Nuevas conciencias críticas emergen de la ciudadanía y expertos cual pepitos grillos alertando de externalidades invisibles, riesgos para nuestra salud y medioambiente, cultura frenética del “usar y tirar”, mascaradas y trampantojos del mercado neoliberal… Si ayer fue el amianto y el Bisfenol A hoy son el aceite de palma y el glutamato monosódico.
El sector alimenticio ha sido especialmente sensible a la aparición de nuevos productos y técnicas debido a su incidencia directa en la salud, los riesgos de padecer cáncer y otras patologías asociadas. Así mismo otras industrias relacionadas a sectores con gran capacidad contaminante –químicas, nucleares, refinerías…- son percibidas por la ciudadanía con cierto recelo y suspicacia a pesar de las multimillonarias campañas para la construcción de prestigio y “lavado de cara”.
Otros sectores, como la construcción o el textil, se contemplan de forma más ambigua. Si bien la burbuja inmobiliaria ha consumido gran parte de nuestra costa litoral, se ha desentendido de numerosas estructuras e infraestructuras sin servicio o a medio acabar, o manifiesta la poca calidad de la construcción en general en temas como el ruido o la eficiencia energética, la percepción de las técnicas y materiales constructivos habituales no plantea en la actualidad una crítica ciudadana o social extendida ni alternativas más allá de conciencias minoritarias. ¿Y si esto lo llevamos a nuestro día a día?...¿Miramos la composición de la pintura para pintar nuestra casa como si lo hiciésemos con la Nutella o con los refrescos? ¿Nos planteamos qué implicaciones tienen los materiales que utiliza el albañil al arreglarnos el plato de la ducha o las humedades del salón?
Los mismos cuestionamientos que nos planteamos en nuestras elecciones “racionales” de consumo –precio, externalidades, trazabilidad, monopolios, contaminantes, riesgos para la salud y el medioambiente, ética de la industria o marca, accesibildiad, imagen…- pueden aplicarse a los materiales que utilizamos a diario en nuestras pequeñas reformas, obras y construcciones.
En la construcción también aparecen productos o materiales no tan “sanos” a pesar de ser de consumo generalizado. Es el caso del cemento y sus derivados. El cemento es un material que depende casi exclusivamente de la producción de grandes empresas constructoras –no citaremos nombres- que reclama mano de obra no especializada. Es un material que posee tiempos de fraguado muy rápidos acorde con la aceleración propia de nuestra cultura instantánea. Un material duro pero no durable, debido a que es un producto casi sintético en su composición y al que se asocian patologías propias -como la aluminosis- asociadas a su dudosa química asociada. Es un material que no es transpirable al agua, que necesita muchísima energía para su fabricación –además de muchas más emisiones de CO2 a la atmósfera-, y que consume materiales que se encuentran en menor cantidad y menor disponibilidad en nuestro planeta.
Efectivamente el cemento es un material absolutamente indispensable en la actualidad, utilizado por arquitectos, constructoras, ingenieros, albañiles…desde el último viaducto kilométrico hasta la fisura de nuestra terraza. ¿Podemos imaginar un debate como el suscitado en la actualidad por el aceite de palma en el sector alimenticio con el cemento en la construcción? Por suerte contamos con numerosas iniciativas que se plantean estas cuestiones permitiendo entrever las problemáticas existentes y planteando soluciones alternativas a las mismas. Y dichas alternativas pasan, como casi siempre, por un hábil retorno al verdadero coste de oportunidad: el abandono progresivo de los maestros y la pérdida de saberes ancestrales. La recuperación de la continuidad histórica a dichas competencias tradicionales y técnicas atávicas, combinadas con los conocimientos y sensibilización actuales permiten plantear alternativas éticas, sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Numerosas iniciativas plantean la recuperación de materiales tradicionales y ambientalmente sostenibles. Materiales sanos como la cal y el yeso que necesitan poca energía para su obtención, absorbe CO2 al endurecerse, son transpirables, poseen tiempos más lentos de fraguado, no poseen residuos ni químicos industriales, poseen mayor durabilidad y estabilidad al paso del tiempo. Conocer estos materiales nos permite establecer una comparativa entre ellos y generar un empoderamiento crítico en base a la autorreflexión en nuestros consumos y modos de vida.
Al igual que el cemento y las cales podemos establecer paralelismos en muchos otros materiales y técnicas constructivas. Las actuales pinturas poseen de igual forma números aditivos y colorantes, con un alto grado de productos químicos sintéticos. Las actuales cartas de color infinitas llevan a una mayor composición de colorantes y productos procesados. Alternativas más sostenibles nos llevan a la recuperación de las técnicas tradicionales de pintura como el temple, basado en pigmentos naturales obtenidos de piedras y tierras ligados con yema de huevo. Materiales naturales que encontramos de forma frecuente en la naturaleza y que podemos elaborar nosotras mismas –aunque reducen enormemente las opciones de color-.
Finalmente el reciclaje de materiales y subproductos constructivos permite una segunda vida a los recursos existentes. Materiales que permiten sustituir otros más contaminantes por diseños y productos reciclados, dúctiles y divertidos. El cartón y el trapillo, compuestos por pastas y retales textiles reciclados, pueden ser utilizados en la creación de mobiliario, logotipos, cartelería, pequeñas estructuras, soportes e infinidad de aplicaciones diarias en nuestros espacios domésticos, oficinas, tiendas y comercios.
Todos estos materiales –sus características y posibilidades-, así como sus técnicas de aplicación y ejecución forman parte de la apuesta que [VIC] Vivero de Iniciativas Ciudadanas junto con La Casa Encendida plantean este año en el ciclo FABRICARIO. Acompañadas durante una semana por los mejores profesionales dedicaremos una jornada de trabajo y conocimiento a cada uno de estos materiales y sus posibilidades de manera cercana, divertida e inclusiva para que todas nosotras podamos conocerlos, elegirlos, consumirlos y aplicarlos mediante técnicas “Hazlo tú misma” en nuestras domesticidades –viviendas, oficinas, colegios, comercios, parques, calles…-
FABRICARIO plantea un laboratorio ad hoc situado en el patio de La Casa Encendida donde se instalará un dispositivo de trabajo y exposición de cada una de las cinco técnicas planteadas: comenzaremos el martes 30 de mayo de 19:00 a 21:00 con la técnica de pintura de temple al huevo con el colectivo de artistas Boamistura, el miércoles 31 de mayo a la misma hora el colectivo EKAA nos trasmitirá los misterios de la cal y el yeso, el jueves 1 de junio a la misma hora las chicas de TRIIIFOCAL desplegarán toda su creatividad en el uso artístico del trapillo y técnicas textiles, el viernes 2 de junio a la misma hora CARTONLAB propone su decidida apuesta por el uso imaginativo del cartón. Finalmente el sábado y domingo 3 y 4 de junio en horario de 10:00 a 14:00 proponemos una jornada doble junto al colectivo argentino ANDA para autoconstruir baldosas hidráulicas con nuestros diseños y poderlas instalar en nuestros espacios domésticos, calles y plazas públicas.
Todos los talleres son abiertos y gratuitos previa inscripción previa. Más información en la página de La Casa Encendida.
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