victoria en avión. Un pescado blanco, pero nada inocente. Y es que al final, nada es blanco ni es negro. La vida está llena de matices. Por fortuna.
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