¿Se escribe mejor de pie o sentado?
EN EL ensayo Caminar (o el arte de vivir una vida salvaje y poética) (Siruela) cuenta el autor noruego Tomas Espedal que dos de los fundadores del Romanticismo, los poetas ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge, alababan las virtudes de escribir mientras caminaban. El primero confesaba que, siempre que podía, componía sus versos durante sus paseos por caminos rectos de gravilla o por cualquier terreno sin obstáculos; el segundo, que le inspiraba poetizar “mientras se abría paso entre las afiladas ramas de los bosques”.
Aunque pueda parecer extraño, son muchos los autores que han preferido, y prefieren, la postura vertical para trabajar. Virginia Woolf tenía un pupitre elevado y solía alejarse de lo que estaba creando para verlo con perspectiva; Nabokov le confesó al periodista Bernard Pivot, en una de las célebres entrevistas del programa de la televisión francesa Apostrophes, que solía escribir “con un lápiz afilado, de pie ante el atril”. Y se suman a la lista Dickens, Hemingway, Günter Grass o Philip Roth.
Virginia Woolf solía alejarse de lo que estaba creando para verlo con perspectiva; Nabokov confesó que escribía “con un lápiz afilado, de pie ante el atril”.
Más cercano resulta el testimonio de José Ovejero. La seducción, su última novela, la ha escrito, como las anteriores, íntegramente de pie. En su rincón de trabajo tiene un mueble alto, con el ordenador incorporado, que da a una ventana desde la que contempla los tejados de Madrid. “Las vistas no me distraen en absoluto. Escribo, levanto la mirada… Es como estar frente al mar”. Hace ya un par de décadas que descubrió que esa postura le ofrecía la ventaja no solo de moverse, andar y cambiar de posición, sino también de liberar tensiones.
El narrador, que, curiosamente, cuando no está inmerso en sus ficciones y se dedica a investigar, tomar notas o redactar artículos de prensa prefiere sentarse, admite que muchos colegas se asombran ante su costumbre. “Pero es más raro hoy día escribir con pluma estilográfica y algunos lo hacen”, apunta con humor.
¿Aumenta la creatividad ponerse de pie ante el escritorio? ¿Acaso se elevan los pensamientos, se está más cerca de las musas? Aunque nada de esto se ha podido demostrar, todos los creadores citados han percibido, de algún modo, los beneficios de esta inclinación, que han corroborado recientes estudios en publicaciones científicas como American Journal of Epidemiology, según los cuales pasar muchas horas sentados aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad, ya que se queman menos calorías por hora y determinados músculos permanecen inactivos.
Ya sea por moda o por convicción, cada vez son más los profesionales –y no sólo del ámbito de las letras– que se suman a una tendencia iniciada en Estados Unidos: uno de sus impulsores, el endocrino James Levine, lleva años advirtiendo de que la solución a una vida sedentaria no es pasarse el día sentado y luego redimirse con una hora en el gimnasio. “Nuestra postura por defecto debería ser de pie”, suele repetir.
A la contra, cómo no, también hay análisis que indican que estar levantados es peor para la arteriosclerosis y las varices, además del cansancio que provoca. Athanasios Fevgidis, responsable del Centro Quiropráctico Madrid, señala que en las dos posturas la columna sufre; ya sea la zona cervical y lumbar, cuando estamos de pie, sobre todo si permanecemos estáticos, o la dorsal y cervical al estar sentados. “En el primer caso hay que utilizar un buen calzado, y en el segundo, levantarse cada hora aproximadamente para dar un paseo de uno o dos minutos”, aconseja.
Así que todo es cuestión de probar. De pie, sentado o quizá, como recomiendan muchos expertos, hacerse con un escritorio que pueda regularse para permitir ambas opciones. Cierta tienda sueca ya los comercializa.
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