Una nueva huelga general
Que en la segunda huelga general desde que Rajoy es presidente el Gobierno diga que la participación ha sido mínima, me da pena y vergüenza. Ha habido un gran seguimiento en el sector industrial, transporte, Administraciones Públicas e incluso en educación. Ya basta de negar las evidencias.
Sin embargo, me parece igualmente lamentable que en los tiempos que corren los piquetes sigan ejerciendo la violencia contra los que quieren trabajar. Hoy más que nunca deberíamos entender que muchas personas no participen en la huelga a pesar de que crean que deben hacerlo, hoy que la gente acata medidas inaceptables y recortes por miedo a perder lo que le queda. Tan válido es el derecho a hacer huelga como a no hacerla y nadie debería atentar contra ello, ni las autoridades ni los ciudadanos.— Lidia Gutiérrez Gonçalves. Martorell, Barcelona.
En ocasiones cabe preguntarse hasta qué punto pueden soportarse los abusos del sistema de mercado; hasta el momento se ha tolerado absolutamente todo. No me sorprende la convocatoria de una huelga general cuando hace tiempo que los pilares del Estado de bienestar, como la educación, penden de un hilo que cada vez tiene que mantener más peso. Mi preocupación, junto con la de otros muchos estudiantes, se agrava por momentos, mientras mengua la esperanza de poder continuar con nuestros planes; y es que las posibilidades de un futuro semejante al que soñamos se ahogan entre los números negativos de las cuentas bancarias. Sin oficio ni beneficio la única referencia que nos queda es el punto donde se sitúan las oficinas del Inem.— Pedro Bermejo. León.
Un día más de huelga general. Y no es de esperar menos tal y como está la situación. Si Barcelona era un caos durante la pasada huelga de transporte, la de ayer la supera. Estoy de acuerdo con que debemos manifestarnos con total libertad para quejarnos de aquello con lo que no estamos conformes. De todos modos, sigo pensando que cada uno es libre de hacer lo que quiera y de manifestarse, pero siempre de una manera civilizada y sin violencia ya que mucha gente se ve obligada a hacer huelga por el hecho de evitar encontronazos y piquetes; y éste no debería ser el principal motivo de huelga. Esto de alguna manera “obliga” a hacer huelga, rompiendo así toda libertad de querer o no querer participar en ella.— Patricia Pérez Martín. Ripollet, Barcelona.
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