_
_
_
_
BIOÉTICA

La investigación científica con perros desata la polémica en Europa

La construcción de un criadero de canes de laboratorio en Inglaterra enciende el debate sobre la experimentación con estos animales, cuyo número se reduce a 774 en España

Manuel Ansede

La ampliación de unas instalaciones para perros de experimentación en Reino Unido ha resucitado el debate sobre una de las prácticas científicas más polémicas: la investigación con animales de compañía. El Gobierno británico dio luz verde el 15 de julio a la construcción de naves para criar perros de laboratorio en la sede de la empresa B&K Universal en Grimston, después de que las autoridades locales lo hubieran denegado. Para la organización animalista PETA, el Gobierno “abandona a los perros” con esta decisión “cruel”.

Sin embargo, la comunidad científica ha salido en tromba a celebrar la decisión gubernamental. “Son buenas noticias”, ha afirmado Kirk Leech, director ejecutivo de la Asociación Europea de Investigación Animal. “Esta decisión asegura la continuidad en Reino Unido de importantes investigaciones médicas para el desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos, tanto para personas como para animales”, ha sostenido en un comunicado. Leech recuerda que los laboratorios británicos requieren “muy pocos perros” cada año, 3.554 en 2013, y que con ellos se han conseguido históricamente importantes avances, “como el descubrimiento de la insulina para tratar a pacientes diabéticos y el desarrollo de marcapasos y de los procedimientos para hacer transfusiones de sangre”. En España, se emplearon 774 perros con fines científicos en 2013, según datos del Ministerio de Agricultura.

La ampliación de las instalaciones de B&K Universal se llevará a cabo para poder criar perros in situ y evitar tener que comprarlos en Estados Unidos, según la empresa. La organización británica Understanding Animal Research, dedicada a promover la aceptación social de la investigación con animales, subraya que estas obras eliminarán la necesidad de someter a los perros a vuelos transatlánticos, lo que mejorará su bienestar.

En España, el número de perros de laboratorio se ha reducido un 38% desde los 1.252 animales empleados en 2011

“A nadie le gusta la idea de utilizar perros para la investigación médica, y todo el mundo anhela que se encuentren alternativas para que nunca más haya que emplearlos. Pero deberíamos ser pragmáticos ante la situación: por el momento, la investigación médica y las pruebas de seguridad de fármacos requieren el uso de algunos perros”, declaró el viernes Wendy Jarrett, presidenta de Understanding Animal Research.

Jarrett recuerda que la cirugía a corazón abierto y el trasplante de órganos fueron posibles gracias a la investigación con perros. “Todas las vacunas y medicinas que reciben nuestros perros domésticos se han probado en perros. Y la seguridad de la mayor parte de las medicinas para humanos se ha comprobado en perros antes de confirmarse en ensayos clínicos con personas voluntarias”, recalca.

Los laboratorios y universidades demandan cada año menos perros. En España, el número se ha reducido un 38% desde los 1.252 animales empleados en 2011. Los perros son especialmente apreciados en estudios del sistema cardiovascular, debido a las similitudes en estructura y tamaño entre su corazón y el humano. Los canes también se solicitan en pruebas de toxicidad de nuevos fármacos.

Perros beagle juegan con su cuidadora en un laboratorio.
Perros beagle juegan con su cuidadora en un laboratorio.Understanding Animal Research

La Agencia Europea de Medicamentos requiere estos exámenes de toxicidad en roedores y en una segunda especie de mamífero, que suele ser un perro por sus semejanzas fisiológicas. En la mayor parte de los casos no aparecen efectos tóxicos, así que los perros son reutilizados en nuevos ensayos. Posteriormente, la mayoría son eutanasiados para llevar a cabo análisis post mortem, aunque también existen programas de adopción. En España, estas pruebas de toxicidad se realizan en empresas como Vivotecnia, situada en la localidad madrileña de Tres Cantos.

“Cualquier científico que quiere investigar con perros tiene que demostrar ante un comité de bioética que no hay otra alternativa o no puede utilizar otro modelo animal. Si la hay, le deniegan el permiso”, explica Juan Lerma, director del Instituto de Neurociencias de Alicante. El neurocientífico coordinó en febrero un documento oficial de la Confederación de Sociedades Científicas de España que defendía que el “uso de animales en la investigación es vital para el avance de la medicina”.

Lerma recuerda que los científicos europeos se rigen por la Directiva 2010/63/UE, que obliga a aplicar el principio de las 3 R: reemplazar por cultivos celulares o simulaciones informáticas el empleo de animales cuando es posible, reducir el número de animales a los rigurosamente necesarios y refinar los métodos empleados para aumentar el bienestar animal. El pasado 3 de junio, la Comisión Europea tumbó por “prematura” una iniciativa firmada por más de un millón de ciudadanos para prohibir la experimentación animal.

El veterinario Javier Guillén, presidente de la Sociedad Española para las Ciencias del Animal de Laboratorio, subraya que “todos los perros que se utilizan están criados exclusivamente para la experimentación animal”. Guillén es, además, director para Europa y América Latina de la Asociación Internacional para la Evaluación y Acreditación del Cuidado de Animales de Laboratorio, una organización privada sin ánimo de lucro que promueve “el trato humanitario de los animales”. Siete centros españoles cuentan con esta acreditación.

La UE ha tumbado por “prematura” una iniciativa firmada por más de un millón de ciudadanos para prohibir la experimentación animal

“Los perros tienen espacios amplios requeridos por la ley, generalmente viven en grupos, hacen ejercicio e interactúan con sus cuidadores”, explica Guillén. El veterinario rema contra la percepción generalizada de que se investiga con animales solo para beneficio humano. “Los perros, como el resto de animales, se benefician de la investigación realizada con ellos mismos para desarrollar las vacunas y tratar las enfermedades propias de la especie”, incide. Las pruebas en perros fueron, por ejemplo, imprescindibles para producir la vacuna contra la rabia.

Pedro Lorenzo, decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, explica que su centro cuenta con unos 50 perros de experimentación. Son todos de raza beagle, la habitual en los laboratorios. Se compran por 1.000 euros cada ejemplar a empresas como Harlan Ibérica, en Sant Feliu De Codines (Barcelona), o Charles River, también en Barcelona. Su precio es tan elevado porque las compañías garantizan su pureza genética. Son perros estandarizados y con garantía de estar libres de enfermedades.

En la facultad, la mayor parte de los canes se dedica a la docencia. Sirven, por ejemplo, para que los estudiantes aprendan a palpar los ganglios o a extraer semen. Los perros dan botes de alegría cuando ven una bata blanca en la clase de Reproducción Animal. “Para que un profesor pueda investigar con un perro, debe pasar antes por tres comités de bioética: el del animalario, el de la facultad y el de la propia universidad. Todo está muy regulado”, señala el decano. En su centro también se investigan nuevos tratamientos contra la leishmaniasis canina, una enfermedad endémica en España que causa la muerte de los animales en los casos más graves. “La investigación con perros es imprescindible y es bueno para la propia especie”, insiste Lorenzo.

En España se investigan en perros nuevos tratamientos contra la esclerosis lateral amiotrófica, la enfermedad conocida mundialmente por afectar a Stephen Hawking

En España también se emplean perros para intentar vencer enfermedades humanas. Javier Fernández-Ruiz, catedrático de bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid, va a comenzar un estudio en perros que padecen una enfermedad parecida a la esclerosis lateral amiotrófica, un problema degenerativo conocido mundialmente por afectar al físico británico Stephen Hawking. Los beagle también se han utilizado para probar nuevos tratamientos de terapia génica contra el síndrome de Sanfilippo, una enfermedad rara que se manifiesta pronto en los niños con síntomas como retraso mental, problemas respiratorios y convulsiones. Los niños quedan en estado vegetativo y mueren en pocos años. El proyecto tiene como líder científico a la profesora Fàtima Bosch, de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Es muy difícil no ser contradictorio en este debate. Con el micrófono cerrado, un experto recalca que, para ser consecuente, una persona contraria a la experimentación con perros tendría que elegir en el dentista que le sacaran una muela de cuajo sin anestesia antes que recibir un producto muy probablemente probado antes en canes. La clave, como coincidieron recientemente filósofos y juristas en la presentación del ensayo El Derecho de los animales (editorial Marcial Pons), podría estar en invertir más dinero para buscar alternativas a la investigación animal, como la creación de minipróstatas en el Centro Memorial Sloan Kettering de Nueva York a partir de biopsias de pacientes para ensayar fármacos personalizados. El objetivo no es dejar de golpe de ser contradictorios, sino serlo cada vez menos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_